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lunes, 26 de septiembre de 2016

¿Ha habido elecciones en Galicia y País Vasco?


Hace unos días, en un post publicado en info-krisis el 13 de diciembre (El nuevo curso político ha comenzado) decíamos (corto y pego) “Las elecciones gallegas y vascas que están aquí, pero alterarán poco la situación política general: parece que en Galicia la victoria del PP está cantada y se encuentra próximo a la mayoría absoluta. Pero Galicia pesa, políticamente poco. Ni ahí, ni en las elecciones vascas, Cs no obtendrá –presumiblemente- diputados con lo que llegará a las elecciones  generales debilitado y con pocas expectativas. Ganará, claro está, el nacionalismo –a fin de cuentas, el electorado vasco es conservador y lo más conservador allí es el PNV- con una menor presencia abertzale, la izquierda dividida entre Podemos y el PSE, desaparición de UPD y empequeñecimiento del PP y del PSE”… y esto fue, ni más ni menos, lo que ha ocurrido. Como no podía ser de otra manera. Así que ¿para qué ver los largos informativos de TVE y de la Sexta, sobre este tema? No solamente, sabíamos lo que ocurriría –estaba cantado- sino era evidente lo que dirían los tertulianos habituales, los dirigentes de los partidos (por cierto, que nivelazo, el de la izquierda gallega y vasca que todavía se creen que pueden hablar en nombre del “pueblo” y que “pueblo”, lo que se dice “pueblo” solamente se puede aplicar a sus votantes…). Rostros decepcionados en el PSOE vasco y gallego. Veiras con cara de leñador que se ha machachado un pie tras haberse fumado un porro. Pelotas y pelotilleros a tutiplé rodeando a Feijó. Individuos e individuas de miradas torvas y casi de clientela de sala de espera de psiquiatra de la Seguridad Social entre los abertzales. Y poco más. Lo esperado.

Nadie nos podrá acusar de conocer los resultados por el móvil, mientras veíamos Wallander en TV2 y aquel episodio tantas veces emitido y tantas veces admirado de Poirot, Maldad bajo el sol. Y a dormir. Aquí no ha pasado nada. Y cada vez le importa a menos gente (incluido al que suscribe). Cada vez, por el contrario, está más claro para todos, que la política, en las actuales circunstancias, solamente importa a quienes viven de ella. En cuanto al resto, bastante tenemos con vivir y procurar disfrutar de la vida, lejos de una clase política compuesta por un primer círculo de “listos”, y un primer entorno cercano –cuñados, primos, sobrinos, amigos de toda la vida, compañeros de clase o individuos suficientemente rastreros como para mendigar cargos y hacer negocios bajo el sol del poder– de oportunistas sin escrúpulos, seguido por un entorno difuso de votantes que creen que su situación mejorará si gobierna la cara antes que la cruz de la misma moneda. La política española aburre, justamente porque lo más original que ha aparecido en los últimos años es Podemos y Podemos es la izquierda de toda la vida, sin pana y con tejanos, con menos barba y más coletas. La de “libertad, igualdad, fraternidad” y poco más. Aburrida, donde las haya. Limitada, a ratos torpe y mendaz, verdaderos panfletos parlantes con menos fondo que un tapón de chupitos. Mientras, la derecha a lo suyo, los nacionalistas cantando las glorias regionales, Ciudadanos deslizándose hacia el mismo destino que UCD y aquel CDS que le siguió. Y el PSOE, sin querer reconocer que ha encajado tres derrotas una tras otras (generales, gallegas y vascas) y que con 80 diputadillos, ni Sánchez puede llegar a presidente del gobierno, ni siquiera a seguir mucho tiempo al frente del PSOE.

Sí, porque las elecciones de ayer, no variaron en nada eso que se ha dado en llamar “bloqueo político”, pero nos están aproximando al desenlace que preveíamos en nuestro post del hace trece días: Sánchez, acosado por los suyos, en lugar de tender hacia la “gran coalición” (con el PP, claro) con lo que el PSOE, al menos, momentáneamente, salvaría los trastos, tocaría poder para satisfacer a sus comisionistas y podría lamerse las heridas a la espera de que cicatrizaran, optó, desde el principio de sus días como secretario general por dárselas de Zapatero redivido. Y si éste tenía ya poca talla política y menos visión que un topo jubilado, cerrando cualquier posibilidad de un acuerdo con el PP. Esta línea hubiera sido “justa” y adecuada, si en las dos últimas elecciones el PSOE hubiera demostrado vitalidad, quedando a poca distancia del PP. Entonces hubiera seguido hegemonizando a la izquierda y haciendo creíble una propuesta de “frente popular” con Podemos y con ERC… pero el problema era que en las dos últimas elecciones generales la distancia que separa al PSOE del PP se ha ido ensanchando, éste ha ido aumentando su expectativa de voto y aquel se ha ido contrayendo cada vez más. Los resultados de ayer, en Galicia y en el País Vasco, permiten pensar que esta tendencia se irá acentuando y que los votos que conserva el PSOE en la izquierda se deben más al papelón que está haciendo Podemos (problemas interiores, problemas de encaje entre sus infinitas componentes, mala gestión en los ayuntamientos, diferencias abismales de estilo, matices y actitudes entre sus dirigentes...) que a los méritos propios del socialismo, al que le cuesta reconocer que ya no es lo que era.

Es fácil intuir lo que ocurrirá en los próximos tres meses: fracaso estrepitoso de Sánchez al postularse como “presidente del gobierno”, ofensiva interior contra él, amplia derrota socialista en las elecciones de diciembre y aumento del voto al PP reforzado por ciudadanos que están hartos de provisionalidad y de ver como mediocres entre los mediocres intentan ser presidentes imposibles. Buena parte de los electores que darán la victoria al PP en las elecciones de diciembre, irán no solo con una pinza en la nariz, sino con los dedos cruzados, procurarán ni siquiera mirar la papeleta del PP y cambiarán de canal en cuanto conozcan si el PP llega a la mayoría absoluta o le hacen falta unos pocos votos que le vendrán por lo que Rivera pueda salvar de la quema o por un PSOE que en la misma noche electoral de diciembre, dimite y deja en puesto a barones mucho más realistas que él. Lo que está claro es que a Sánchez, ese muñecolate puesto al frente del PSOE a falta de alguien serio (elegir entre él y Madina era elegir entre las ganas de comer y el hambre), se lo comen antes de Navidad. Y, cuidado, que a la que se descuide, Rivera va a seguir los mismos pasos: que mire a Rose Díez y vea que los cementerios políticos están repletos de gente que se postuló como centrista y no pasaron de ser advenedizos sin ideas.

Recientemente, hemos estado leyendo sobre los resultados electorales en todos los países europeos. Salvo España y Portugal, en el resto del continente, en el Este y en el Oeste, en el Norte y en el Sur, han aparecido formaciones nuevas que mantienen nuevas actitudes políticas. La mayoría nacieron en el filo del milenio, luego la crisis de 2007 los convirtió en grandes fuerzas políticas y la negativa a reconocer los problemas que generó la gestión de los partidos tradicionales, ha hecho de ellos ha convertido a estos partidos emergentes en segundas, terceras fuerzas y, en algunos casos, en primera opción para el electorado: sólo en la Península Ibérica estamos aquejados de esclerosis política o sometidos al permanente déjà vu de una “nueva izquierda” (Podemos) que es como la vieja o de remakes de baja cota (Ciudadanos). Un país en el que el partido más votado y que vencerá en diciembre, es aquel que tiene a mas dirigentes sentados en el banquillo, es un país  ante el que ni siquiera los que se ponen las camiseta de “orgulloso de ser español”, pueden sentirse orgullosos.

(c) Ernesto Milà - info|krisis - http://info-krisis.blogspot.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.