Infokrisis.- Desde que se
conocieron los resultados de las elecciones europeas de mayo, la derecha se
enteró de que tenía un nuevo enemigo que hasta entonces había desconsiderado, Podemos. La política del PP en relación a Podemos, hasta ese momento, había ignorado a este partido. Al conocerse los
resultados del 25–M, la cúspide del PP entendió que esta nueva sigla no solamente
amenazaba a las bases electorales del PP sino la estabilidad misma del
bipartidismo en España. Y entonces empezó a multiplicar sus ataques utilizando
para ello a los restos de la “Brunete mediática”. Desde entonces los ataques
han sido diarios, siempre sobre los mismos ejes y… completamente equivocados en
sus planteamientos. Más que erosionar a Podemos, tiende a reforzar sus argumentos.
La derecha ataca a Podemos con argumentos que nada tienen que ver con los
razonamientos que han llevado a 1.500.000 de ciudadanos a votar a esta
formación. Se diría que la derecha y los votantes de Podemos pertenecen a dos universos diferentes. Resulta difícil que
el PP y sus satélites mediáticos rectifiquen. El efecto logrado es justamente
el opuesto al buscado: cada vez que en una tertulia pública algún periodista
próximo al PP lanza los mismos ataques a cualquiera de los dirigentes de Podemos y ellos están en condiciones de
responder, siempre, inevitablemente, éstos propinan revolcones históricos a sus
oponentes. Quizás el problema sea que los argumentos que existen contra Podemos (porque la teorización de este
grupo es extremadamente débil) no pueden ser utilizados por el PP. Vamos a ver
qué es lo que falla en la argumentación de la derecha.
“Podemos se solidariza con el
terrorismo etarra…”
Argumento falso y mendaz. No encontraréis en
ningún escrito de dirigentes significativos de Podemos una defensa de ETA, ni de sus crímenes, ni del terrorismo
como arma política. Además, el argumento es inútil porque en este momento ya no
existe terrorismo. Pablo Iglesias ha dicho que detrás del terrorismo de ETA
existía un conflicto político, algo que es rigurosamente cierto. No es que los
etarras asesinaran solamente porque tenían “malos instintos” o porque fueran unos
psicópatas (que, sin duda, lo eran), sino porque existía un trasfondo político.
El problema es que la derecha todavía no ha
identificado al verdadero enemigo que no es tanto el “terrorismo” como el
“nacionalismo”. El “terrorista”, no deja de ser un psicópata sediento de sangre
al que se le puede derrotar a través de una acción metódica de las fuerzas de
seguridad del Estado, pero el “nacionalismo” es un virus que se filtra en las
mentes y que, a fin de cuentas, constituye la “excusa” y la “justificación”
para los actos terroristas. Ignorar esto y dar una carta de naturaleza al
“nacionalismo”, simplemente porque, como ideología “no mata”, está en el origen
de la actual situación en la que el antiguo “frente político” de la
organización terrorista, puede perfectamente convertirse en el partido
mayoritario en el País Vasco, superando al PNV, y dotado de un programa
fundamentalmente “nacionalista” y “social”. Si el “terrorismo” asesinaba a
personas, el “nacionalismo” asesina al Estado.
Desde el momento en el que la derecha ha negado
siempre el carácter “político” del problema del terrorismo en el País Vasco,
cuando ha aparecido una fuerza situada a la izquierda del PSOE y en un lugar
impreciso en los contornos de Izquierda Unida, ha tendido a considerar que ese
era el espacio propio de la extrema–izquierda y, por tanto debía ser
necesariamente “pro–etarra”.
Pero, si analizamos las cosas con una mayor
amplitud de miras se percibe que los medios de comunicación de derechas nunca
han podido reproducir ningún documento en el que Pablo Iglesias defienda el
terrorismo y a ETA. Obstinarse en presentarlo como “cómplice de ETA” implica
darle la oportunidad, una y otra vez, de repetir un discurso convincente sobre
la materia, a saber: que hay un trasfondo político en el “problema vasco” y que el programa “social” de Amaiur coincide casi completamente con
el de Podemos.
¿Dónde radica el error de Podemos en su análisis? En considerar al “nacionalismo” como un
“movimiento de liberación” y, por tanto, que responde a las justas aspiraciones
de una comunidad… cuando en realidad no es más que la expresión de los
intereses de una burguesía que, al haber alcanzado cierto desarrollo económico,
se cree en condiciones de ser hegemónica y no admite otra autoridad por encima de
la suya. Desde este punto de vista, todo nacionalismo es condenable en tanto
que va ligado a la forma económica en la que mejor se expresan los intereses de
la burguesía: el capitalismo, el liberalismo económico y el libremercado.
Tal es el primer error de análisis de Podemos. Porque, no solamente la derecha
se equivoca y la izquierda socialista es un residuo oportunista de otros
tiempos, sino que los análisis sobre el capitalismo de Podemos tienen este “pequeño” agujero que se une a otros que hemos
reseñado en anteriores escritos (el más espectacular es, precisamente, su
defensa de la inmigración masiva).
Podemos recibe subvenciones
de Venezuela…
Es posible que así sea y que Pablo Iglesias
haya recibido tantos o cuantos miles de Euros del país “bolivariano”; o no,
importa poco. Pero Venezuela está a 10.000 km de distancia y, salvo en la
mentalidad de FAES y de José María Aznar, lo que ocurra allí interesa poco o
muy poco al elector medio español. Decir que Podemos recibe subsidios de Venezuela podría ser contestado
diciendo que el PSOE recibió desde 1973 hasta 1983, durante 10 años, miles y
miles de marcos de la Fundación Ebert, vinculada al Partido Socialdemócrata
Alemán y que luego éste partido se cobró con creces cuando negoció con Felipe
González el tratado de adhesión de España la Comunidad Europea… Sin olvidar que
la Fundación Cánovas del Castillo tramitaba las subvenciones llegadas de la
Fundación Adenauer dependientes de la CDU, el partido democristiano alemán… Así
que en esto de las subvenciones el que sea inocente que tire la primera piedra.
Venezuela sigue su camino. Lo que ocurra allí
compete a los venezolanos solamente. Hay algo en el bolivarismo extremadamente
atractivo: su deseo de independencia nacional, de parar los pies a los EEUU que
desde la conquista de Texas han considerado a todo el continente como
patrimonio propio. “América para los americanos… del Norte”, tal era la
doctrina Monroe que sigue vigente. No se puede reprochar a Venezuela, el que
haya querido seguir una vía propia. No siempre se acierta y todo lo que ha
ocurrido allí no es precisamente edificante. Pero tampoco hay que olvidar que
los EEUU, el mismo Aznar en su momento, intentaron desestabilizar aquel país y
que las cosas volvieran a estar como siempre: con una Venezuela gobernada por
una clase política que miraba más a Washington que a las colinas que rodean
Caracas…
Quizás el error de Podemos sea asumir todo lo que ocurre en Venezuela como “positivo”.
Es el pago a los presuntos o reales dineros recibidos de aquel país. Ahora
bien, Venezuela está lejos y la experiencia bolivariana tiene un punto
atractivo incuestionable: la búsqueda de la independencia y el interés en
romper la tiranía del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, del
poder del dinero y de la tutela norteamericana y aliarse con otros gobiernos de
la zona que albergan los mismos objetivos.
El fondo de la cuestión es elegir al “enemigo
principal”. Chávez y Maduro lo han hecho: su enemigo es la oligarquía local al
servicio de los EEUU. Algo conocerán de los problemas de su país. Sin olvidar,
naturalmente, que el estilo populista del que hacen gala es habitual en
Iberoamérica y no produce los mismos efectos que en Europa. Los errores que han
cometido los regímenes bolivarianos y el mismo castrismo no les restan completamente
un fondo de razón: los EEUU son el “enemigo principal” de los pueblos
iberoamericanos. En cuando a “respetar la democracia” habría mucho que hablar
sobre quién puede dar lecciones de democracia en España. Y lo dice el que esto
escribe, alguien que fue torturado por la policía 100 días después de que
Felipe González llegara al poder y que abominó de que Aznar hiciera caso omiso
de la voluntad de un pueblo que no quería inmiscuirse en la criminal aventura
norteamericana en Irak. Porque la “democracia de los 10.000 aforados”, la
“democracia de los corruptos”, la “democracia de la calle es mía”, la
“democracia de gobernar por decreto–ley” y la “democracia que impone cargas a
las clases medias”, esa se parece a la democracia tanto como un huevo a una
castaña.
Venezuela está lejos y cada vez que se recuerda
este país a Pablo Iglesias se le está dando una ocasión para recordar todo
aquello que acabamos de recordar ahora mismo. La derecha española lo está
haciendo tan mal (la “reforma fiscal” ha sido el último intento de modificar
algo para seguir aumentando la presión sobre las clases medias) que los errores
del gobierno venezolano son pecata minuta
para un pueblo con 6.000.000 de parados, 25% de la población cerca del umbral
de la pobreza, un 57% de paro juvenil y convertido en un país periférico en la
UE y de servicios, sin esperanza y sin fe en que un día podrá levantar la
cabeza.
El PP, una vez más se ha equivocado en su línea
de ataque. Toda derecha que no es “nacional”, esto es que busca a un “hermano
mayor”, un “primo de Zumosol”, en el extranjero, termina siendo antipatriótica
y antinacional, además de antisocial (muy bueno la retención en el IRPF a las
indemnizaciones por despido propuesto en la última reforma fiscal…). Y es
“antisocial” en la medida en que no puede existir justicia social, ni justicia
distributiva, allí en donde se asume el neoliberalismo y sus valores. Es
posible que en Venezuela se cometan injusticia, pero no nos cabe la menor duda
de que son el resultado de décadas de liberalismo y de políticas antisociales.
Podemos no tiene programa de
gobierno…
La derecha alerta sobre que en caso de gobernar
Podemos, estaríamos en manos de unos
aventureros y desalmados, unos verdaderos okupas
del poder. Dicen que el programa de Podemos
es inaplicable y nos situaría en el aislamiento internacional y en la ruina
económica. No está del todo claro.
En primer lugar, algunas de las medidas que
propone Podemos son lógicas y
elementales: la deuda española es impagable. Llevamos cuatro años con una
presión fiscal creciente y en todo ese tiempo no hemos reducido ni un euro el
mayor de la deuda, todo ha ido destinado a pagar intereses. Cuando Podemos propone dejar de pagar la deuda
y proponer una quita no está diciendo nada que no sea necesario y que no se
haya ensayado antes en otros países… que, por cierto, han sobrevivido y gozan
de mejor salud en la actualidad que nosotros. En Iberoamérica, por ejemplo.
Con este argumento, la derecha solamente
demuestra su sumisión hacia los “señores del dinero” y los compromisos
adquiridos con la alta finanza internacional. No es un buen argumento, porque
sectores cada vez mayores de este pueblo empiezan a opinar que la sumisión no
es la mejor actitud, que ya han sufrido suficiente presión para pagar una deuda
generada por la banca alemana (Jordi Ébole resumió perfectamente la situación: “Durante unos años España fue yonki del
crédito, pero Alemania fue su camello”). Además, cada vez que se recuerda
ese argumento, la población tiende a recordar que fueron los errores en el
modelo económico instituido por José María Aznar que no fueron corregidos en la
primera legislatura de Zapatero y los errores de éste en su segunda legislatura
a la hora de adoptar medidas, lo que nos ha situado donde estamos. Así pues, PP
y PSOE son solidarios en responsabilidades por la actual crisis.
Así pues, ni PP, ni PSOE tienen derecho a echar
en cara ni a Podemos ni a nadie, que
“no tienen programa” o que “su programa es suicida”, porque hasta ahora han
sido precisamente los gobiernos de estos dos partidos los que nos han situado
en situación de ruina. Tampoco aquí, ni el PP ni el PSOE son inocentes, ni los
más adecuados para reprochar a otros programas inasumibles.
En el PP tienden a ver a los dirigentes de Podemos como okupas, perroflautas piojosos o lelos emporrados… Olvidan que entre
su clase dirigente figuran títulos universitarios de todas las especialidades y
que muchos de ellos son brillantes profesionales y profesores de cierto
renombre a pesar de su juventud. Seguramente hay más títulos universitarios en Podemos que en un PP que adolece de
exceso de titulados en derecho, la mayoría de pocos pleitos. Tratar de degradar
la realidad de un partido que puede exhibir sus títulos universitarios de sus
miembros no parece la mejor forma de pararles los pies. La derecha, sin
embargo, ha tirado por esa vía pensando que, repitiendo una y mil veces la
imagen de perroflautas en electorado los abandonará por insolventes. Error.
Cada vez que se utiliza este argumento contra Podemos, estos responden como era de
esperar: recordando a dónde nos han llevado las políticas neoliberales, la
reforma del mercado de trabajo, las sucesivas reformas fiscales, coronadas
todas ellas por una corrupción generalizada que abarca a todas las instancias
del Estado. Cada vez que se cuestiona la viabilidad del programa de Podemos, contraatacan simplemente
exponiendo la actual situación del país y recordando que ya va siendo hora de
liquidar al régimen de los corruptos.
Y estos argumentos tienen una fuerza
extraordinaria que todavía sería superior, si Pablo Iglesias fuera capaz de
desembarazarse de todos los tics
progresistas, de todos los tópicos humanistas–universalistas, de ese
antifascismo de oficio que aureola a toda la izquierda, si tuviera coherencia
doctrinal y fuera capaz de establecer razonamientos y realizar hasta el final
una crítica a la globalización sin partir de apriorismos y de la utilización de
tópicos (“xenofobia y racismo” para quienes denunciamos que la inmigración
masiva es un arma de la globalización, entre otros), probablemente Podemos sería un movimiento en el que
muchos nos reconoceríamos y no tendríamos inconveniente en apoyar si fuera él
el llamado a empuñar la piqueta de demolición de este régimen terminal.
Algunas conclusiones
Lo que la derecha está demostrando con estos
ataques viscerales es que, efectivamente, tiene miedo. Miedo porque Podemos se ha reforzado
extraordinariamente desde el 25 de mayo y ya no es un movimiento balbuciente o
una estrella fugaz a lo Ruiz Mateos. Miedo porque a medida que se vayan
acercando las elecciones generales se verá que –tal como preveíamos en nuestro
libro Indignarse con los indignados–
la distancia entre Podemos y el PSOE
se va acortando y, veremos, a la vista de cómo quede el Congreso del PSOE,
quien, finalmente, termina siendo el partido mayoritario de la izquierda. Miedo
porque Podemos, a diferencia del
PSOE, tiene las manos limpias y con él ya no puede utilizar la política de la omertá mafiosa que ha empleado con los socialistas. Miedo porque el PP
sabe que no hay acuerdo posible con Podemos
y que en su maximalismo reside su principal atractivo para un electorado cada
vez más harto de los partidos tradicionales. Miedo porque el PP percibe que en
las elecciones municipales de mayo de 2015, muchos de sus concejales (y todos
los que les acompañas como asesores y cargos municipales y autonómicos
retribuidos) van a ir al paro y que se formarán cientos de gobiernos
municipales con presencia de miembros de Podemos
que, lo primero que harán, será pedir responsabilidades por corruptelas
pasadas… Tras el paro, el banquillo.
La actitud del centro–izquierda ante Podemos ha sido muy diferente a la del
centro–derecha. El PSOE intenta rivalizar con Podemos poniendo a su frente a algún personajillo que remotamente
evocase parecidos valores a los que hace gala Pablo Iglesias: debe de ser
joven, preferentemente delgaducho, sin un discurso alambicado, sin pasado
político, de físico agradable en tanto que inofensivo… y ahí está el pobre
Madina y Pedro Sánchez para intentar dar al PSOE un look que pueda competir con el estándar que ha creado Podemos. No lo conseguirán porque Podemos es todavía una “sigla virgen” y
los rastros de virginidad en el PSOE hace década que se perdieron.
El PSOE, con todo, está intentando una línea de
emulación, mientras que la derecha ha optado por el ataque frontal. Los
argumentos del PP son débiles, acaso porque el PP ya no tiene argumentos que
utilizar y está tan quemado como el PSOE: nadie cree ya a los portavoces del
régimen, demasiadas mentiras, demasiadas corruptelas, demasiada prepotencia,
demasiado oportunismo y todo ello durante demasiado tiempo. Los dos grandes
partidos ya no pueden manejar argumentos racionales y lógicos para salir de su
crisis. Tales argumentos han dejado hace tiempo de existir. Podemos, lo único que está es
aprovechando su tirón mediático (ayer la alocución mitinesca de Pablo Iglesias
en el Parlamento Europeo, por ejemplo) para recordar que “el rey está desnudo”.
El régimen de 1978 se está deshaciendo ante
nuestros ojos. Podemos es una marea
que todo lo arrasa a su paso. Cuando se produce una marea negra (y Podemos es esa marea negra), la vida se
acaba debajo del océano. Mueren los corales, muere la flora marina, mueren los
peces (mueren, en definitiva, los partidos tradicionales, la “banda de los
cuatro”). Pero luego hace falta regenerar esa zona marina aplicando
detergentes. Solamente así desaparece la marea negra y la vida vuelve. Algunos aspiramos
a participar en la creación de ese detergente final…
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