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jueves, 3 de enero de 2019

365 QUEJÍOS (233) – TINTIN VIVO Y ACTIVO EN EL PLANETA TIERRA


Para un padre no hay nada mejor que sentirse querido y apreciado por sus hijos y, mucho más aún, que ellos compartan -hasta cierto punto- sus aficiones. Por eso, cuando llega la Navidad y te regalan libros y gadgets de Tintin, uno no puede por menos que emocionarse. Lejos de ser “tintinólogo”, me quedo como simple aficionado y lector que nutrió su infancia con la lectura de sus historietas. Un cuñado de la primera esposa de mi padre, artista a su vez, cada año me regalaba en la infancia uno de estos cuadernos. Recuerdo que el primer fue Tintín en la Luna y que desde entonces me fascinó el personaje y todo lo que le rodeaba. A pesar de que hace cuarenta años que apareció el “último Tintin”, bastante desnaturalizado en su guión -Tintín y el arte Alfa- no me deja de sorprender el hecho de que, hoy más que nunca, existan en las grandes ciudades “tiendas Tintín”, sus comics se sigan comprando y, al mismo tiempo, sean de los PDFs más “bajados” a través de emule y de otros sistemas P2P e, incluso, que uno de los textos escritos por mí y más vendidos sea “Tintín con Camisa negra”. Y es que, Tintín sigue vivo y activo en el planeta Tierra. La cuestión es ¿por qué? ¿A qué se debe que Tintín resista el paso del tiempo?

No hay nada más lejano del “super-héroe” norteamericano, a la Marvel, que la “línea clara” de Tintín y de otras tiras cómicas de su escuela. En ellas no es posible el error: la nitidez del trazo excluye el que su creador sea un mediocre: la “línea clara” solamente está al alcance de los grandes diseñadores gráficos que saben lo que quieren y son consciente de cómo expresarlo sin vacilaciones. En la obra Tintín: le rêve de la réaliaté (uno de los regalos que he recibido estas navidades) el autor -expurgando en los archivos de Hérgé- selecciona las fotografías que utilizó para componer los escenarios en los que se movían sus personajes. Es resultado es lo que podríamos llamar “realismo abstracto”: realismo en tanto que Tintín y sus amigos se mueven en un universo concreto, existente y que está al alcance de la mano, pero que el diseñador ha esquematizado en sus rasgos esenciales para convertirlo en “línea clara”. El intento era inédito en los años treinta.

Tintín ha inspirado a otras muchas historietas gráficas: el Alix de Jacques Martin, el galo romanizado, antítesis del chusco Asterix; Blake & Mortimer, de Edgar P. Jacobs, colaborador de Hérgé; los personajes de Yves Chaland,  de Rivière y Goffin (La Red Madú), el “profesor Palmon” de Dick Briel, “Max Friedman” de Vittorio Giardino e, incluso los personajes y los relatos de Max empezando por “Peter Punk”. No ha faltado “escuela” que siguiera los pasos de Hérgé. Claro está que no todos tenían la misma orientación política: “Peter Punk” era, obviamente anarquista y “Max Friedman” un periodista judío de izquierdas que termina luchando en España durante la guerra civil.

http://eminves.blogspot.com/2014/05/romanticismo-fascista.html

Sobre las orientaciones políticas de Tintín está casi todo dicho, pero vale la pena recordar que la orientación surgida del escultismo católico que encierra el personaje, explica solamente algunos de sus valores; pero no la totalidad. Tal como explicamos detenidamente en Tintín con camisa negra, la creación del personaje se corresponde con un momento particular en la historia de Europa: el ascenso de los fascismos. Hérgé era amigo de León Degrelle con quien había coincidido en las páginas de Le Vingtième Siècle y los rasgos del personaje fueron los que correspondían en aquella época al que luego sería jefe del fascismo belga. Evidentemente, después de 1945, la supervivencia de Tintin se basaba en ocultar esta procedencia. Pero quedaban huellas y rastros que el propio Degrelle se encargó de desvelar en uno de sus libros más prohibidos en lengua francesa.

¿Dónde está el “fascismo” en Tintin? Especialmente en el culto a la juventud, en la fortaleza de los lazos de solidaridad que le unen a sus amigos, en el espíritu de aventura, el amor por la vida peligrosa y en detalles como la afición del personaje por la escalada o por la aviación (que en los años 30 definían con precisión la “vocación fascista”). Algunas de estas características se fueron atenuando con el paso del tiempo e incluso la censura “políticamente correcta” desfiguró las que, sin duda, eran apenas frases ingenuas y poco significativas del personaje pero que, a partir de los años 60-70 empezaron a ser atacadas como “colonialistas”, contrarias al animalismo o, simplemente “racistas”. No lo eran: reflejaban, simplemente, el espíritu de una época. Negarlas sería como si ahora se negara la existencia de gladiadores en el circo romano, simplemente porque es de mal tono darse de bofetadas…

Así pues, si bien el anticomunismo que está presente desde Tintín en el país de los soviets, era propio de la derecha conservadora católica de la época, otros valores, desde luego, no son reductibles a este sector. Tintín va mucho más allá del conservadurismo: hay en él la misma modernidad propia del futurismo y de los laboratorios de física avanzada de la Alemania de aquellos años, hay una exaltación a la juventud que es propia de todos los fascismos y hay, finalmente, un espíritu de aventura que es la propuesta con la que el fascismo sedujo a la juventud europea. Cuando Hitler dijo a sus juventudes “Veo en vuestros ojos, la mirada de las águilas” no hizo más que sintetizar ese espíritu que está también presente en los relatos de Tintín, por mucho que se hayan deformado sus contenidos para adaptarlos a la “corrección política”.

El fascismo es cosa del pasado. Derrotado por las armas, no volverá. Eso está más que claro y “ser fascista” es hoy, solamente, un ejercicio de nostalgia. Pero, en el fondo, el fascismo no fue más que la cristalización de un modelo humano en una época concreta. Ha habido muchos “fascismos” antes del fascismo y volverá a haber otras muchas formas que recojan los mismos valores mucho después. Hoy resulta una irrisión ver un desfile de uniformados a la moda fascista, pero podemos entender la inquietud de la izquierda cuando ve emerger y sobrevivir a sectores sociales en los que reconoce los valores del fascismo que, por cierto, son también los que estuvieron presentes en la filosofía clásica, en los mejores momentos de la Edad Media, en muchos de los grandes personajes de nuestra historia y que siguen enseñándose en academias militares: honor, lealtad, espíritu de sacrificio, de servicio, anti-individualismo, disciplina, jerarquía, gusto por el orden, patriotismo, etc, etc. Valores que han desaparecido de la política… pero siguen existiendo en sectores “sanos” de la sociedad. Valores de los que los jóvenes siguen impregnándose con la lectura de los cuadernos de Tintín. No es el fascismo lo que hace que Tintín siga vivo hoy, sino los valores tradicionales que Tintín encarnó en un momento histórico muy concreto. Valores de ayer, de hoy, de siempre y que estarán allí en donde haya algún digno representante de nuestra cultura.