INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

jueves, 21 de febrero de 2019

365 QUEJÍOS (275) – EL EMBOTELLAMIENTO, COMO NUEVO MODELO DE HUELGA GENERAL


El pasado día 7 estaba convocada la “huelga general” en Cataluña, por el sindicato CSC. A decir verdad, la CSC es el cuarto sindicato catalán con menos de 300 delegados y no más de 4.500 afiliados, muy por detrás del tercero (USO, con 2.500 delegados y 15.000 afiliados). No puede decirse que, entre los trabajadores, el “sindicato independentista” haya llegado muy lejos en sus 40 años de vida. En cuanto a las “80 organizaciones” que apoyan la convocatoria, buena parte son del estilo de la “Associació d’Afectats per 1-O” o la “Bombers per la República”, “Ca la Dona”, la “Federació d’Escoltisme”, el “Partit Comunista Obrer de Catalunya”, “Poble Lliure”, etc, que oscilan entre lo minoritario, lo demodé, lo freaky, lo artificial o lo excéntrico.

Pero donde sí hay que reconocer cierto mérito imaginativo es en la concepción de la “huelga general”. Hace ya mucho que se ha abandonado la idea originaria de que una “huelga general” refuerza la conciencia de clase y el espíritu revolucionario y es el paso previo para una “insurrección”. Ciertamente, los chicos de la CUP-CDR han ido colocando en las últimas semanas carteles con la consigna “¡Alcémonos!”, pero a nadie, ni siquiera a ellos mismos, se les escapa que las posibilidades de alcanzar ese objetivo son iguales a cero. En primer lugar por que no hay “conciencia de clase” que reforzar; por no haber, prácticamente, ni siquiera hay clase obrera propiamente dicha, al menos tal como se concibió en el período en el que Marx enunció sus ideas sobre el proletariado y Sorel plasmó las suyas sobre la “huelga general”.


Por lo demás, los precedentes de una “huelga general” convocada por independentistas, no son particularmente halagüeños: las que han convocado hasta ahora, se han saldado con estrepitosos fracasos desde que comenzó el “procés”. Si, hasta hace poco, UGT-C y CCOO-C iban a rebufo de la ruta que les marcaba la gencat, la caída en picado de afiliación en Cataluña, les ha hecho rectificar, so pena de quedarse en cuadro. Y en cuanto a la CSS, las cifras indican que con 4.500 afiliados no se puede ir muy lejos.

Decíamos, pues, que un sindicato que es el paradigma de la impotencia (con bajísimos niveles de afiliación y muy pocos cargos sindicales, salvo en empresas ligadas a la gencat), lo tiene difícil para convocar una “huelga general”. Sólo puede apelar a la “imaginación”. No se trata de gente particularmente imaginativa, pero, a veces, de una metida de pata, se extraen conclusiones. Por ejemplo, el simulacro de “huelga general” que siguió a la convocatoria del seudo-referéndum del 1-O, tuvo una mínima repercusión, pero logró algo inédito: lograr un “embotellamiento general”.

El principio básico de este novedoso concepto es que, no se trata de que unos trabajadores que no están dispuestos, ni interesados a ponerse en huelga, detengan la actividad en sus centros de trabajo, sino que no puedan llegar a ellos. Así pueden falsearse las cifras y dar una sensación de que el paro ha sido mayor a lo que realmente ha sido.

El problema es que, si en el terreno sindical, la fuerza del CSC es minúscula, en el terreno político, los notables del PDCat solamente están interesados en estos momentos en salvar sus poltronas ante las próximas elecciones locales y ver con qué etiqueta y con quién se presentan; algo parecido les ocurre a los de ERC que, si bien apoyan activamente al CSC, lo cierto es que obreros, lo que se dice “obreros”, no tienen. Así pues, el único apoyo real, a falta de afiliados propios, procede de la CUP y de su extensión, los Comités de Defensa de la República.
Estos grupos ya fracasaron no hace tanto, en su movilización para el 21 de diciembre, cuando un irresponsable gobierno Sánchez, por algún motivo, aún no explicado, decidió reunirse en Barcelona, en un lugar inapropiado para una reunión del consejo de ministros. Los “Mossos” repartieron estopa y los grupos concentrados nunca pasaron de las 200-700 personas, organizadas en pretenciosas “columnas” como si se tratara del 18 de julio de 1936 cuando las columnas de la FAI sitiaron los cuarteles del ejército… Otro caso de “memoria histórica” inexacta.

Pero la CUP es como el pez: tiene memoria corta. Olvida pronto sus fracasos y el estado de frustración de sus gentes antes de la Navidad. Y ahora vuelve a intentarlo aportando el “músculo” a la CSC y a las “80 organizaciones” que apoyan la convocatoria (otros ejemplos de “organizaciones convocantes”, inéditas la mayoría: “Sobiranistes”, “Súmate”, “Mossos per la Democràcia”, “Estibadors per la República”, “Cases per la Música”, la “Associació de Sales de Concerts de Catalunya” -inevitable pensar en el “caso Palau”- o la “Associació de Profesionals del Circ” -no podemos recordar que, efectivamente, de todas las citadas, esta es la que tiene más afiliados potenciales en su sección de “payasos”-).

Veo que en La Vanguardia las noticias que se van publicando a medida que pasan los minutos. En realidad, da la sensación de que lo que está publicando La Vanguardia, en buena medida, es el anuncio de las convocatorias a manifestación que se van a ir desarrollando a lo largo del día y que no han tenido hasta ahora eco suficiente: manifestación de la Assamblea Nacional Catalana a las 18:00: “La autodeterminación no es delito. Parémoslo todo”. A las 12:30, en Plz. Universidad “Vaciemos las aulas, llenamos las clases” (sea lo que sea lo que quiera decir eso). La de la tarde va a ser un buen termómetro de la salud del independentismo y de si su capacidad de movilización aumenta o disminuye.

La CSC para salvar su “cara sindical” ha presentado la “huelga” como motivada por las condiciones laborales. Reivindica un “salario mínimo catalán de 1.200 euros”, triste excusa para encubrir lo que no es más que un intento de paro político protagonizada por un mini-sindicato poco realista a la hora de elegir consignas: “La autodeterminación no es un delito. Parémoslo todo”.

Lo dicho y lo previsto: donde la prensa dice “huelga general”, debía decir “embotellamiento general”. Hoy a las 7:30 me han despertado los obreros de la construcción que están trabajando en el piso de arriba. Por algún motivo, hoy han empezado a trabajar media hora antes de lo habitual. Salgo a la calle: todo está normal en una de las zonas más “indepes” de Cataluña. Ayer en RENFE se anunciaba un 30% de “servicios mínimos”, pero veo que no hay ni aglomeración en los andenes, ni retrasos muy notables. Neumáticos quemados en carreteras de acceso a las grandes ciudades, locuelos en las vías del AVE, poco más. Pararán centros de estudio públicos, en algunos centros de enseñanza superior. Nada grave, en cualquier caso.

¿Y los “Mossos”? La verdad es que se la juegan. Tendrán la orden de la Conselleria de “sólo acudir a emergencias”. Ni la ciudadanía, ni en el resto del Estado, va a entender cómo no han actuado para establecer una normalidad y la consejería de interior les ha vuelto a dar el papel de “convidados de piedra”. A fin de cuentas, despejar una autopista o una vía de ferrocarril no es nada particularmente difícil, especialmente porque la CUP-CDR tampoco es que pueda movilizar grandes masas. En el “embotellamiento general” que siguió al 1-O, lo cierto es que fue posible por la pasividad de los “Mossos”. Pero ha pasado mucho tiempo y, han terminado cogiéndole el gusto a sacudir a los indepes (que, históricamente, nunca han tenido mucho “punch”, ni siquiera en el período de Terra Lliure). Su obligación es garantizar el libre acceso de los trabajadores a los centros laborales y no está claro que todos sus mandos acepten el rol de “nuevos Traperos” dispuestos a sentarse en el banquillo de los acusados por negligencia, abandono de funciones y demás cargos que fiscal becario podría instruir contra ellos.

El tour de force dará un saldo negativo para la exigua CSC. Eso está fuera de dudas: cuando un sindicato llama a una tarea que le queda demasiado grande, por mucho que se apoye en “80 organizaciones”, su actividad sindical está condenada al fracaso de manera irremediable, mucho más si el tema de movilización tiene que ver con una consigna que nunca ha interesado a los trabajadores. No basta con que el “gobierno de la gencat” “haya suspendido la agenda política de todos los consellers” salvo de uno… ¿Cuál? El titular de Trabajo. ¿Nombre? Chakir el Homrani, miembro de ERC desde 2015.

No basta con recurrir a los afiliados de la CUP-CDR para convertir la “huelga general” en “embotellamiento”, hace falta algo más. Por esto la ANC tratará de movilizar en la tarde a las masas habituales. Los habrá que en los últimos cuatro años han salido a la calle: ¿serán más o serán menos? Lo vengo diciendo desde hace meses: sean cuales sean las cifras interesadas de unos y de otros, lo que la lógica, el sentido común y la perfección directa de los sectores que siguen apoyando el independentismo es: “cada vez menos – cada vez más radicales – cada vez más ilusos”.