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domingo, 15 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (78) - ¿SELECCIÓN NACIONAL?


Me cuentan que “Francia” ganó el mundial de fútbol. Créanme que eso me deja tan frío como alicatar un iglú. La misma frase de “jugar al fútbol” entraña su banalidad. Y, por lo demás, los que se divierten, deberían ser los que juegan al fútbol, no los que lo ven sentados. En realidad, yo mismo jugaba al fútbol (como extremo izquierdo, por cierto) y nunca he perdido mucho tiempo viendo partidos. Nunca he entendido el fanatismo futbolístico, el patriotismo futbolero que es, cualquier cosa menos patriotismo), ni siquiera el que la gente pague para ver partidos. Me dicen que sí, que el ambiente de un partido es exaltante y que hay más calor que en la primera comunión de Kanouté. Será eso… pero a mí no me va. De todas formas, no es de eso de lo que me quejo sino de que no entiende de qué puede sentirse orgullosa una ciudad cuando, por ejemplo, apenas ninguno de los jugadores de su equipo es hijo de esa villa. O cuando gana una “selección nacional” cuyos apellidos y físico no encajan para nada en el perfil étnico de esa nación. Y de eso si que me quejo y lo considero una de tantas cosas incomprensibles.

La lógica implicaría, en primer lugar, que un deporte –y el fútbol lo es- siguiera las normas olímpicas del Barón Pierre de Coubertin: es decir, que fuera cosa de amateurs. Lo que resulta incomprensible es que se explote el orgullo nacional y el orgullo local sobrepagando a unos tipos para que corran con pantaloncito corto detrás de un balón con los colores nacionales que les importan mucho menos que la bolsa. Lo normal es que ganen los equipos que tienen más recursos económicos y pueden contratar mejores técnicos y futbolistas. Así pues, el fútbol es, sobre todo, cosa de inversión. ¿Y por qué no gana siempre el que más invierte? Respuesta: porque el azar forma parte del juego. Y a veces, incluso, las mordidas que hacen ganar y perder partidos, falsean resultados y, sobre todo, amañan apuestas. Se dice que la liga española es “muy competitiva”, cuando en realidad, lo que se quiere decir es que mueve mucho dinero. Gran parte procede de esponsores, pero otra lo pone el público con sus abonos y entradas, no precisamente baratas. El tránsito de miles de millones entre clubs, intermediarios, representantes, interesados, las deudas a la seguridad social, el dinero negro, todo eso, hacen del fútbol espectáculo de masas en el que la deportividad, el fair-play, o el orgullo quedan aparcados.

Y luego está la importación de jugadores. Yo no sé de que pueden sentirse orgullosos los habitantes de Villarriba si tienen tres jugadores magrebíes, cuatro africanos, dos argentinos, uno con pasaporte inglés pero que ha nacido en cualquier sitio menos en las Islas Británicas y dos que, para colmo han nacido en Villabajo. El entrenador italiano y el masajista portugués. Por poner un ejemplo. ¿Pueden estar orgullosos los habitantes de Villarriba de los éxitos de su equipo? ¿deben derrumbarse cuando siguen la ruta del Alcoyano? Y lo mismo vale para las selecciones nacionales.

Ahí tienen al equipo croata que ha llegado a la final y cuyos miembros parecen homogeneizados, no solamente por la camiseta ajedrezada, sino por el origen y los apellidos de sus miembros, frente al equipo francés que parece una colección de apellidos exóticos de los que solo tres tienen apellidos galos.
Encontraría cierta lógica a que los equipos locales y provinciales echaran mano a la cantera y vivieran solamente de la cantera. ¿Ganarían solamente los equipos de provincias grandes? No está claro. A lo mejor, los de provincias con climatología hostil, más rurales, resultan ser más duros y resistentes. Sin olvidar el factor voluntad. ¿Qué el espectáculo perdería vistosidad? Claro que perdería. ¿Es malo que el fútbol remita? ¿No será que ha llegado demasiado lejos como espectáculo de masas? ¿No existe demasiada obsesión por el fútbol aquí y ahora? Hasta los más fanáticos que conserven una mínima objetividad deberían reconocerlo.

En los años del franquismo, cuando la TV ponía un partido a la semana y otro el 1º de mayo, los progres de pastel decían que el franquismo utilizaba el fútbol como opio del pueblo ¿Qué dirían hoy cuando raro es el día de la semana que algún canal no obsequia con un partido e incluso cuando existen canales temático de fútbol para recordar el fabuloso encuentro Minglanilla-Bollullos del 6 de septiembre de 1965? ¿Qué la gente tiene que divertirse? Claro, el ocio es otro de los elementos que nos diferencian de los animales. Pero hay ocios activos y pasivos, motivadores y productivos, o estáticos e irracionales. Dime que ocio elijes y la importancia que le das y te diré de la pasta de la que estás hecho

Me quejo de que Gustav Le bon, hace más de 100 años tenía razón cuando decía que en un espectáculo de masas, el nivel medio de inteligencia y reacciones del público, no es el que corresponde a la media aritmética entre sus miembros, sino que se sitúa en el nivel más bajo del más bajo de los presentes. Me quejo de que cien años después, Le Bon sigue teniendo razón.