INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

lunes, 5 de noviembre de 2018

365 QUEJÍOS (188) – LA TEORÍA DEL “BIEN MENOR” (IV de IV)


Llegamos a la última etapa de esta pequeña reflexión en la que descendemos del terreno de las ideas y los diálogos interiores a observar la realidad política operante y a plantear la pregunta más realidad: ¿a quién entregar el voto? ¿a quién considerar como el “bien menor”? Sin ánimo de ser exhaustivos, vamos a considerar únicamente dos opciones: Vox y Respeto. Excluiremos otras posibilidades por distintos motivos: por demasiado recientes o por pertenecer a opciones testimonialistas que proceden de otras épocas y que arrastran lastres históricos (cualquier estudiante de márquetin sabe que es más fácil crear una “nueva marca” que recuperar el prestigio de una “marca caída”). Por eso optamos por centrarnos en las dos únicas “ofertas” que en estos momentos podrían considerarse como “realmente existentes”. Pero vale la pena apuntar unos matices sobre cada una de ellas.

14. VOX EN ESCENA

Desde el final del verano, Vox se ha convertido en la estrella ascendente de la política española. Vale la pena recordar lo que fue Vox en sus orígenes y en lo que se ha convertido a partir de septiembre de 2018. El “primer Vox” no dejaba de ser una escisión del PP, cristalizada por distintos motivos: para unos se trataba de romper el “indiferentismo” del que hacía gala Rajoy en las cuestiones claves, su apatía y su tendencia a aplazar la resolución de los problemas; para otros, Vox aparecía para “recuperar las esencias” del PP, incluso de la antigua Alianza Popular. Los había que tenían la intención de salir del PP, mejorar sus posiciones para tratar de volver al PP en mejores condiciones tal como ya intentaran los medios del PADE hace un cuarto de siglo. También estaban los oportunistas, los resentidos y los marginados del reparto del poder, los que se habían enfrentado a la dirección del PP y sabían que ya nunca más podrían figurar en la dirección o acceder a las palancas de mando del partido.

El saldo de ese primer Vox resulta un fracaso: logran un centenar de concejales, pero ningún peso político, ni en las elecciones regionales, ni en las europeas, ni en las generales. Y entonces se llega a lo que podríamos llamar una “situación de tránsito”. Es el período que va entre 2015 y 2016, cuando el partido se presenta en las elecciones obteniendo 58.114 votos (en 2010, Plataforma per Catalunya había obtenido su mejor resultado con 82.321 votos sólo en esa región). En ese período, Vox es un partido “de derechas”, mejor dicho, situado “a la derecha de la derecha”, sin poder ser considerado como un partido de “extrema-derecha” que interesaba solamente a unos pocos votantes decepcionados con el PP y a todavía menos votantes de extrema-derecha (procedentes del carlismo, supervivientes de Fuerza Nueva y antiabortistas de Familia y Vida). El resultado fue, pues, pobre.

Lo que ha propulsado a este partido a aparecer en las encuestas del CIS por primera vez en noviembre de 2017, ha sido la judicialización que ha emprendido en la “cuestión independentista” y que le ha valido estar permanentemente presente acompañando a los devaneos independentistas, una tarea que había sido olvidada por el PP y por Cs. Pero, paralelamente, el fracaso notorio en las elecciones de 2016, y los cambios en el panorama internacional, han generado un cambio en la orientación de Vox.

Y estos cambios han sido notables porque se ha abandonado la tendencia inicial a ser un PADE-bis o una recuperación del aznarismo. A ello han contribuido:
  • el ascenso de los llamados “populismos” en todos los países europeos, que contenían sin excepción las mismas características: voces de protesta aparecidas en las clases medias y generalizadas en las clases populares contra la globalización; rechazo a la política de inmigración masiva y de acogida ilimitada de refugiados.
  • los resultados obtenidos por Marine Le Pen en las elecciones presidenciales franceses de 2017 en las que obtuvo el 33,90% y 10.644.118 votos.
  • la elección presidencial de Donald Trump en los EEUU que suponía una victoria, no solamente sobre la candidatura “liberal” de Hillary Clinton, fiel representante de los intereses del “establishment” e incluso una superación del marco tradicional conservador del Partido Republicano. Basado en la reivindicación de una economía productiva y en una economía basada en la renovación de infraestructuras.
  • la aparición de una “Mitteleuropa” dominada por los “populismo” (que hoy ya gobiernan en Austria, Polonia, Hungría, Chequia, Eslovenia, sin olvidar el papel de la Lega en Italia y el formidable tirón de la AdF en Alemania.

Era evidente que un partido con medios y recursos suficientes podía aspirar a ocupar un espacio que estaba vacío en España. Así que, en el último año, además de la judicialización de la vida política (que ya intentó UPyD en su momento e incluso PxC), Vox ha cambiado notoriamente su orientación.

Quedaría valorar si esta variación es “oportunista” o “sincera”, algo que solo el tiempo dirá. Incluso cabría plantearse si el cambio de orientación ha afectado a la totalidad del partido o solamente a la cúpula. Lo cierto es que, con la orientación inicial, solamente podía atraer a votos de los descontentos con el PP, pero la nueva orientación, en cambio, le da la posibilidad de contar con una base electoral y militante más amplia.

El programa del partido, al menos el que se mantiene colgado en la web, puede ser asumido como “similar” a los programas de los “populismos” europeos (salvo el punto 47 sobre la liberalización del suelo que conduce directamente al modelo de economía aznariano, uno de los fracasos más notables de la izquierda en la medida en que preparó las bases para que en nuestro país se sintiera más que en ningún otro la crisis de 2008). En lo que se refiere al programa, resumido en 10 puntos, resume la misma orientación, si bien haría falta una mayor claridad en política internacional y una condena explícita contra el mundialismo y la globalización, necesaria si el partido aspira a tener una vocación transversal a imagen de los “populismos” europeos.

No es, por tanto, una opción a descartar, sino que entra perfectamente en la catalogación de opciones que proponen elementos suficientes para abandonar la “zona crítica” e invertir la marcha hacia el abismo.

Las críticas que ha recibido este partido en las últimas semanas tienen que ver con: 1) tópicos repetidos en base a la actuación del partido en su primer período, 2) acusaciones que distan mucho de la realidad como “marca blanca” del PP, 3) acusaciones de oportunismo y de falta de sinceridad y tics propios de la clase política profesional. Lo cierto es que ninguna de estas críticas esta suficientemente razonada y no pasa del nivel de exabruptos y, en última instancia, el tiempo dirá si la tercera y última queda confirmada o desmentida por los hechos.



15. LA FEDERACIÓN RESPETO

Hace tres años fuimos de los que más tiramos del carro para concretar una aproximación entre España 2000 y Plataforma por Cataluña. A ello nos llevaba años de amistad y militancia con los que dirigían ambas opciones. Si luego nos retiramos fue por motivos personales (alejamiento físico del territorio nacional), dudas sobre la viabilidad del proyecto y sobre su velocidad de aplicación). A la suma entre España 2000 (con dos núcleos en el Corredor del Henares y en Valencia), y Plataforma por Cataluña, se han ido añadiendo otras fuerzas locales o provinciales, menores.

El problema de esta Federación es que debió forjarse cuando PxC estaba en su fase ascendente y había estado próxima a colocar un diputado en el Parlamento Autonómico en las elecciones regionales de 2010 o cuando alcanzo los 67 concejales, sus techos máximos… no cuando PxC implosionó tras la “crisis Anglada” y tras errores de orientación en 2011 impuestas por una especie de dogmatismo identitario que les impidió pronunciarse con claridad en torno al debate de aquel momento (la cuestión autonómica).

El segundo problema ha sido la dicotomía Henares-Valencia, no siempre coincidentes, orientados los primeros hacia el trabajo en los ayuntamientos de la zona y los segundos hacia el activismo callejero. En la actualidad, la Federación Respeto sigue registrando incorporaciones y altas. En su momento, se esperaba que los resultados de las últimas elecciones municipales fueran mejores de los que fueron en realidad. Entonces se calculaba que podría establecerse una “asamblea de concejales” que constituyera el motor, pero los cálculos fueron demasiado optimistas y los grupos que integraban Respeto quedaron por debajo de los 20 concejales (en las mismas elecciones, Vox obtuvo 22), lo que trabó el proyecto. Desde entonces, Respeto ha seguido avanzando, pero a una velocidad mucho menor de lo esperado, de lo deseado y de lo requerido.

Se suele situar a Respeto en el ámbito de la “extrema-derecha”, pero en realidad, está más identificado desde sus orígenes con los populismos europeos que con la extrema-derecha testimonialista. Y, en cualquier caso, los tres factores (rechazo a la globalización, defensa de la identidad nacional y voluntad de restablecimiento de la autoridad del Estado) están presentes en sus documentos y en la voluntad de sus miembros. Por tanto, puede ser considerada como otra opción válida como “bien menor”.

16. VOX FRENTE A RESPETO (Y VICEVERSA)

Parece razonable decir que Vox y Respeto comparten un área similar. Si nos atenemos al número de concejales que han obtenido en las últimas elecciones municipales, la suma es muy similar. Y en cuento a sus programas, algunos aspectos poco definidos en Vox o con cierto nivel de ambigüedad, están más sólidamente recogidos en los documentos de Respeto. Pero también es cierto que los medios de Vox son muy superiores a los de Respeto y que la velocidad de progreso de Vox es extremadamente superior a la de Respeto.

La lógica -si es que, en política, la lógica ocupa algún lugar- es que ambas formaciones colaborasen o se integrasen, pero, en cualquier caso, aplicaran la “ley de los afines” (no atacar al que es afín, no obstaculizar al afín, no invadir territorios del afín).
Las posibilidades serían tres:
  1. Vox el “partido”, Respeto la “vanguardia”.- una situación parecida a la que existe en Francia entre Ressemblament National (exFN) y “Les Identitaires”. El “partido” mantiene un perfil moderado y electoralista, la vanguardia asume el papel de fuerza activista con presencia especialmente callejera.
  2. Respeto se integra en Vox.- a la vista de que, Respeto dispone de un patrimonio electoral innegable que se traduce en un grupo de concejales con presencia real en las zonas en algunas zonas y, sobre todo, se trata de cuadros “fogueados” en materia de lucha contra la inmigración masiva. Se excluye lo contrario (una integración Vox en Respeto por razones más obvias). Lo que sí sería posible es extrapolar la antigua idea de la “asamblea de concejales” a Vox, reuniendo a los que salgan de los próximos comicios municipales de ambas formaciones en una sola asociación de concejales que estableciera políticas municipales comunes.
  3. Pacto de no agresión.- no “invadir” las zonas electorales en los que hay presencia de la otra formación política; no atacar ni realizar actividades que pudieran considerarse “agresiones” contra la otra parte; no aceptar expulsados del otro partido y, finalmente, generar una dinámica entendimiento; realización de determinadas actividades en común, especialmente por el hecho de que Respeto puede aportar un conocimiento más detallado en materia de inmigración.
Lo que está claro, con la nueva situación creada en el otoño de 2018, es que en España se está abriendo la posibilidad de apertura de un “espacio identitario” y que, en su consolidación, las dos fuerzas hoy existentes, pueden aspirar:
  •  o bien a la política [hostil] de “los inmortales”: “sólo uno puede sobrevivir”.
  •  o bien a la política [amable] de las “integraciones”: “entre todos lo haremos todo”.
  •  o bien a la aplicación de la “ley de los afines”: “no atacar al que es afín en su programa”.
  •  o bien el “juego de las partes”: “Vox partido parlamentario – Respeto vanguardia activista”.
La primera es peligrosa (porque conlleva desgastes innecesarios y luchas intestinas con aparición de tránsfugas de uno y otro bando), la según es posible pero solamente en algunas circunstancias (si el despegue de Vox logra confirmarse y en las próximas elecciones municipales Respeto logra un número apreciable de concejales); la tercera nos parece imprescindible en cualquier situación. Y la última es la salida inevitable si Vox se consolida y Respeto sigue progresando: la única que garantizaría la presencia de dos estrategias en el mismo espacio político.

15. LAS DOS OPCIONES ¿VOTAR O NO VOTAR?

Pero no olvidemos algo: el derecho al voto no es tanto una conquista como el reconocimiento de lo injusto de una democracia entendida solamente de manera cuantitativa. Es lícito cuestionar una democracia que solamente da la posibilidad de depositar un papel en una urna, una vez cada cuatro años, especialmente cuando los medios de comunicación condicionan, orientan y manipulan el voto. Mientras la democracia se reduzca a esto, no es democracia, y, por tanto, el ejercicio del derecho al voto es opcional.

Además de buscar el “bien menor”, es posible también ejercer el voto de protesta mediante el voto en blanco, el voto nulo o la abstención. No podemos caer en el “fetichismo del voto”: el voto será importante cuando exista una democracia auténtica y, junto a la representación en función de los partidos políticos, el ciudadano esté representado también mediante otros canales situados al margen de este modelo de participación.

Desde muchos puntos de vista se escuchan los llamamientos a la “reforma constitucional”, y ciertamente es necesaria una modificación de las “reglas del juego”. Ahora bien, en las actuales circunstancias una “reforma constitucional” resulta completamente imposible, salvo que se esté dispuesto a avanzar con paso firme hacia lo que hemos definido como “el abismo”: no existen posibilidades de abolir los regímenes autonómicos, cualquier reforma constitucional nos situaría, por presión de la extrema-izquierda y por complicidad socialista, en el terreno de una “Tercera República” que no sería nada más que un ajuste de cuentas y un retroceso hasta la Segunda República… si permanecemos en el terreno del realismo político: hay elementos presentes en el programa de las opciones que pueden ser consideradas como “mal menor” que no tienen la posibilidad de realizarse mientras no se cuente con dos tercios de los apoyos parlamentarios.

En la actualidad, especialmente en Cataluña y a causa del rechazo generado en parte de la población hacia el independentismo, donde más rápidamente está creciendo un nuevo asociacionismo -como en el que, en su momento, apareció en el País Vasco y fue el germen de la reacción contra ETA- cuyas posturas razonables y coherentes están más en la órbita del “bien menor” que en la de partidos como Cs que están mostrando su capacidad para cambalachear ante cualquier situación. La construcción de una alternativa pasa por variar el “modo partido” al “modo movimiento”, comprendido como tejido de asociaciones, partidos, grupos culturales, medios de comunicación que van junto en la misma dirección: alejamiento de la “zona de riesgo”, inversión de la dirección de marcha, regeneración del Estado, etc.

Esto implica que, el terreno de la política, del activismo militante o de la acción parlamentaria, no es el único, ni puede ser el único al que vayan a parar todas las energías: es preciso abrir nuevos frentes de actuación y, sobre todo, estar presentes en los debates culturales y forjarse medios propios de comunicación capaces de merecer credibilidad y respeto. Si esto no existe, jamás estarán presentes las bases que permitan el que amplios sectores de la población sean conscientes de lo que implica la permanencia en la “zona crítica”, y los riesgos de aproximarse -a la velocidad que sea- al abismo.

Esta tarea es todavía más necesaria desde el momento en el que no se trata solo de avanzar electoralmente, sino de hacerlo “socialmente”, es decir, aumentando el número de profesionales capaces de transmitir, no solamente el “deseo de votar” a una opción que supongo el “bien menor”, sino de adherirse, activamente, a la tarea de la reconstrucción nacional.

Porque a medio plazo van a hacer falta profesores capaces de educar alumnos, hará falta relanzar la natalidad, consciente, responsable y eficiente y, para ello, no bastará solamente con mejorar el tratamiento fiscal a la paternidad, ni subvencionarlo… sino contar con padres capaces de asumir la tarea educacional. Hará falta reforzar el aparato del Estado y, para ello, será precisa la aparición de una “nueva conciencia nacional y cívica” que desplace las décadas de malos hábitos o, incluso, los siglos de inercia y apatía, individualismo y despreocupación que han sido compañeros inseparables de España y de los españoles. Y para ello hace falta algo más que depositar el voto: es preciso el compromiso activo de franjas amplias de la población.

Se dice, con razón, que la política es el “arte de lo posible”, pero también es cierto que ante las enfermedades sistémicas de nuestro ordenamiento político-social y cultural, no basta con la “política” concebida en tanto que gestión de lo cotidiano. Julius Evola nos decía que es preciso tener en cuenta “objetivos cercanos” y “objetivos lejanos”, a corto y largo plazo. Uno de sus títulos iba en esa dirección, incluso en el título: “El arco y la maza”. Hace falta mirar a largo plazo.

Desde este punto de vista: abandonar la “zona crítica” es una urgencia de nuestro momento histórico. La caída por un precipicio no es la mejor garantía de recuperación de una sociedad. Pero invertir la marcha y no renunciar a poder ofrecer a nuestros hijos un “bien mayor”, desde el cual poder contemplar el sinsentido de la modernidad y volver a la normalidad de un “Orden” digno de tal nombre, es el objetivo final del que la búsqueda del “bien menor” es solamente una etapa intermedia.

LA TEORÍA DEL "BIEN MENOR" - I PARTE
LA TEORÍA DEL "BIEN MENOR" - II PARTE
LA TEORÍA DEL "BIEN MENOR" - III PARTE

LA TEORÍA DEL "BIEN MENOR" - IV PARTE