INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

viernes, 11 de enero de 2019

365 QUEJÍOS (241) – JOSÉ ANTONIO Y FRANCO: CITA EN CUENCA


Franco y José Antonio, unidos en la muerte por lápidas situadas a pocos metros de distancia nunca se entendieron en vida por mucho que Serrano Suñer, cuñado del primero y amigo del segundo, intentara aproximarlos. A pesar de esa hostilidad, cuando se convocaron elecciones para la circunscripción de Cuenca a la vista de que las irregularidades cometidas en las elecciones de febrero de 1936 habían sido escandalosas, alguien propuso situar en la lista a Franco y a José Antonio. De esta operación política quedan abundantes rastros documentales, si bien difieren las interpretaciones sobre el porqué se malogró la operación. Se trata de un episodio muy poco conocido, que todas las partes han intentado interpretar en beneficio propio o bien (como hizo la “Auténtica” en los años 70 o el FES una década antes) ignorar al no ser reductible a sus esquemas políticos. Sin embargo, el episodio es significativo y, aún hoy, sigue conservando importancia histórica.

Aquellas elecciones parciales (en Cuenca y el mismo día en Granada) fueron una especie de laboratorio de cómo respondería la ciudadanía en circunstancias muy crispadas. La derecha consideró que las circunstancias que se daban en aquella provincia (eminentemente conservadora) posibilitaban el que una serie de líderes “de la derecha” que se habían quedado sin acta de diputado y, por tanto, sin inmunidad parlamentaria, accedieran a ella. Gil Robles cita los nombres: Goicoechea, Lamamié de Clairac, José Antonio Primo de Rivera (añade Gil Robles, “por encontrarse detenido”). Goicoechea (por los alfonsinos de Renovación Española) y Serrano Suñer (por la CEDA, apoyado por Gil Robles), abrieron los contactos con José Antonio. Joaquín Fanjul ofreció a José Antonio su puesto en la candidatura. Enrique Cuartero, otro de los candidatos visitó también a José Antonio para ofrecerle su puesto. Añade López Villaverde: “Hacia el 19 de abril se perfilaba una candidatura compuesta por Primo de Rivera, Antonio Goicoechea, Modesto Gonsálvez –que se negaba a renunciar a la reelección– y un representante de la CEDA a convenir. Pero la presencia de un nuevo candidato, Francisco Franco, trastocó los planes iniciales”.

José Antonio accedió a presentarse como candidato para lograr la excarcelación; pero falta, definir qué impulsó a Franco a interesarse por la candidatura. Los datos están sujetos a controversia. Cuando Franco recibió la primera medalla de oro de Cuenca el 23 de enero de 1952 en el palacio de El Pardo, explicó que se lo propuso Fanjul. Pero Gil Robles afirma que la idea partió de Serrano Suñer y Fanjul no hizo más que cederle el puesto. Por su parte, en la muy “oficialista” biografía de Franco escrita por Luis de Galinsoga se comenta que Franco aceptó la propuesta a poco de ser nombrado Capitán General de Canarias para obtener la inmunidad y poderse mover con mayor facilidad por España para organizar la sublevación. No parece lógico porque en esos momentos, Franco todavía no había decidido sumarse a la conspiración.

Así pues, la candidatura que las derechas querían presentar en Cuenca era “fuerte” al pretender integrar en ella a un representante del ejército, Franco, otro del “fascismo español”, José Antonio, junto a Goicoechea (Renovación Española) y a Modesto Gonsálvez (CEDA); la candidatura era una verdadera “unidad antimarxista”, un “frente nacional”, opción simétrica y especular contra el “frente popular”. El día 26 de abril la Junta Provincial del Censo procedió a la proclamación de candidaturas y en ese momento se conoció públicamente a sus integrantes. El impacto fue enorme en Cuenca y en todo el país. Pocas horas después, Franco renunciaba a integrar la candidatura… y para explicarlo también se difundieron distintas versiones.

Existe una explicación “oficialista exaltada” que cuenta que el “alto patriotismo de Franco”, no quería restarle votos al fundador de la Falange para que recobrara la libertad. Joaquín Arrarás, en la biografía de Franco escrita en 1937 explica que los partidos de derecha ofrecieron a Franco la candidatura “porque era un hombre perseguido y con objeto de darle libertad para organizar la defensa de España”, pero que Franco “rechazó públicamente la oferta porque no creía en la limpieza del proceso electoral ni esperaba nada del parlamento republicano”. En la segunda edición de la misma biografía publicada en 1941, Arrarás elimina esta explicación y la sustituye por otra en la que atribuye la retirada de la candidatura de Franco “a las interpretaciones distorsionadas a las que se prestaba”. Luis de Galinsoga, por su parte, “ofrecía una explicación providencialista: aunque Franco quería presentarse para estar más cercad e Madrid en los preparativos del golpe militar, Dios guió sus pasos para que ninguno fuera dado en falso en el camino de la redención española”. La versión “oficialista moderada”, difundida por Ricardo de La Cierva, explica que Primo de Rivera se opuso a la presencia de Franco porque contribuiría a dar argumentos a las izquierdas que verían en ello una vuelta de tuerca a la alianza cívico–militar anti–republicana.

Es posible que esta fuera la versión oficial dada por José Antonio en la época, pero no parece que incluyera en ella toda la verdad. Mucho más verosímil es la versión que da Brian Crozier: “Franco había defraudado a José Antonio en ocasiones anteriores y, como consecuencia de ello, éste último se negó a ir en las mismas listas que el general y amenazó con retirarse, alegando que no quería asociarse con los militares por ser unos gallinas y Franco el más gallina de todos”. Esta última versión coincide con el estado de ánimo que generó en José Antonio su primer encuentro con Franco en el domicilio del padre de Serrano Suñer y, por tanto, estamos predispuestos a reconocer que se acerca más a la realidad. Parece ser que José Antonio se enteró de la presencia de Franco en la candidatura por un artículo del diario Ya y mostró su disgusto a través de Serrano Suñer, el cual viajó a Alicante para visitarlo en prisión. José Antonio le sugirió que la presencia de Franco en la lista no era oportuna y que fuera a verlo para disuadirle, encargo que Serrano realizó acto seguido.



José Antonio explicó a Serrano que Franco sería un “desastre parlamentario”, carecía de experiencia política: “Lo suyo no es eso y puesto que se piensa en algo más terminante que una ofensiva parlamentaria, que se quede él en su terreno, dejándole a mí este en el que ya estoy probado”. Gil Robles no se sentía con valor para pedir a Franco que retirara su candidatura así que Serrano Suñer vio se desplazó a Alicante para intentar convencer a José Antonio de que rectificara. Pero ocurrió justamente lo contrario y fue cuando Serrano viajó a Canarias para convencer a su cuñado de que se retirara. El argumento esgrimido indica la perspicacia del futuro Ministro de Asuntos Exteriores de Franco: simplemente le comentó que con su falta de experiencia política se arriesgaba a la “humillación pública”. El diario El Debate (CEDA) anunció el 27 de abril que Franco se había negado a firmar su presentación en la candidatura.

Con la retirada de Franco, Manuel de Casanova volvió a figurar en la lista. Pero el episodio aumentó aún más la hostilidad que ambos personajes se profesaban. Franco era consciente de que quien se había opuesto a su presencia en la candidatura era José Antonio. Si a partir de 1937 se produce una visible voluntad de los medios “oficialistas” para velar los motivos por los que Franco presentó y luego retiró su candidatura (y que proseguirán hasta bien avanzada la trayectoria del régimen) se debe a que a partir de entonces ya se estaba procediendo a los primeros pasos en la mitificación de José Antonio y el régimen quería eliminar cualquier rastro de hostilidad entre el “fundador” y el “caudillo”.

Respecto a la actitud de José Antonio, encontramos en la Biografía Apasionada un parágrafo exclusivamente dedicado al episodio en el que se trasluce la opinión “oficial” del sector falangista en relación al episodio conquense. Empieza Ximénez de Sandoval explicando que José Antonio no atribuyó mucha importancia a aquellas elecciones parciales: “El domingo que se celebraron se jugó en la cárcel el partido final del campeonato de fútbol y José Antonio decía con naturalidad que prefería la victoria en aquél que en el escrutinio”. A despecho del resto de testimonios, el “biógrafo apasionado” aporta una versión a la que cabe conceder poca credibilidad, pero que le sirve para, de manera más que forzada, seguir manteniendo su “apasionamiento” por José Antonio y sus elogios a Franco: el entuerto no se debió a la actitud de uno, ni de otro, se presentó José Antonio para poder obtener la inmunidad y Franco para “descubrir enjuagues y estraperlos”, sino a “los Comités electorales derechistas que en febrero le habían negado puesto y a última hora trataban de enfrentar –por vez primera; más tarde lo repetirían con él, uno ya muerto gloriosamente y el otro vivo en la gloria también– su nombre con el del General don Francisco Franco” y prosigue: “Apenas hecha pública la candidatura de José Antonio, un grupo zurcidor y muñidor de concursos políticos, sabedor del prestigio inmenso del General ilustre, lanzó su nombre a una candidatura con la intención malsana de captarle para un núcleo restringido en lugar de para España y apartar a José Antonio de las Cortes, donde su palabra–escalpelo iba a calar todas las inmundicias y cobardías”. Hay que entender que “el grupo muñidor” estaría compuesto, en realidad, por Serrano Suñer y por Gil Robles. Sin embargo, el autor parece ignorarlo cuando elogia, a continuación, el papel de Serrano Suñer del que dice que realizó “la acertada y única defensa” de José Antonio a ser diputado. A despecho del interés de Gil Robles para que José Antonio fuera diputado, como escenificación de la formación de un “Frente Nacional” en el que participaran derecha, alfonsinos, falangistas y militares, atribuye desinterés a la derecha en contar con la figura del fundador de Falange (“Eran tan cómodo para las derechas como para las izquierdas no tener a José Antonio en el parlamento”). La versión es, pues, un verdadero despropósito.

Al repetirse las elecciones conquenses, volvieron a reproducirse también los incidentes y los fraudes electorales. La hostilidad hacia los interventores y representantes de la candidatura falangista fueron, sin duda, los más significativos. Se produjeron tiroteos, palizas, rotura de urnas, falsificaciones de actas, etc. Era evidente que el Ministerio de Gobernación intentaba por todos los medios que José Antonio no se beneficiara del acta de diputado y de la consiguiente inmunidad.

El propio José Antonio comentó en el editorial al número 1 de Aquí estamos (Ximénez de Sandóval dice erróneamente que se trató de un artículo publicado en el diario Informaciones), su crónica de lo que había ocurrido en aquellas elecciones. El artículo tiene una parte irónica (“Soy el candidato más profusamente derrotado que conoce España”), otra en la que resume las irregularidades de las que ha tenido conocimiento y un párrafo de desenlace que se ha convertido en célebre en la literatura falangista: “Primero, derrotados, y luego, perseguidos; al fin, según dicen, disueltos. La Falange no existe; la Falange no tiene importancia. Eso dicen. Pero ya nuestras palabras están en el aire y en la tierra, y nosotros, en el patio de la cárcel, sonreímos bajo el sol. Bajo este sol de primavera en que tantos brotes apuntan”.

Ximénez de Sandoval y otros joseantonianos intentaron por todos los medios eludir el hecho importante de que la polémica desatada en torno a las elecciones parciales de Cuenca había ahondado las diferencias y la antipatías recíprocas entre Franco y José Antonio; para evitar confrontarse a esta realidad, señalaron como culpables a los “muñidores de la derecha” que habrían intentado por todos los medios incluir la candidatura de Franco en detrimento de la de José Antonio y, posteriormente, no protestaron con el suficiente vigor para que se anularan las elecciones a la vista de las irregularidades cometidas. La interpretación corresponde a la tónica que preside la obra, esto es, a la corriente de mitificación de José Antonio, salvaguardando la personalidad de Franco y eludiendo los motivos que le llevaron a este último a concurrir en un primer momento a aquellas elecciones…