Ayer domingo, las agencias informativas hacían correr dos
noticias contradictorias entre sí: la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil y la
intención de los productores de Los Simpson de eliminar el personaje de Apu, el
entrañable gerente del badulaque. La primera noticia supone una bofetada a lo
políticamente correcto, propinada por el electorado brasileño ante una
izquierda local corrupta, especializada en destinar dinero para “los pobres”
que luego reaparece en sus cuentas corrientes en Suiza o en cualquier otro
paraíso fiscal. En las antípodas tenemos la eliminación de Apu de la serie como
canto a la corrección política. Se objeta contra él, el que, a pesar de ser uno
de los personajes más populares, “estereotipa” a los inmigrantes hindúes y
pakistaníes. Ambos sucesos son sintomáticos.
De un tiempo a esta
parte, divertirse se ha convertido en algo sospechoso para los sumos sacerdotes
del progresismo. Los chistes de gays han sido completamente eliminados de
los espectáculos públicos porque “mantienen los clisés”, con los chistes de
gays se han ido también los de gangosos. No se les ocurra contar un chiste de tartamudos
porque pueden ocasionar una revuelta de los defensores de la corrección, por “trata
vejatorio, denigrante y humillante”. Se sabe, por ejemplo, que feministas y
gays han protestado cuando aparece como asesino, criminal o manipulador algún
personaje mujer u homosexual. No hará ni diez años un personaje de la popular
serie Aida, fue censurado por algún chiste sobre un afectado por el “síndrome
de Shekel” (enanismo, palabra prohibida). Y si alguien piensa en colocar a un
inmigrante en una serie, cuidado, debe ser un tipo abnegado, entregado,
heroico, honesto y con valores positivos que se salgan a borbotones desde el
momento mismo en que salta de la patera o cruza la valla. Por algún motivo
solamente se concede que existan inmigrantes malvados, sádicos, crueles,
alcoholizados y agresivos, entre… los que llegan de países eslavos. Fíjense y
lo comprobarán. ¿El resto? Almas cándidas.
Tolerancia, nada de
violencia contra nadie, todo tiene una solución tranquila pacífica y feliz, no
nos pongamos nerviosos, la cultura y la educación lo resuelven todo. Por eso ha
ganado Jair Bolsonaro en Brasil. La población pide guillotinas y patíbulos. Y
me parece lógico: puestos a haber muertos, mejor que sean los delincuentes que
las gentes honestas. Y puestos a ver estereotipos, al menos que se correspondan
con toda la realidad.
Resulta significativo, por ejemplo, que la corrección
política imponga que el islam es como cualquier otra religión y que, el
yihadismo es cualquier cosa menos una rama del islamismo. El cuidado que se
pone en no herir susceptibilidades de los islamistas, contrasta con el silencio
y la tolerancia hacia quienes atacan a la Iglesia Católica (que probablemente
merezca ser atacada, pero que también tendría derecho a reivindicar su “derecho
al respeto” derivado de las regla de oro
de la corrección política: “no atacar a nadie, no ofender a nadie, no herir a
ningún colectivo”… Al final del
camino lo único que existe es un mundo gris, robotizado, sin emociones, sin
libertad para reír, codificado hasta el extremo: un mundo modelado por una
secta tiránica y terrible, con sus sumos sacerdotes, sus dogmas inexplicados e
inexplicables y sus convenciones selectivas: “a estos los puedes atacar, a estos otros ni tocarlos”…
Y llegamos a Apu. ¿Quién es? Un personaje secundario de la serie Los Simpson. Es inmigrante de origen bengalí. Regenta un badulaque, pero en su país estudió ingeniería informática y realizó una tesis doctoral sobre el juego de damas chino. Es un personaje tenaz y trabajador. Padre de una familia numerosa y fiel a Ganesha. No malgasta lo que gana. Es un ahorrador empedernido. Es vegetariano. Ha terminado nacionalizándose norteamericano. Poco a poco ha ido progresando hasta convertirse en un empresario de éxito. Conserva ese acento característico de los inmigrantes procedentes del sur de Asia…
Si tenemos en cuenta que, en una serie cómica, como Los Simpson, todos los personajes son “estereotipos”
a nadie le sorprenderá que exista el estereotipo del inmigrante establecido en
los EEUU e integrado en la sociedad norteamericana. Hay que decir que el personaje es simpático y que los hindúes y
pakistaníes no se ofenden: muchos de ellos han seguido recorridos análogos.
Yo mismo tengo conocidos pakistaníes, que han abierto badulaques y responden a
todas las características de Apu, y
por los que -vale la pena añadir para dar testimonio de ello y no por
corrección política- les tengo mucho aprecio: han venido para trabajar, para prosperar y prestan un servicio… Como Apu.
Sin embargo, Apu
va a ser eliminado de la serie. Hace tiempo que no veo Los Simpson. Una serie no
puede durar tanto tiempo (el 2019, cumplirá 30 años), pero albergo la mayor de
las simpatías hacia Apu. Además, tengo
particular interés por la carrera de Frank Azaria, el actor norteamericano que
le dobla en inglés. Sería mejor que liquidar
a la serie antes de que otros personajes empiecen a ser torpedeados por la “corrección
política”: ¿o es que el Bar de Mo
no extiende el alcoholismo? ¿o es que no hay cierto antisemitismo en el hecho
de que Krusty el payaso sea judío? ¿puede
admitirse que Seymour Skinner esté al
frente de un colegio de niños? ¿Y Montgomery
Burns? ¿acaso no tiende a que despreciemos a los “señores del dinero”, esas
almas caritativas que, como George Soros, sólo buscan de manera altruista y
desinteresada el progreso moral de la humanidad? ¿porqué los niños deben ser
considerados gamberros como Bart Simpson
y las niñas estudiosas como Lisa? ¿no
es eso una odiosa muestra de sexismo? Marge
Simpson, amantísima esposa, ¿no desmerece a las familias monoparentales? ¿debería
de ser eliminado el Actor Secundario Bob
que niega las virtudes de la reinserción en materia penitenciaria? ¿Por qué, Smithers, el secretario de Montgomery
Burns es tan irrelevante, siendo el único gay de la serie? ¿no debería igualarse,
como mínimo a su jefe? Y así sucesivamente.
Pero los sumos sacerdotes de la corrección política son conscientes de que
deben de ir poco a poco: cortando las rodajas del salchichón. De lo contrario,
sus intenciones (imponer la tiranía de lo que ellos consideran admisible e
inadmisible) serían desenmascaradas.
¿Entienden lo que ha
ocurrido en Brasil? Que la gente estaba harta de “corrección política” y quería
llamar al pan, pan, y al vino, vino. Sin eufemismos, sin artificios, sin
miedos. O lo que recomendaba Unamuno en su Vida de Don Quijote y Sancho: “llamar ladrón al ladrón y adelante”. No
querían más relativismos, ni paños calientes: el electorado brasileño quería
que el sol siguiera naciendo por el Este y se ocultara por el Oeste. Y lanzó
por la borda a los que sugerían que los cuatro puntos cardinales eran iguales y
el sol no tenía que beneficiar a uno en concreto y perjudicar a otro. Ayer en
Brasil perdieron los que en EEUU han logrado eliminar a Apu. Elijan, por que no hay una “tercera vía”.