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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Reflexiones sobre la crisis de España


Reflexiones sobre la crisis de España - Ernesto Milá - E–Book.- Desde hace ya unos meses circula en las plataformas digitales de e–Book un libro de Ernesto Milá dedicado a la crisis histórica de España y a sus posibilidades de superación (para adquirirlo pulsar: http://amzn.to/18rxF7W). Para saber algo más sobre las tesis contenidas en esta obra hemos entrevistado a Milá

– ¿Tu crees que a estas alturas la crisis de España le interesa a alguien?

– A veces tengo mis dudas. Lo normal sería que la crisis de España interesara… a los españoles. Pero no es del todo evidente a la vista de que la inmensa mayoría de los españoles están visiblemente vueltos de espaldas al futuro de su país y desinteresados por él. España tiene un déficit histórico de despreocupación de los españoles por su propio destino.

– ¿Cuándo se inicia esa despreocupación?


– Una de las tesis que defiendo en este libro es que la crisis de España empezó en el siglo XVI cuando, recién terminaba la Reconquista, lo normal hubiera sido que se concentraran esfuerzos en mejorar las condiciones de vida de los españoles y que se hubiera sistematizado la conquista de América y la explotación de recursos. La Reconquista había sido un proceso duro de ocho siglos de estado de guerra permanente. Nuestro país precisaba en 1492 un respiro y dedicarse a la reconstrucción interior. El descubrimiento de América fue providencial. Se hubiera podido aprovechar para concentrar esfuerzos en la formación de una flota que garantizara la seguridad del Atlántico y se sistematizara la explotación de recursos. Pero, poco después ya estábamos implicados en guerras europeas que nos fueron desgastando a lo largo de los dos siglos siguientes. El pueblo español demostró su fidelidad a los Habsburgo y luchó por su causa, aun cuando no le interesara mucho ni lo que ocurría en el Franco Condado, ni en Italia, ni en Flandes. La producción novelística de nuestro Siglo de Oro demuestra que ya entonces existía una ruptura entre la “España oficial” y la “España real” y que ésta se iba desinteresando progresivamente de las decisiones de la primera…

– ¿Cuál fue el mayor error de aquella época? ¿No fue nuestro mejor momento histórico?

– Sí, en cierto sentido el Imperio fue eso, pero en su interior existían gérmenes de impotencia y de futura disgregación. El mayor error fue, sin duda, el que jamás fuera capaz de definir si nuestro país era una “potencia terrestre” (y si lo era, había concentrar esfuerzos en Flandes y en Europa) o si era una “potencia naval” (en cuyo caso había que priorizar la construcción de una flota que garantizara la seguridad de la ruta marítima con América). Ningún país, jamás en la historia, ha logrado luchar en dos frentes a la vez y vencer a sus enemigos. España no fue una excepción.

– Mencionas la idea de Machado del “macizo de la raza”. ¿Qué significa tal concepto?

–  Antonio Machado sostenía, con razón, que existía un “macizo de la raza”, es decir, un tronco central que constituía la esencia de la personalidad del pueblo español. Y que este macizo estaba formado a partes iguales por individualismo, apatía, desinterés, desvinculación con la tarea de gobierno, insolidaridad con la decisión de las autoridades y todo lo que hoy llamaríamos de manera pedestre “pasotismo”. Hoy ese desinterés es, seguramente, más grande que nunca, pero siempre ha existido a partir del siglo XVI. Basta leer los textos de nuestra literatura costumbrista para advertirlo con facilidad. Se trata, en definitiva, de una actitud, fundamentalmente psicológica de divorcio y escepticismo hacia la tarea de las élites de gobierno y de permanecer de espaldas a la tarea de gobierno. Creo que históricamente aparece cuando llega Carlos I con su corte de asesores flamencos, alcanza su clímax histórico con la llegada de la siguiente dinastía, los borbones franceses y se exaspera en los dos siglos siguientes, para alcanzar un punto crítico en los últimos 40 años, cuando el régimen que llegó prometiendo progreso, democracia, libertad, terminó trayendo burbujas especulativas, corrupción generalizada, partidocracia, libertad para aceptar salarios de miseria o para figurar en la cola del paro, etc.

– Así pues, a la “gran pirámide de fracasos” de la que nos hablara Ramiro Ledesma en su Discurso a las juventudes de España, hay que aplicar un añadido…

– Efectivamente, la enumeración de desastres históricos que realiza Ledesma termina con la II República. Desde entonces se han sucedido otros dos ciclos históricos. No puede decirse que el franquismo consiguiera algo más que un interregno de apenas 36 años en los que se sacrificaron las libertades políticas para conseguir el desarrollo económico. El propio franquismo generó en su interior las fuerzas que finalmente terminarían propiciando la transición desde el mismo día en el que Franco había expirado, sino desde 1972. En aquella época, una parte sustancial de la sociedad española consideraba que ya había progreso económico suficiente como para que pudieran restablecerse las libertades democráticas. Así nació el régimen de 1978 que hoy casi tiene la misma edad que alcanzó el franquismo. Pero este régimen envejeció prematuramente. En 1986 era evidente que la corrupción se estaba enseñoreando de todas las instancias del régimen, que la clase política estaba gobernando mal o muy mal, que la articulación autonómica del Estado iba a ser el germen de futuras discordias, que los dos grandes partidos eran parecidos y que, para colmo, existía un terrorismo más fuerte y agresivo que nunca. El franquismo fracasó en un momento históricamente muy difícil para España, pero el régimen de 1978 ha fracaso simplemente porque el “macizo de la raza” ya no está solamente entre las clases populares sino en las esferas de gobierno. Tenemos un gobierno de mediocres para un pueblo de apáticos. Así que, efectivamente, la “pirámide de fracasos” tiene ya su “guinda”: el régimen de 1978.

– Antes has mencionado un tema del que no se suele hablar: España “potencia naval” o España “potencia marítima”. ¿Por qué te interesa este tema? ¿En qué reside su importancia? ¿Nos puedes aclarar este punto?

– En España no ha habido buenos geopolíticos. Y la geopolítica es una ciencia imprescindible en la tarea de gobierno. Alejandro Magno la desconocía por completo y prolongó su imperio hasta las fronteras de la India, dilatando sus líneas excesivamente, saliendo de su “marco geopolítico”, construyendo una estructura que al faltar él se derrumbó inmediatamente. Julio César, en cambio, tenía un fino olfato geopolítico que le hizo construir un imperio mediterráneo que se prolongó durante siglos al reconocer que su “marco geopolítico” eran los contornos del Mare Nostrum y los terrenos contiguos. La geopolítica es, sobre todo, una ciencia que deben conocer los gobernantes: no es que la geografía condicione pero sí que determina. Pasarán los pueblos y pasaran los tiempos, pero un estrecho o una cadena montañosa siempre estarán allí. Pues bien, hay un concepto geopolítico que es básico y ante el que cada país debe definirse: si tiene una vocación marítima o una vocación terrestre. Atenas, Cartago, el Reino Unido, EEUU, fueron o son potencias marítimas y en todas ellas se han dado los mismos rasgos: interés por el comercio, estructura liberal del Estado, imperialismo de base económico–comercial. Por otra parte, las potencias terrestres como Esparta, Roma, Alemania, Rusia, siempre han tenido los mismos rasgos históricos: especialmente se han configurado como estados fuertes que dominan amplias plataformas territoriales. España no ha sabido nunca definirse ni como potencia oceánica ni como potencia terrestre y de ahí que hoy se encuentra en una posición muy secundaria en el concierto de las naciones.

– ¿Qué puede hacerse hoy con España?

– En primer lugar reconocer que España es una nación en crisis. En segundo lugar atribuir la fase actual de la crisis al régimen de 1978, sin olvidar que no estamos solamente ante un problema reciente, sino histórico. En tercer lugar afrontar de una vez los problemas históricos de España y ser conscientes de si tienen o no tienen solución. Por que hay problemas que España solamente no va a poder solucionar y que afectan a otros países vecinos, de ahí que sea necesario algún tipo de cooperación Europea porque en la época de la globalización hay problemas que ya no pueden solucionarse en una “dimensión nacional”.

– ¿… y el arranque de la discusión cuál puede ser?

– Muy sencillo: España está en crisis porque el régimen de 1978 no ha sabido darle una “misión” y un “destino”. Sin estos dos elementos –una misión que realizar y un destino que cumplir– no hay factor diferencial que distinga a unas naciones de otras, ni tampoco posibilidad de que existe una nación digna de tal nombre: lo que existe entonces es un grupo de individuos sobre una tierra sin conciencia de pueblo, ni misión histórica, ni destino que realizar. Esto es lo que ocurre hoy en España. Así pues la superación de nuestra crisis solamente se producirá cuando los españoles estemos en condiciones de responder a esta cuestión: ¿cuál va a ser nuestra misión y nuestro destino en el siglo XXI?

– ¿Estás proponiendo un nuevo nacionalismo?

– No; lo que propongo es un nuevo patriotismo. No es lo mismo: el nacionalismo es el individualismo de las naciones (tal como dijo José Antonio Primo de Rivera). El patriotismo tiene que ver con la tierra de los padres, con un legado recibido que hay que entregar a las generaciones venideras, engrandecido. Por otra parte, el nacionalismo aparece con la Revolución Francesa y está ligado a ese momento histórico. El patriotismo, en cambio, es algo eterno. Si hay que hacer algún añadido, sin duda, es el de “social”: el patriotismo del futuro será social o no lo será, pues no en vano, mientras no haya dignidad, justicia social, bienestar, seguridad y tranquilidad para todos, el patriotismo estará obligado a mirar a un pasado mítico para olvidar los problemas del presente. Una patria no es un trozo de tierra, es también la población que habita sobre él y por eso la sociedad merece justicia y dignidad.

– En la primera parte de tu libro aludes a la “convergencia de catástrofes” ¿Qué quieres decir con eso?

– Nuestro país ha tenido que soportar en unas ocasiones catástrofes políticas, en otras catástrofes económicas, también catástrofes sociales dispersas en nuestra historia, de la misma forma que debió afrontar catástrofes internacionales intermitentes. Pero en el momento actual se produce una situación única e inédita: nuestro país debe afrontar todas estas catástrofes al mismo tiempo. Hay cuarenta páginas de mi libro destinadas a analizar todas estas catástrofes y cómo se manifiestan y el dictamen final es claro: Todas han coincidido en los 10 años que median entre 2007 y 2017 (que es, como mínimo el tiempo hasta el que se prolongará la crisis económica): son demasiadas y de demasiada magnitud como para pensar que a partir de 2017 el sistema podrá superarlos. Es lógico pensar que el sistema no estará en condiciones de afrontar todos estos problemas en cadena y sucumbirá a lo que hemos dado en llamar “convergencia de catástrofes”.

– Así pues, ¿eso será el fin de España como Nación?

– Es posible, los movimientos independentistas que en estos momentos se están sucediendo especialmente en Cataluña y en el País Vasco fructifican sobre el terreno abonado por treinta años de nacionalismo. De todas formas, al margen de cómo terminan estos movimientos separatistas –y eso se verá entre el 214 y el 2016– lo que parece claro es que las costuras del régimen nacido en 1978 no resistirán las dimensiones de esta convergencia de catástrofes.

– ¿Vivimos tiempos de fin de régimen?

– Sin duda. Ya he dicho que a partir de mediados de los años 80, el régimen quedó prematuramente envejecido. Logró mantenerse en vida latente gracias a los fondos estructurales de la Unión Europea y al modelo económico de Aznar que tuvieron como resultado la formación de una burbuja inmobiliaria que, al estallar en 2008, generó la mayor crisis económica que haya conocido nuestro país, insertada en una crisis de la Unión Europea y del conjunto de la economía mundial, la que podemos calificar como “primera crisis de la globalización”. En 2007 pensábamos que si se prolongaba la crisis económica, antes o después, se produciría un aumento del paro, a lo que se unían 7.000.000 de inmigrantes llegados en aluvión en pocos años. En consecuencia, lo que hasta entonces era sólo crisis económica, pasaría a ser crisis social. Desde 2011 estamos inmensos en esa crisis social, sin que la crisis económica se haya resuelto. Pero aún faltaba una tercera etapa por cubrir: cuando la crisis social se prolonga y se han agotado las soluciones políticas habituales de centro–izquierda y de centro–derecha, lo que se abre es el camino para una crisis política especialmente porque el régimen de 1978 se basa en que estas dos formas de “centralidad política” se reparten indefinidamente el poder. El caso Urdangarín con el consiguiente descrédito de la monarquía, los procesos independentistas, la corrupción generalizada, el fracaso ostentoso del “Estado de las Autonomías” que ha ido engullendo cada vez más parcelas del “Estado del Bienestar”, todo ello constituyen, junto a los altos niveles de abstención, el descrédito de la clase política, los estallidos puntuales de protesta y la falta absoluta de confianza en que las instituciones del régimen sirvan para algo ante esta coyuntura, son motivos que nos confirman en que hemos entrado en la etapa final desintegradores del régimen de 1978: la crisis política, cuya fase más aguda se iniciará con el intento secesionista catalán que se prevé para 2014.

– ¿Qué has pretendido demostrar en las páginas de tu libro Reflexiones sobre la crisis de España?

Lo primero de todo que hace falta “pensar” en España y los orígenes de esta crisis histórica, así como en las salidas. Bienvenidas sean las crisis, si constituyen electroshocks en la conciencia nacional que nos obligan a plantearnos temas que hasta ahora han estado ausentes de nuestra cotidianeidad. En nuestro país –y no es el único– afrontamos una caída en picado de la capacidad crítica y del nivel cultural de nuestro pueblo. Y no es por casualidad que los gobiernos de las últimas décadas han permanecido impasibles ante este fenómeno, demostrando una vez más que un pueblo de analfabetos estructurales es más fácilmente controlable que un pueblo dotado de un gran espíritu crítico. Abomino de los que nos han dado pan y circo en las últimas décadas porque lo han hecho conscientes de que estaban generando una narcosis social. Pues bien, es preciso despertar de una vez por todas, ponerse en pie y empezar, primero a pensar sobre cómo hemos llegado hasta aquí, en segundo lugar, qué se puede proponer para salir de la crisis y en tercer lugar cómo salir concretamente. En las páginas de este libro (compuesto en su mayoría por artículos publicados anteriormente, dotados todos de un hijo de continuidad y de coherencia y convenientemente ordenados y completados), se apunta algo de todo esto para alimentar el inicio del debate. Debemos de ser muchos los que nos acabemos planteando estos temas u otros similares si queremos que nuestro país supere este bache histórico.

– ¿Lo distribuye EMInves?

– No, el libro está publicado en edición digital. ¿Por qué? Porque hay que adaptarse a las nuevas tecnologías y a los nuevos instrumentos culturales. Y el e–Book es uno de ellos. Se vende a través de la plataforma Amazon Kindle al precio de 9,00 euros. La url de enlace, para los que puedan estar interesados es http://amzn.to/18rxF7W.

– ¿Algo más que añadir?

– Sí, el problema de España es extremadamente complejo y con esta obra no hemos pretendido responder a todos los interrogantes que nos plantea. Simplemente hemos pretendido hacer una génesis histórica de su origen y en segundo lugar demostrar que esta crisis no es como cualquier otra que hayamos tenido anteriormente sino que es mucho más profunda. En la segunda parte de la obra apuntamos algunas orientaciones geopolíticas y algunos modelos políticos, económicos y sociales, así como niveles de cooperación intereuropea, que nos parecen importantes para una reconstrucción nacional de España. Porque a fin de cuentas de eso se trata: de regeneración político-social y de reconstrucción nacional.

© Ernesto Milá – infokrisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com