Info|krisis.- Traducimos unas declaraciones de Alain de
Benoist sobre el yihadismo que ponen el dedo en la llaga. Una cosa es el
yihadismo en Oriente Medio y otro el realmente existente en territorio europeo
con un origen muy distinto. Para poder combatir al yihadismo es preciso
reconocer dónde está el origen del problema. De ahí que los actuales Estados
Europeos sean incapaces de identificar a un adversario que ellos mismos han
generado al actual negligentemente admitiendo inmigración masiva y
descontrolada y creyen que subvencionando a unos cuantos programas de
"integración" por medio de asociaciones inexistentes, el problema se
capeará...
Para
que esta unidad nacional que se repite en nuestros odios desde hace días tenga
un sentido, esto, precisa de la amenaza de un enemigo común. Pero ¿quién es,
sabiendo que nadie lo ha identificado por el momento? Mencionar sólo al
"terrorismo", sigue siendo un poco vago ...
Actualmente estamos presenciando
gesticulaciones incesantes que hacen todo lo posible para no llamar al enemigo
con su nombre. El concepto de que el enemigo se vuelve problemático desde el
momento en que no queremos tener, porque nos hemos olvidado que la historia es
trágica y queríamos para proscribir la guerra. Pero hay al menos otras dos
razones para esta negativa de llamar al enemigo por su nombre. La primera es
que esta designación parece políticamente incorrecta, pues es susceptible de
"amalgamar" (palabra de origen árabe: Amal-jammâa). La segunda y más fundamental, es que la clase
política no es ajena a su apariencia.
Francia ha cometido dos errores muy
graves: la guerra en Libia que sumió al país en una guerra civil y la convirtió
en un arsenal al aire libre y el caso de Siria, en la que apoyamos a los
opositores de Bashar al Assad, que son los mismos islamistas que nuestras
tropas que luchan en Irak y Malí. A esto se suma que "el Estado Islámico
fue establecido por los Estados Unidos", como se recuerda sin rodeos el
general Vicent Desportes, ex director de la Escuela Superior de Guerra, en el
Senado el 17 de diciembre, y que el terrorismo no ha dejado de ser financiado
por Qatar y Arabia Saudita, que consideramos a la vez como clientes y aliados.
En el caso de terrorismo doméstico, el
problema es el mismo. Ya no estamos, en efecto, frente a un "terrorismo
global", como experiencia en el mundo en el momento de apogeo de Al Qaeda
sino como Xavier Raufer sigue repitiendo, nos enfrentamos a un terrorismo
autóctono, realizado por la escoria de las banlieus que realizaron su
aprendizage en el mundo e la deluncuencia antes de convertirse en bombas
humanas bajo el efecto de adoctrinamiento o de una ilusión compartida. De
Mohammed Merah a los hermanos Kouachi, este terrorismo es inseparable de la
delincuencia (no es con petrodólares, sino con el producto de los robos de
proximiad que los terroristas obtienen su Kalashnikov).
La lucha contra "gangsterrorisme" implica apoyarse en la actividad
policial contra la delincuencia. Sin embargo, si existen informaciones sobre
este sector, no son explotados, precisamente por la negativa a admitir la
realidad, es decir, que el terrorismo es una de las consecuencias de la
inmigración. En Francia, en otras palabras, se ha segregado un nuevo tipo de
terrorismo al dejar que se formara un ambiente criminal que escapa en gran
medida al control de la policía. Por eso, estos terroristas, aún cuando eran
vigilados, no se previó que pudieran pasar a la acción. Las directrices emitidas
por la policía no eran buenas. Hemos preferido controlar Internet y especular
sobre el regreso de los jihadistas de Siria u Oriente Medio en lugar de buscar
informaciones sobre el terreno, en el corazón de las ciudades y las banlieus.
Pero el problema no radica en el Yemen o Siria, sino aquí, en los suburbios.
¿Estamos
en guerra?
El terrorismo es la guerra en
tiempos de paz. Y también, en palabras de Paul Virilio, la "guerra sin
fin, en ambos sentidos de la palabra." En el extranjero, estamos en guerra
contra el yihadismo, rama salafista
terrorista del Islam. En Francia, estamos en una guerra contra el terrorismo
interior, puro producto de la inmigración descontrolada que hemos dejado de
desarrollarse como un caldero de las brujas de la que emergen escorias más o
menos estúpidas, pasadas del gansterismo al Islam radical, luego del Islam
radical a la yihad instintiva.
¿Quién puede creer que vamos a
resolver el problema con "cursos cívicos" en la escuela, con cantos a
la laicidad, consideraciones piadosas extraídas de la historia sagrada del
"vivir juntos" o nuevas leyes en forma de exorcismos vudú
"contra-todas-las-discriminaciones"? Sin embargo, es aquí exactamente
donde estamos. La clase dominante se ha vuelto completamente prisionera de su
incapacidad para ver los problemas de frente, causa principal de su indecisión
(y de su consternación porque ya no sabe qué hacer). Pretende combatir contra
un enemigo que no es capaz de reconocer porque sabe que es el Golem que él
mismo ha engendrado. El doctor Frankenstein no puede luchar contra su criatura
porque es... su criatura. Terroristas como Mohammed Merah (su prototipo) son
los frutos de treinta años de angelismo y de ceguera involuntaria sobre la
inmigración, de una "política urbana" cuyos costes ascienden a 100
millones de euros convertidos en humo tras haber sido distribuidos a
asociaciones ficticias y de una "cultura de la excusa" que se ha
convertido en cultura de la impunidad.
© Entrevista realizada por Nicolas
Gauthier - Traducida por Ernesto Milá para info|krisis -
http://info-krisis.blogspot.com - Prohibida la reproducción de este texto sin
indicar origen.