La CUP ha exigido de nuevo un “referéndum unilateral de
independencia”, el famoso RUI, ante el que CDC se mantiene escéptico y ERC
abierto. ¿Qué está ocurriendo? Es fácil:
CDC, al ver bajar radicalmente sus votos en las pasadas elecciones se empieza a
mostrar más partidario de un acuerdo con el gobierno del Estado: dejar que
prescriban los delitos de los que se acusan al clan Pujol y a la cúpula de CDC,
a cambio de congelar la independencia. ¿Problema? Que sin el apoyo de ERC y de
CUP, el gobierno Puigdemont cae inmediatamente.
Lo único que unía al gobierno Puigdemont era el acuerdo en
mantener el proyecto de “independencia a 18 meses”. Pero, a medida que pasa el
tiempo, y a medida que se va evidenciando la pérdida de fuerza de CDC, la
posición de Puigemont se vuelve más y más inestable. Si hace unos días, declaro
que mantenía la propuesta del RUI, ahora, cuando la CUP le ha pedido que
convoque una cumple independentista, el “president” se ha negado.
Lo que plantea la CUP es un referéndum sin el consentimiento del gobierno.
Propuesta viciada de base porque la experiencia de los seudo-referéndums locales
que se celebraron en 2011-2012, o el del nuevo intento de noviembre de 2014,
indicaron a las claras que en estas convocatorias solamente acuden los
soberanistas. Sin olvidar que las elecciones autonómicas demostraron que el
soberanismo carece de fuerza social suficiente para lograr la independencia.
Las posiciones están así: CUP por el “referéndum unilateral”; CDC
en contra; ERC, por la negociación entre fuerzas independentistas. Puigdemont
ha despachado de mala manera la propuesta de la CUP: “no están en condiciones
de pedir nada”… lo que podría aplicarse a CDC que tampoco está en condiciones de
negociar nada: salvo el indulto encubierto a cambio de congelar la
independencia. En cuanto a ERC, parece no darse cuenta todavía de la falta de
base social del proyecto independentista, que daría una respuesta negativa
especialmente si se plantea una pregunta clara: “Indepencia Si – Independencia No”.
No olvidar que la pregunta en el referéndum convocado por la Generalitat en
noviembre de 2014 era deliberadamente ambigua: “¿Quiere una Cataluña independiente
integrada en la Union Europea?” e incluso engañosa porque la UE había declarado
por activa y por pasiva que es una “unión de Estados Nacionales”, no una unión
de Estados segregados de sus socios.
Dentro de CDC existen dos puntos de vista: el de Puigdemont que
quiere mantenerse el tiempo que pueda en el poder y cuya posición está más
cerca de ERC que de su propio partido, y la de la dirección el mismo,
incluyendo a Mas y a Homs, que, de momento, tienen bajo su cabeza el proceso
por haber convocado el referéndum del 9N (incluida la acusación de malversación
de fondos, cohecho, etc) y la petición fiscal de 7 años de cárcel e
inhabilitación.
Sin olvidar, para terminar el “pastel catalán”: Cataluña en Común (Podemos)
que son (en general) soberanistas, pero no independentistas, y que se
mostrarían partidarios de un referéndum pactado. ¿La guinda? La guinda siempre
han sido los socialistas que, puestos a proponer, proponen un referéndum
pactado, pero no para llegar al independentismo, sino al federalismo.
¿Quién da más? ¿Por qué no preguntar directamente al electorado si
está o no harto de que no exista tarea de gobierno en Cataluña desde hace 14
años y sí exista una gestión de la imposible, inviable e indeseable
independencia?