INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

jueves, 24 de julio de 2014

Terremoto en las fuerzas políticas catalanas


Info|Krisis.- Una reciente encuesta sobre intención de voto realizada por El País en Cataluña parece dar a Podemos el segundo lugar entre las fuerzas políticas de aquella autonomía. Para los que creen que el descalabro que sufrieron el PP y el PSOE, así como el ascenso  otras fuerzas políticas, son simplemente fenómenos coyunturales, en Cataluña, de momento, ya parece completamente consolidado el hundimiento de las fuerzas tradicionales que han dominado la política española en los últimos 36 años. Un elemento que no hay que perder de vista.

El PSC parece sorprendido de que ni el nombramiento de nuevo secretario general en la figura de Miguel Iceta –más conocido en los medios gays que en el propio PSOE– ni siquiera el estreno mediático de nuevo secretario general del PSOE, les haya servido para mejorar ni un solo punto su imagen ante el electorado. Mientras el “osito de peluche” (Iceta) y el “Pablo Iglesias mejorado” (Pedro Sánchez) seguían dando ruedas de prensa en Cataluña en la que se les llenaba la boca con la palabra “federalismo”, no se habían enterado de que según las encuestas, en esa autonomía, son sólo una fuerza política marginal.


“Federalismo”, la bandera del fracaso

La “tercera vía” de los socialistas según la encuesta de Metroscopia solamente ha servido para que más y más votantes del PSOE reconsideren otras posturas y se olviden de la eterna equidistancia del PSC entre “estatalismo” del PP y “nacionalismo” de CiU. En realidad, ese tema nunca interesó excesivamente al electorado y si en el período Maragall pudo disponer de algún crédito no era sino en tanto que Maragall siguió teniendo “tirón electoral” incluso después de que sus neuronas empezaran a apagarse. Hundidos en el aroma del fracaso los dos períodos del tripartito catalán (el errático encabezado por Maragall y luego el corrupto enfangado en la crisis, dirigido por Montilla), con ellos se hundió también el “federalismo”.

¿Valdría la pena reconsiderar la idea “federal”? El federalismo no está hecho para países como España que disponen de una buena base histórica para justificar su condición de “unidad”. El federalismo ha servido, históricamente, para crear Estados que antes no existían  y que, por distintas necesidades, se han visto obligados a aproximarse. El caso de los EEUU es paradigmático: una serie de colonias se emancipan de la metrópoli y deciden “federarse” y aumentar más adelante el número de socios hasta llegar a las 51 estrellas de su bandera. De las partes, nace el todo.

Nunca la historia ha conocido un  proceso de que se realizara a la inversa. Nunca un Estado unitario se ha dividido en partes que luego se hayan re–aproximado para reconvertir en “unidad federal” lo que ayer era “unitario”. Si del todo emanan las partes, es absurdo que esas partes, luego, reconstruyan el todo bajo forma federal…

El PSC podía seguir alardeando de su “tercera vía” mientras pudo mantener su iniciativa y mientras el debate político catalán se circunscribía a CiU y PSC. Pero esa situación terminó hace tiempo. Ahora, el PSC se ve arrastrado por el eslogan “federalista” para encubrir su debilidad –de la que el “osito de peluche” es su quintaesencia– y su falta de decisión a la hora de optar por las dos únicas alternativas posibles en este momento: nacionalismo y estatalismo, es decir, tendencia centrífuga o centrípeta en la concepción del Estado. Para defender el punto de equilibrio que para el PSC era la “tercera vía” federalista, hace falta tener una iniciativa y una fuerza que nunca volverá a tener. El hecho de que El País apoye la “vía federal”, implica ya muy poco en un momento en el que los diarios convencionales están en rápida pérdida de audiencia, tirada e influencia social.

Las cosas no van mejor en CiU

La encuesta de Metroscopia atribuye a CiU apenas un 10% de votos y el tercer puesto después de ERC (15%) y de Podemos (13%). Es algo más que una caída en picado, es el fracaso de un proyecto y el rechazo a una gestión. No es la primera encuesta que augura el “surpaso” en las elecciones autonómicas de ERC sobre CiU. Pero de los problemas que se acumulan ante CiU, éste no es el mayor.

El hecho de que Oriol Pujol haya abandonado todos sus cargos en CDC indica que las acusaciones que pesan contra él son difícilmente superables y que, políticamente, está desahuciado y sin salvación posible. Los casos de corrupción se acumulan en Cataluña repartidos mayoritariamente entre CiU y PSC, las dos columnas del sistema autonómico catalán en los últimos 34 años. Para colmo, lo negativo de las encuestas y el empantanamiento del proceso independentista, han aumentado las grietas en el interior de la coalición.

Se suele olvidar que “CiU” está formada por dos partidos, el nacionalismo centrista de Convergencia Democrática de Cataluña y el partido democristiano Unión Democrática de Cataluña. Ciertamente ninguna de estas dos fuerzas políticas ha estado exentas de casos de corrupción, distribuyéndolos al alimón, presentados siempre como formas de financiación ilícita de sus partidos. Pero ahora, en la desgracia y ante la alarma suscitada en la patronal catalana por las dramáticas consecuencias económicas que acarrearía el proceso independentista, UDC empieza a considerar seriamente las voces de sirena que desde ese sector y desde la derecha españolistas le vienen lanzando desde el principio de la transición para constituir una especie de “Lliga Regionalista”, la formación dirigida por Cambó y que proponía, resumiendo, una España unida con la pretensión catalana de dirigirla. Tal revival de la Lliga estaría formada por UDC y por la rama catalana del PP, abandonadas las esperanzas de que pudiera beneficiarse de los efectos del proceso independentista.

El domingo 20 de julio, Durán i Lleida hizo público que renunciaba al cargo de número 2 de la coalición CiU, y en días anteriores se daba por cierto que estaba preparando la ruptura con sus antiguos socios. El hombre que más veces ha sonado como ministro en un gobierno español, parece haberse cansado del lugar secundario que ha ocupado durante 30 años en CiU y aspira a ser “cabeza de ratón”, pues no en vano, la iniciativa de reconstruir la “Lliga” llega ya demasiado tarde y difícilmente podría ser considerada seriamente por un electorado cada vez más harto de políticos oportunistas y demasiado conocidos. Aunque la Sánchez Camacho y Durán i Lleida aparezcan juntos en algún cartel electoral, será difícil que atraigan a franjas consistentes de un electorado que, mayoritariamente,  ya ha dejado de creer en rostros que asocian a siglas de una época que va quedando atrás.

La mutación del nacionalismo

Cada vez está más claro que ERC va a ser el gran beneficiario del frenesí independentista desencadenado hace dos años y medio por Artur Mas. A fin de cuentas todo “nacionalismo” tiende al independentismo, pues no en vano, si alguien defiende la existencia de una “nación catalana”, lo normal es que esa “nación” busque, en última instancia, la independencia. Pero CiU ha sido incapaz hasta ahora de dar el paso del “nacionalismo” al “independentismo”, ¿por qué?

La explicación es bien sencilla: porque los intereses económicos de la alta burguesía catalana seguían unidos a los del Estado Español. En ese contexto, el nacionalismo no hacía otra cosa que asegurarse de que Cataluña iría aumentando el “factor diferencial” mediante la gestión nacionalista de la Generalitat, la falsificación de la historia y las ultrasubvenciones a cualquier cosa que tuviera un remoto aroma catalán. La alta burguesía catalana quería blindar Cataluña ante la penetración “española”, pero al mismo tiempo quería seguir beneficiándose del Estado Español.

Solamente cuando la globalización ha desplazado los intereses de la alta burguesía catalana de la producción industrial a los negocios inmobiliarios y a la inversión especulativa, el momento en el que su suerte ha dejado de estar ligada al Estado Español. De aquí la fractura entre la alta burguesía catalana especulativa y que ha dejado de invertir en Cataluña y la patronal catalana, todavía dedicada a la producción industrial ligada al territorio catalán y que ve, horrorizada, como pueden cortarse los puentes con su principal cliente (España) y con su principal área de expansión (la UE).

El independentismo  ha quedado, pues, en manos de fuerzas sociales marginales que nunca hasta ahora han tenido gran cosa que ver con el nacionalismo catalán: burócratas de la Generalitat ansiosos por manejar cada vez más presupuesto, políticos de poca imaginación que solamente pueden sobrevivir a los 10 años de inmovilización de la política catalana (desde el “nou Estatut” de Maragall, los años de Montilla y el trienio luctuoso de Mas) responsables del empeoramiento de las condiciones de vida en Cataluña (el aumento del paro, la desertización industrial, el aumento de la inmigración masiva procedente de países islámicos, etc) y para los que el único argumento en su defensa es “España nos roba” y “la culpa es de Madrid”, fuerzas marginales durante la transición y la democracia reforzados por la crisis económica iniciada en 2008 (como ERC), grupos de borrokas (CUP) y timoratos rojiverdes (ICV–EUA).

En la medida en la que la alta burguesía catalana (las 300 familias) ya no controla el nacionalismo catalán, otros están aprovechando los 34 años de catalanización forzada de aquella región.

Podemos en Cataluña

Una de las zonas del Estado en donde, aparentemente, Podemos debería tener menos influencia, en Cataluña, a la vista de que la “versión oficial” dada por los medios de comunicación locales sugiere que la población tiene como único interés el referéndum de autodeterminación y el derecho a decidir, es donde esta formación está ascendiendo con más velocidad.

El porqué de este ascenso es fácilmente de interpretar. Podemos alude al “derecho de autodeterminación”… pero no enfatiza la cuestión. Podemos es, ante todo, un partido de protesta que extrae su fuerza de los abusos de la globalización y del rastro de damnificados por ese modelo económico (jóvenes, clases medias, parados, profesionales hastiados). Si bien el “derecho a decidir” les interesa y lo asumen, no tienen el mismo interés en la “construcción nacional de Cataluña”, algo en lo que insisten particularmente nacionalistas e independentistas. Evitan pronunciarse sobre la cuestión, relegándola en su discurso a un plano completamente secundario. De ahí su crecimiento.

Ese planteamiento de Podemos ha ido erosionando las bases electorales del PSC hasta convertirlo en el despojo del que se ha hecho cago el “osito de peluche”, pero tiene la virtud de atraer también a un electorado joven que hasta hace poco dudaba si votar a C’s, a ICV, o, incluso a ERC, formaciones que además de sus rasgos característicos eran percibidas sobre todo como “formaciones de protesta”. Ahora, este título recae exclusivamente en Podemos.

De Cataluña a España

Tal es el esquema de lo que está ocurriendo en Cataluña. Allí se está poniendo de manifiesto la quiebra definitiva del bipartidismo: ni CiU, ni PSC conseguirán nunca más remontar la pérdida de intención de voto que están experimentando estos últimos meses. El “voto útil” ya no existe en Cataluña. Simplemente se ha evaporado. Los juicios por corrupción que vendrán y los cadáveres escondidos debajo de las alfombras harán el resto. Ambos son “formaciones a la desbandada”.

En Cataluña no está ocurriendo nada diferente a lo que está ocurriendo en el resto del Estado. Quizás el Cataluña el proceso de desmoronamiento de los dos partidos vertebrales del sistema sea más visible, pero no es diferente a lo que ocurre ni a lo que ocurrirá en el resto de España. Hará falta esperar solamente a las próximas elecciones municipales para percibir que, en el momento en el que el PP pierda la mayoría absoluta en algunas comunidades autónomas (en especial Madrid y Valencia) y se evaporen cientos de concejales perdiendo el control de ayuntamientos importantes, el PP también entrará en una crisis que no logrará disimular ni el descenso (coyuntural) de las cifras del paro, ni el triunfalismo (insensato) por políticas económicas que no resuelven nada, ni las clamorosos (e increíbles) anuncios de falsas rebajas fiscales, lograrán disimular. El verano de 2015 será esencial para percibir el declive del PP (que en Cataluña ha sido siempre una fuerza marginal, pero a partir de ahora ya es casi extraparlamentaria) y la forma en la que el partido se irá evaporando.

El PP es hoy víctima de la estrategia implantada por Fraga en la ponencia constitucional: “sin enemigos a mi derecha”. Mientras un PSOE empequeñecido puede auparse en otras fuerzas políticas de izquierdas para formar coaliciones que gobernarán en la Generalitat de Valencia y, probablemente, incluso, en la Comunidad de Madrid, el PP no tiene nadie con quien poder pactar, ni a su derecha (Vox sigue siendo minúsculo y su fuerza de atracción es muy pequeña y C’s, hoy por hoy, tampoco arrastra grandes intenciones de voto).

El enigma actual de la política española es cuál será la salud del PP cuando se convoquen las próximas elecciones generales. Intuimos que no será muy buena y que esas elecciones sancionarán el final el bipartidismo tal como se ha concebido en España desde 1978.

© Ernesto Milà – infokrisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen