INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

viernes, 27 de febrero de 2015

La desintegración asimétrica del régimen

 

Info|krisis.- Las últimas encuestas de opinión muestran que la erosión del PSOE es irreversible, mientras que Podemos se ha estancado e IU no se recupera. El PSOE solamente resiste, mal que bien, en Andalucía, acosado por procedimientos judiciales pero con una estructura clientelar que le da cierta tranquilidad. Mientras, ERC, compitiendo por ser el partido mayoritario en Cataluña, ve, horrorizada, como el voto de protesta abandona el soberanismo y se orienta hacia Podemos. ¿Y a la derecha? ¿Cómo está la derecha ante la crisis de las formaciones hasta ahora mayoritarias que se inició en las pasadas elecciones europeas? Esta es la cuestión: la derecha, está, a pesar de los pesares, resistiendo mejor.

Vaya por delante que, en las actuales circunstancias, cuando cualquier empresa de sondeos acepta firmar no importa qué resultados, con tal de que el beneficiario de los datos los pague bien, fiarse de las encuestas resulta algo imprudente. La última encuesta publicada por El País, dando como vencedor en Madrid al PSOE es algo más que increíble: es la muestra de que la opinión pública puede ser manipulada como se manipula un bloque de arcilla. Todo depende, pues, de quien publique las encuestas, de en qué momento se publiquen y si encajan o no con la percepción que tenemos de lo que está ocurriendo en la calle.

El que una encuesta pagada por La Razón  y realizada por NC Report (una las empresas que, por cierto, más fallan en las encuestas a pesar de alegar que trabajan con una muestra más amplia) indicara el pasado 15 de febrero que el PP conserva un 29,3% de votos o que Ciudadanos experimenta un crecimiento importante, o que Podemos se ha estancado, no sería demasiado, sino fuera porque la percepción directa de la realidad abona es posibilidad.

Podemos estancado. Ciudadano en ascenso

En efecto, las campañas contra Podemos, intentando erosionar la credibilidad de su equipo dirigente vinculándolo a defraudaciones al fisco, subvenciones inconfesables, pagos por trabajos no realizados, e incluso enriquecimientos súbitos, ha terminado cortando el irresistible ascenso de esta formación. No es que sus miembros se hayan resentido con estos datos (en la medida en que se alimentan de circuitos propios de información), sino que su publicación ha contribuido a cortar su crecimiento, especialmente en aquellos que no estaban integrados en las tupidas redes sociales que rodean a esta formación.

En lo que se refiere al crecimiento de Ciudadanos es un efecto directo de la crisis interior de UPyD que difícilmente levantará cabeza como no sea aceptando ir a remolque de Albert Rivera. Sin olvidar que la irrupción de este último en distintas tertulias de varios canales de televisión ha contribuido a facilitarle el salto a la fama desde Cataluña a todo el Estado. La cuestión a discutir y lo que no parece tan evidente es de dónde proceden los nuevos simpatizantes de Ciudadanos. Una parte está compuesta por gente joven (en Cataluña esto es muy perceptible: la gente joven no nacionalista, en principio apolítica, vota a Ciudadanos). Otro contingente procede del centro político “puro”, espacio del que Ciudadanos está decidido a apropiarse y que, desde la desintegración del CDS y, especialmente, de UCD, ha estado huérfano y disputado por el centro–derecha y el centro–izquierda. Es en este “centro” en donde se están erosionando tanto el PP como, especialmente, el PSOE. De ahí le vienen los votos a Ciudadanos.

¿Por qué el PP “aguanta el tirón”?

Finalmente, la presencia de Rajoy en los medios alardeando de buenas cifras económicas, es recibida por los electores de la derecha con alegría y les reafirma en que su opción es la única que puede sacar a España de la crisis económica. El hundimiento del PSOE ha hecho lo demás. En realidad, la situación económica no está tan bien como el gobierno pretende: la propia banca privada española sabe que sus beneficios en Iberoamérica se están recortando, el sector inmobiliario tiene como compradores a fondos de inversión o a grandes empresas en vistas a descender su cuenta de beneficios ahorrando pago de impuestos.

Con el mercado laboral estabilizado, la creación de nuevas empresas a cero, las exportaciones estancadas, el único dato real es que la prima de riesgo se sitúa por debajo de los 100 puntos… demostrando solamente que el Estado Español paga sus deudas (sin olvidar que lo que se está pagando hasta ahora, después de siete años de austeridad, son ¡los intereses de la deuda!, no el mayor de la deuda que sigue por encima del billón de euros).

Sin embargo, el gobierno sabe –todos los gobiernos lo saben– que repitiendo una mentira mil veces, logra evitarse afrontar la realidad. Tal es la estrategia del PP para evitar la sangría de unos votos que podrían ir hacia la derecha de la derecha o el nuevo centro que se divisa en el horizonte. El PP, por tanto, “aguanta el tirón” porque dispone de los recursos del poder para transmitir una mentira: el de que la crisis ha quedado atrás.

La reciente crisis del PSOE madrileño ha evidenciado más y más disputas internas en un partido que está atomizado “horizontalmente” (cada vez las antiguas “federaciones”, convertidas en partidos autónomos, elaboran estrategias propias de supervivencia) y sufre enfrentamientos “verticales” (entre distintos dirigentes por la elaboración de las candidaturas, entre “barones regionales” y dirigentes nacionales, entre distintas actitudes estratégicas: pactar en el futuro con el PP, o con Podemos).

El cuadro–resumen de estas tendencias centrífugas lleva inevitablemente al estallido del PSOE o bien a su desplome electoral que precederá a la desintegración orgánica. Ésta tiene hitos: ver cuál es el resultado de las elecciones andaluzas (Susana Díaz ganará, claro, pero ¿por qué margen? ¿con quién pactará?), esperar a las elecciones municipales (en las que el partido perderá cientos de concejalías y alberga solamente la quimera de “conquistar Madrid” como buque insignia que oculte momentáneamente la verdadera dimensión de la crisis del partido) y rezar para que el 27–S quede algo del Partido Socialista de Cataluña.

Asimetría en la desintegración del régimen ¿por qué?

Parece evidente, a estas alturas, que existe una asimetría en la velocidad con que las fuerzas que dieron lugar al régimen de 1978 se están descomponiendo. Resumimos: la derecha soporta mejor el golpe que la izquierda. La recomposición de fuerzas parece afectar especialmente a todo lo situado desde la frontera entre el centro–derecha y el centro hasta la izquierda. Mientras este amplio sector del mapa político está en plena efervescencia, el PP no se está viendo afectado por sus propios escándalos (que no son pocos y ante los cuales, las especulaciones de los dirigentes de Podemos parecen un juego de niños), ni por una gestión de la crisis que, en realidad, no pasa de ser un enmascaramiento de la misma, ni por la ausencia de grandes reformas. ¿A qué se debe esta actitud?
La respuesta está en casi cuarenta años de bipartidismo. Frecuentemente, los electores no han votado al PSOE o al PP, sino “contra el PSOE” y “contra el PP”. El electorado de izquierdas teme las medidas antisociales de la derecha, mientras que el electorado de derechas está muy alerta sobre alzas impositivas y medidas de “ingeniería social”. Unos achacan a los otros las más altas cotas de corrupción, la mayor ineptitud en la gestión de problemas como el terrorismo, la cuestión autonómica y las libertades… y viceversa. Una muestra de la “hemiplejia” mental de la que hablaba Ortega y Gasset hace 90 años.

En la medida en la que la crisis del PSOE se ha exteriorizado antes, el electorado de derechas celebra este hundimiento, transforma su odio hacia el PSOE en desprecio, y traslada su agresividad contra Podemos: en las próximas elecciones veremos como el PP se presenta como el “voto útil” contra Podemos, sabiendo que, en caso de no obtener mayoría absoluta (lo cual parece probable), deberán optar por un gobierno de coalición con lo que quede del PSOE. El primer paso ya está dado: es la firma del Pacto Antiterrorista. Cuando la derecha haya desplazado toda su animadversión hacia Podemos, el PSOE será presentado como garante de la constitución de 1978.

El otro factor que ha garantizado el desgaste de la izquierda, pero ha contribuido al mantenimiento de la derecha ha sido la ausencia de un debate de ideas en este último sector. Mientras que el movimiento del 15–M sacudió a la sociedad española y abrió el interés de los informativos por lo que se estaba cociendo en la calle, convirtiendo a un oscuro profesor de Políticas con coleta en tertuliano habitual, la derecha consiguió reabsorber toda muestra de disidencia que podía surgir en sus márgenes. Al final, cualquier “disidente” se conformaba con publicar algún artículo en ABC, aparecer de tanto en tanto en Intereconomía o bien, como en los 80, recibir algún sueldecillo de cualquier Fundación próxima al PP. La derecha todavía permanece en el debate doctrinal de los años 70 y 80: para ella no existe ni la globalización, ni los problemas derivados de la ecología, ni de los nuevos modelos sociales, ni ha entendido la nueva situación internacional.

Los temas habituales de la derecha: terrorismo, aborto, anticomunismo, occidentalismo, unidad nacional, franquismo, expresados en los mismos términos que a finales de los años 70, no tienen respuesta –al menos, respuesta audible– ni en la derecha, ni más allá de la derecha. La ausencia de preocupación intelectual en el interior del PP es, precisamente, lo que garantiza su unidad e incluso el reemplazo generacional. A los jóvenes de la derecha no les interesan las ideas, sino encontrar un lugar bajo el sol del poder. El “pequeño Nicolás” es un ejemplo, lamentable, triste y caricaturesco de esta actitud.

Los debates de ideas fraccionan siempre inevitablemente. Por eso Fraga les tenía horror y por eso irradió a Verstrynge, seguramente el único que en aquel momento –en los ochenta– podía renovar intelectualmente a la derecha. La ausencia de debate mantiene unidos en torno a los valores de siempre… a pesar de que la sociedad vaya cambiando. Hoy en la derecha no hay ningún fenómeno remotamente parecido o equivalente a Podemos. Si el PP tiene fugas de votos, es, por el momento, hacia el centro, no hacia su derecha.

Salvo que ocurra un desastre electoral en Andalucía o que la pérdida de concejales que registre el PP en mayo sea mayor a la prevista, el PP, al menos durante unos meses seguirá manteniendo sus posiciones. Pero el tiempo pasa: eternamente no se puede anunciar que la crisis ha quedado atrás, mientras las cifras del paro siguen siendo preocupantes, los desahucios  por impago de hipotecas constantes, los salarios no repunten y el mayor de la deuda no se contraiga; mientras no se genere un nuevo modelo económico que vaya más allá del monocultivo turístico y se resuelva definitivamente el sumidero autonómico, mientras no se ponga coto a la globalización y se renegocie el Tratado de Adhesión con la UE  (y no se ve cómo nada de todo esto podría ocurrir), la crisis no quedará atrás y el centro–derecha (solo o en compañía de otros, esto es, en “gran coalición” tras las próximas generales) seguirá teniendo la espada de Damocles sobre su cabeza.

El que el PP esté resistiendo mejor que el PSOE, no quiere decir que esto vaya a durar siempre. Y, de hecho, aunque solamente la “pata de centro–izquierda” del régimen de 1978 quede desintegrada, lo único que implica es que a partir de las próximas competiciones electorales, la inestabilidad se instalará en la política española.

© Ernesto Milá – Info|krisis – ernestomila@yahoo.es – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.