A la hora de completar este
“modelo cúbico” es preciso tener en cuenta las aristas que unen caras
contiguas. Marcan separaciones y puntos de encuentro, pero también y sobre todo
líneas de evolución y tendencias, líneas de tendencia de la modernidad: de
hecho, esas aristas marcan las proyecciones de las caras del cubo por las
distintas direcciones del espacio.
Son doce aristas que nos
servirán también para entender que cada una de las caras del cubo no son
completamente homogéneas, sino que tienen cada una de ellas distintos matices
en su interior. Sabemos que una pompa de jabón, trasparente, mirado a través de
la luz, muestra franjas de distintos colores. Imaginemos ahora cómo se
transforma una esfera con un cubo: simplemente generando aristas. En el caso de
que se pudiera realizar algo así, las irisaciones de colores de la primera
figura, pasarían a las caras de la segunda y estás, siendo planas, no serían
completamente homogéneas. Aparecerían los matices. Así mismo, si en un futuro
hipotético pudiera recuperarse la normalidad del mundo, el proceso consistiría
en hacer progresivamente romas esas seis aristas hasta que finalmente el
conjunto recuperara su forma esférica, la única figura de la geometría espacial
que carece de aristas y vértices. De ahí la importancia estas líneas en nuestro
modelo cúbico.