Info|krisis.- Las últimas encuestas de opinión muestran que la erosión del PSOE es
irreversible, mientras que Podemos se
ha estancado e IU no se recupera. El PSOE solamente resiste, mal que bien, en
Andalucía, acosado por procedimientos judiciales pero con una estructura
clientelar que le da cierta tranquilidad. Mientras, ERC, compitiendo por ser el
partido mayoritario en Cataluña, ve, horrorizada, como el voto de protesta
abandona el soberanismo y se orienta hacia Podemos. ¿Y a la derecha? ¿Cómo está la derecha ante la crisis de las
formaciones hasta ahora mayoritarias que se inició en las pasadas elecciones
europeas? Esta es la cuestión: la derecha, está, a pesar de los pesares,
resistiendo mejor.
Vaya por delante que, en las
actuales circunstancias, cuando cualquier empresa de sondeos acepta firmar no
importa qué resultados, con tal de que el beneficiario de los datos los pague
bien, fiarse de las encuestas resulta algo imprudente. La última encuesta
publicada por El País, dando como
vencedor en Madrid al PSOE es algo más que increíble: es la muestra de que la
opinión pública puede ser manipulada como se manipula un bloque de arcilla.
Todo depende, pues, de quien publique las encuestas, de en qué momento se
publiquen y si encajan o no con la percepción que tenemos de lo que está
ocurriendo en la calle.
El que una encuesta pagada por La Razón
y realizada por NC Report
(una las empresas que, por cierto, más fallan en las encuestas a pesar de
alegar que trabajan con una muestra más amplia) indicara el pasado 15 de
febrero que el PP conserva un 29,3% de votos o que Ciudadanos experimenta un
crecimiento importante, o que Podemos
se ha estancado, no sería demasiado, sino fuera porque la percepción directa de
la realidad abona es posibilidad.
Podemos estancado. Ciudadano en ascenso
En efecto, las campañas contra Podemos, intentando erosionar la
credibilidad de su equipo dirigente vinculándolo a defraudaciones al fisco,
subvenciones inconfesables, pagos por trabajos no realizados, e incluso
enriquecimientos súbitos, ha terminado cortando el irresistible ascenso de esta
formación. No es que sus miembros se hayan resentido con estos datos (en la
medida en que se alimentan de circuitos propios de información), sino que su
publicación ha contribuido a cortar su crecimiento, especialmente en aquellos
que no estaban integrados en las tupidas redes sociales que rodean a esta
formación.
En lo que se refiere al
crecimiento de Ciudadanos es un
efecto directo de la crisis interior de UPyD que difícilmente levantará cabeza
como no sea aceptando ir a remolque de Albert Rivera. Sin olvidar que la
irrupción de este último en distintas tertulias de varios canales de televisión
ha contribuido a facilitarle el salto a la fama desde Cataluña a todo el Estado.
La cuestión a discutir y lo que no parece tan evidente es de dónde proceden los
nuevos simpatizantes de Ciudadanos. Una
parte está compuesta por gente joven (en Cataluña esto es muy perceptible: la
gente joven no nacionalista, en principio apolítica, vota a Ciudadanos). Otro contingente procede
del centro político “puro”, espacio del que Ciudadanos
está decidido a apropiarse y que, desde la desintegración del CDS y,
especialmente, de UCD, ha estado huérfano y disputado por el centro–derecha y
el centro–izquierda. Es en este “centro” en donde se están erosionando tanto el
PP como, especialmente, el PSOE. De ahí le vienen los votos a Ciudadanos.
¿Por qué el PP “aguanta el tirón”?
Finalmente, la presencia de Rajoy
en los medios alardeando de buenas cifras económicas, es recibida por los
electores de la derecha con alegría y les reafirma en que su opción es la única
que puede sacar a España de la crisis económica. El hundimiento del PSOE ha
hecho lo demás. En realidad, la situación económica no está tan bien como el
gobierno pretende: la propia banca privada española sabe que sus beneficios en
Iberoamérica se están recortando, el sector inmobiliario tiene como compradores
a fondos de inversión o a grandes empresas en vistas a descender su cuenta de
beneficios ahorrando pago de impuestos.
Con el mercado laboral
estabilizado, la creación de nuevas empresas a cero, las exportaciones
estancadas, el único dato real es que la prima de riesgo se sitúa por debajo de
los 100 puntos… demostrando solamente que el Estado Español paga sus deudas
(sin olvidar que lo que se está pagando hasta ahora, después de siete años de austeridad,
son ¡los intereses de la deuda!, no el mayor de la deuda que sigue por encima
del billón de euros).
Sin embargo, el gobierno sabe
–todos los gobiernos lo saben– que repitiendo una mentira mil veces, logra
evitarse afrontar la realidad. Tal es la estrategia del PP para evitar la
sangría de unos votos que podrían ir hacia la derecha de la derecha o el nuevo
centro que se divisa en el horizonte. El PP, por tanto, “aguanta el tirón”
porque dispone de los recursos del poder para transmitir una mentira: el de que
la crisis ha quedado atrás.
La reciente crisis del PSOE
madrileño ha evidenciado más y más disputas internas en un partido que está
atomizado “horizontalmente” (cada vez las antiguas “federaciones”, convertidas
en partidos autónomos, elaboran estrategias propias de supervivencia) y sufre
enfrentamientos “verticales” (entre distintos dirigentes por la elaboración de
las candidaturas, entre “barones regionales” y dirigentes nacionales, entre
distintas actitudes estratégicas: pactar en el futuro con el PP, o con Podemos).
El cuadro–resumen de estas
tendencias centrífugas lleva inevitablemente al estallido del PSOE o bien a su
desplome electoral que precederá a la desintegración orgánica. Ésta tiene
hitos: ver cuál es el resultado de las elecciones andaluzas (Susana Díaz
ganará, claro, pero ¿por qué margen? ¿con quién pactará?), esperar a las
elecciones municipales (en las que el partido perderá cientos de concejalías y
alberga solamente la quimera de “conquistar Madrid” como buque insignia que oculte
momentáneamente la verdadera dimensión de la crisis del partido) y rezar para
que el 27–S quede algo del Partido Socialista de Cataluña.
Asimetría en la desintegración del régimen ¿por qué?
Parece evidente, a estas alturas,
que existe una asimetría en la velocidad con que las fuerzas que dieron lugar
al régimen de 1978 se están descomponiendo. Resumimos: la derecha soporta mejor
el golpe que la izquierda. La recomposición de fuerzas parece afectar
especialmente a todo lo situado desde la frontera entre el centro–derecha y el
centro hasta la izquierda. Mientras este amplio sector del mapa político está
en plena efervescencia, el PP no se está viendo afectado por sus propios
escándalos (que no son pocos y ante los cuales, las especulaciones de los
dirigentes de Podemos parecen un
juego de niños), ni por una gestión de la crisis que, en realidad, no pasa de
ser un enmascaramiento de la misma, ni por la ausencia de grandes reformas. ¿A
qué se debe esta actitud?
La respuesta está en casi
cuarenta años de bipartidismo. Frecuentemente, los electores no han votado al
PSOE o al PP, sino “contra el PSOE” y “contra el PP”. El electorado de
izquierdas teme las medidas antisociales de la derecha, mientras que el
electorado de derechas está muy alerta sobre alzas impositivas y medidas de
“ingeniería social”. Unos achacan a los otros las más altas cotas de
corrupción, la mayor ineptitud en la gestión de problemas como el terrorismo,
la cuestión autonómica y las libertades… y viceversa. Una muestra de la “hemiplejia”
mental de la que hablaba Ortega y Gasset hace 90 años.
En la medida en la que la crisis
del PSOE se ha exteriorizado antes, el electorado de derechas celebra este
hundimiento, transforma su odio hacia el PSOE en desprecio, y traslada su
agresividad contra Podemos: en las
próximas elecciones veremos como el PP se presenta como el “voto útil” contra Podemos, sabiendo que, en caso de no
obtener mayoría absoluta (lo cual parece probable), deberán optar por un
gobierno de coalición con lo que quede del PSOE. El primer paso ya está dado:
es la firma del Pacto Antiterrorista. Cuando la derecha haya desplazado toda su
animadversión hacia Podemos, el PSOE
será presentado como garante de la constitución de 1978.
El otro factor que ha garantizado
el desgaste de la izquierda, pero ha contribuido al mantenimiento de la derecha
ha sido la ausencia de un debate de ideas en este último sector. Mientras que
el movimiento del 15–M sacudió a la sociedad española y abrió el interés de los
informativos por lo que se estaba cociendo en la calle, convirtiendo a un
oscuro profesor de Políticas con coleta en tertuliano habitual, la derecha
consiguió reabsorber toda muestra de disidencia que podía surgir en sus
márgenes. Al final, cualquier “disidente” se conformaba con publicar algún
artículo en ABC, aparecer de tanto en
tanto en Intereconomía o bien, como
en los 80, recibir algún sueldecillo de cualquier Fundación próxima al PP. La
derecha todavía permanece en el debate doctrinal de los años 70 y 80: para ella
no existe ni la globalización, ni los problemas derivados de la ecología, ni de
los nuevos modelos sociales, ni ha entendido la nueva situación internacional.
Los temas habituales de la
derecha: terrorismo, aborto, anticomunismo, occidentalismo, unidad nacional,
franquismo, expresados en los mismos términos que a finales de los años 70, no
tienen respuesta –al menos, respuesta audible– ni en la derecha, ni más allá de
la derecha. La ausencia de preocupación intelectual en el interior del PP es,
precisamente, lo que garantiza su unidad e incluso el reemplazo generacional. A
los jóvenes de la derecha no les interesan las ideas, sino encontrar un lugar
bajo el sol del poder. El “pequeño Nicolás” es un ejemplo, lamentable, triste y
caricaturesco de esta actitud.
Los debates de ideas fraccionan
siempre inevitablemente. Por eso Fraga les tenía horror y por eso irradió a
Verstrynge, seguramente el único que en aquel momento –en los ochenta– podía
renovar intelectualmente a la derecha. La ausencia de debate mantiene unidos en
torno a los valores de siempre… a pesar de que la sociedad vaya cambiando. Hoy
en la derecha no hay ningún fenómeno remotamente parecido o equivalente a Podemos. Si el PP tiene fugas de votos,
es, por el momento, hacia el centro, no hacia su derecha.
Salvo que ocurra un desastre
electoral en Andalucía o que la pérdida de concejales que registre el PP en
mayo sea mayor a la prevista, el PP, al menos durante unos meses seguirá
manteniendo sus posiciones. Pero el tiempo pasa: eternamente no se puede
anunciar que la crisis ha quedado atrás, mientras las cifras del paro siguen
siendo preocupantes, los desahucios por
impago de hipotecas constantes, los salarios no repunten y el mayor de la deuda
no se contraiga; mientras no se genere un nuevo modelo económico que vaya más
allá del monocultivo turístico y se resuelva definitivamente el sumidero
autonómico, mientras no se ponga coto a la globalización y se renegocie el
Tratado de Adhesión con la UE (y no se
ve cómo nada de todo esto podría ocurrir), la crisis no quedará atrás y el
centro–derecha (solo o en compañía de otros, esto es, en “gran coalición” tras
las próximas generales) seguirá teniendo la espada de Damocles sobre su cabeza.
El que el PP esté resistiendo
mejor que el PSOE, no quiere decir que esto vaya a durar siempre. Y, de hecho,
aunque solamente la “pata de centro–izquierda” del régimen de 1978 quede
desintegrada, lo único que implica es que a partir de las próximas
competiciones electorales, la inestabilidad se instalará en la política
española.
© Ernesto Milá – Info|krisis – ernestomila@yahoo.es – Prohibida la
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