Cada día practico la costumbre adquirida
durante décadas: leer la prensa diaria, seguir las principales noticias, tratar
de hacerme una composición de lugar, lo más objetiva y realista posible de la
actualidad: francamente, cada vez encuentro menos noticias que me interesen.
Creo, efectivamente, que estamos a punto de experimentar un cambio brutal en la
situación política internacional y, concretamente, europea. Pero,
lamentablemente, no veo, absolutamente ningún elemento esperanzador en España.
Y servidor ya está cansado de participar en saraos e iniciativas que no
terminan de arrancar.
Así como en cualquier otro país se
perciben luces, en España, por el contrario, se han ido disipando las
esperanzas que servidor podía tener. Así pues, sigo el consejo de Evola en Cavalgar el Tigre: "apolitia", no desinterés, pero sí distanciamiento. Ni apatía,
ni abulia, ni desinterés: simplemente, realismo, objetividad y…
distanciamiento.
No es la primera vez que me invade esa
necesidad (en los 80, de retorno del exilio y tras salir de la cárcel, me
acompañó casi siempre y en los 90, fue inseparable), pero sí la vez en la que reconozco
la falta de mimbres suficientes como para que el “ambientillo” (en sentido
amplio) pueda salir de su estado de indigencia. Es más, creo que todavía se
contraerá más en los próximos años. Y la muestra es que los grupos que hace
diez años existían, o han desaparecido o en la actualidad se han empequeñecido.
Es así de simple. Ni amargura, ni desolación, simplemente, constatación de cómo
veo las cosas. Conozco y entiendo de política, así que esta opinión es
suficientemente objetiva. Ni me he peleado con nadie, ni he tenido rupturas
traumáticas, ni trifulcas habituales: simplemente, constato lo que veo. No creo
ni en "uniones" de 0+0, ni en "nuevas iniciativas nunca antes experimentadas":
esto es España y aquí, cualquier proyecto parte con unos déficits y lastres que
por años se han mostrado insuperables, hasta que, finalmente, comprometen
cualquier proyecto desde el momento mismo en que se idea.
Algún amigo me ha sugerido que haga
un balance de cómo la situación. Hace unos años, lo habría hecho, hoy creo que
ni siquiera vale la pena constar lo que todos podemos ver a poco que nos
esforcemos. Cuando la noche es noche, no hay motivo para escribir un largo
ensayo sobre porque está oscuro. Simplemente España es un páramo político, aquí
todo lo que nace en política –y no importa en qué sector del espectro político de
a luz- es pobre, paticorto, cuernilargo y, a la postre, desgraciaete, desde Podemos
a Cuidadanos, desde una a otra ultra. Aquí ni euroescépticos, ni identitarios,
ni variante alguna de lo que genéricamente se ha llamado "el
ambiente" ni está cuajando ni puede cuajar; la esperanza de que esto
cambie lustros adelante es vana: como una carrera en la que la meta se aleja a
la misma velocidad con la que avanzan los corredores. Simplemente: todo sigue
su curso, el único que podía seguir. Es una ley de la física experimental: “Cuando
se dan las mismas condiciones de presión y temperatura en un experimento,
siempre sucede lo mismo”.
¿Lo peor de todo? Que no hay
reflexión sobre el porqué se permanece inmóvil y con tendencia al retroceso. En
esas circunstancias yo no voy a ser el "Pepito Grillo" del ambiente;
he asumido este papel más tiempo del que hubiera deseado, ni me gusta, ni me
corresponde. La creencia en que los éxitos en Europa arrastrarán en España
triunfos similares no es válida: si se produce el contagio será en partidos que
habrán surgido, no del "ambiente", sino de fuera del mismo.
¿Apostamos? De ahí que ni siquiera crea que valga la pena abordar una crítica a
lo que es evidente.
Vale la pena destacar que los
"amigos" siguen siendo "amigos" y que no se ha producido ni
ruptura traumática, ni siquiera discusión: es, simplemente, que no creo que se
estén haciendo las cosas bien, ni que ninguno de los sectores del ambientillo
pueda arrancar, ni en las municipales de 2018, ni en las generales de 2020, ni
en las europeas... Creo que levantar o crear un sector político es una TAREA
CORAL de gente con experiencia (no de siglas) y sentido común que DEBATEN
JUNTOS hasta alcanzar la claridad: doctrinal, política, estratégica y
organizativa. Gentes que saben lo que quieren y, lo que es más importante, cómo
lograrlo. O lo más importante aún: lúcidos en cuanto a las iniciativas a
adoptar para lograr la meta. Y esto, no ha existido, ni da la sensación de que
nadie esté interesado en impulsar. Y es precisamente por eso, por lo que creo
que el ambiente no tiene posibilidades de levantarse.
Sin olvidar, claro está, que algo más
de la mitad del año la paso fuera de España. Me alegraría que existiera gente
capaz de alumbrar un proyecto o viejos camaradas que reconociendo cómo están
las cosas y cuáles son las necesidades actuales, imprimieran giros radicales a
sus iniciativas. Saben que siempre estaré con ellos y que no tendré el menor
empacho en reemprender el camino cuando un proyecto tenga “cuerpo” y lucidez en
el planteamiento inicial; pero, por favor, la vida es bella, hay muchos temas
que me interesan (la historia, el cine, las series, viajar, disfrutar de la
vida y gozar sin tiempos muertos) y el seguimiento de la actualidad política a
efectos de que pueda ser utilizado por militantes de algún movimiento, hoy no
entra dentro de mis prioridades. Por lo demás, creo que sigo pagando una cuota
por banco. Lo digo por los que achacan “inconstancia” el hecho de espaciar cada
vez más artículos y comentarios políticos o haber renunciado definitivamente al
proyecto de publicar un digital (no es de falta de lectores, precisamente, de
lo que me quejo). Ni me siento viejo ni cansado. Todo lo contrario. Lo que pasa
es que eso de tropezar una y otra vez, y otra más y aún otra, con la misma piedra,
no va con mi carácter.