Reproducimos a continuación el artículo publicado en la Revista de Historia del Fascismo en el que se retrata la trayectoria del movimiento Jeune Nation. Si hemos decidido publicar este artículo precisamente ahora es porque, Dominique Venner afiló en este movimiento por primer vez sus armas como militante político. Ahora, en el momento de su muerte sacrificial, creemos que vale la pena repasar la trayectoria del que en vida fue uno de nuestros maestros de pensamiento y en la hora de su sacrificio, un ejemplo.
1949-1962:
Jeune Nation
Cuando
el nacionalismo francés renació
El quinquenio que abarca de 1944 a 1949 supuso la
desaparición del fascismo francés que solamente puede considerarse “reinstaurado”
en su forma “neo” con la fundación del grupo Jeune Nation. Desde el
principio de su azarosa historia este grupo optó por decisión propia por una
vía extraparlamentaria y activista. Fue el primer grupo político de postguerra
que utilizó como emblema la cruz céltica. Su historia empieza con la resurrección
del nacionalismo francés y termina con la debacle de la OAS.
A partir de
enero-febrero de 1944, los militantes de los distintos partidos fascistas
franceses empezaron a ser objeto de atentados por parte de la resistencia. El
Partido Popular Francés de Jacques Doriot era, sin duda, la organización más
potente y frente a éste el Rassemblement National Populaire de Marcel Deat y el
resto de grupúsculos palidecían. Sin embargo, el PPF afrontaba la competencia
de la Milicia de Darnand que parecía agrupar a los elementos más activistas de
la “colaboración”. Ciertamente, los militantes del PPF estaban mayoritariamente
presentes en la Légion des Volontaires Français contre le Bolchevisme y en las
Waffen SS franceses, pero esta militancia tuvo como consecuencia el que este
partido se desangrara en los frentes y sus cuadros –entre ellos el propio
Doriot- trasladados al frente del Este estuvieran lejos del escenario político
francés. La Milicia, en cambio, actuaba como una especie de fuerza auxiliar de
los alemanes en su lucha contra la resistencia. Más adelante, los restos de esta
fuerza paramilitar serían transferidos por los alemanes a Italia para que
luchar contra los partisanos.
1944-1949: los años oscuros
En 1944 estaba
demasiado claro que el nacionalismo francés había experimentado una lacerante
ruptura en los cuatro años anteriores que siguieron a junio de 1940, cuando el
Mariscal Petain oficializó la rendición. Partidos como Action Française que
nunca habían ocultado junto a su nacionalismo cierto antigermanismo, se vieron
rotos entre las posibilidades de colaborar con el régimen de Vichy con el que
se identificaban, pero cuya alineación con el III Reich deploraban. Maurras,
por otra parte, jamás estimuló la colaboración, ni elogió en escrito o discurso
alguno a los ejércitos que habían vencido a las fuerzas francesas; otros de sus
partidarios, en cambio, optaron por ingresar en la resistencia y otros, por el
contrario, en superar esa contradicción, sublimándola en la lucha
antibolchevique ingresando en las fuerzas regulares que con los colores de la Wermartch o de las Waffen SS combatieron en el frente del Este. En otros partidos se
dieron idénticos dramas. También, es preciso recordarlo, hubo sectores que
optaron por abandonar la lucha política ante la imposibilidad de adoptar una
decisión sin reservas mentales.
Tras el
desembarco en Normandía y en las costas del Sur de Francia, la resistencia
aumentó sus atentados contra los elementos considerados como “colaboracionistas”
(blancos, por lo demás, en su indefensión mucho más fáciles que las unidades
militares alemanes que incluso en la derrota conservaron su disciplina,
eficacia y capacidad de respuesta armada). Entre junio-julio de 1944 y abril de
1945 algunos colaboracionistas huyeron a España o incluso fuera de Europa,
otros se dejaron detener esperando un juicio justo, los hubo que siguieron a
los alemanes en su retirada y también quienes como Drieu la Rochelle se
suicidaron.
La “liberación”
(así se llamó al desembarco anglo-norteamericano en Francia) supuso un trauma
para todos los que no habían optado netamente por la resistencia. En los dos
años que siguieron a junio de 1944, 15.000 militantes y simpatizantes de los
partidos fascistas o colaboracionistas fueron fusilados por tribunales
improvisados o en ajustes de cuentas y otros 250.000 fueron condenados a penas
de prisión y “degradación nacional”. En los años siguientes se hizo imposible
pensar en la reconstrucción de partidos neofascistas que fueran una
prolongación de los existentes antes de la guerra.
Hubo que esperar
a enero de 1945 para que empezaran a aparecer hojas y periódicos de escasa
difusión y aparición irregular que, de alguna manera, parecían ser
representantes de lo que luego se llamaría en Francia “oposición nacional”.
Algunos de estas revistas eran de tono “maurrasiano” (Les
Documents Nationaux) y tendían a defender las viejas ideas que dieron vida
a Action Française cuarenta años antes. Prohibido el movimiento por los
vencedores, la revista tardó poco en transformarse en el semanario Aspects de la France que todavía hoy
sigue publicándose.
En cuanto a los
“petainistas” estuvieron en condiciones en octubre de 1945 de lanzar la
publicación inicialmente cyclostilada Questions-Actuelles
fundada por René Malliavin que se transformaría en 1947 en Écrits de Paris con formato de revista mensual y que unos meses
después sería la matriz del semanario Rivarol.
Ambas publicaciones siguen publicándose hoy 65 años después (Rivarol acaba de llegar en el momento en
que escribimos estas líneas al número 3.000). Media docena de boletines neofascistas
más –algunos de ellos tan radicales como clandestinos- completaban el escenario
de la postguerra francesa. Había cierto número de publicaciones, pero no
aparecía ningún partido decidido a recuperar la llama y, especialmente, con
capacidad y cuadros suficientes como para hacerlo.
En 1949 parecían
despuntar dos líderes con aspiraciones de encabezar la formación de un partido
neofascista: de un lado un antiguo militante del Partido Comunista
Internacionalista, René Binet, que encabezaba a un pequeño sector decidido a
formar un partido de carácter racista y extremadamente radical especialmente en
lo social; de otro, figuraba Pierre Sidos, hijo de un miembro de la Milice
fusilado por los resistentes que como sus hermanos llevaba el nacionalismo en
las venas. Sidos estaba desprovisto de cualquier connotación racista y defendía
una orientación muy parecida a la de Maurras, jamás había ocultado que se
trataba de un nacionalista clásico y que no creía ni en las elecciones ni en la
democracia formal. Sería éste último quien participara en la fundación del
primer partido digno de tal nombre de orientación neofascista en la Francia de
la postguerra: Jeune Nation.
Los primeros años: anti-imperialismo y “grandeur”
Jeune Nation apareció
de la mano de los hermanos Sidos, especialmente de Pierre y del que luego
alcanzaría fama mundial como abogado del General Salan y de los golpistas de
Argel, Jean Louis Tixier Vignancour. Sidos, muy joven, había conocido ya los
campos de concentración mientras esperaba juicio por haber militado en los
“cadetes” del Francismo (otro movimiento fascista francés de la
preguerra). Pierre Sidos, junto con
Albert Heuclin y Tixier-Vignancourt ya veterano abogado, fundaron en 1949, con
el nombre de “la Jeune Nation” un círculo que no lograría llamar la atención
hasta 1953. François Duprat dirá de estos primeros años que: “Los principios fueron difíciles, las
reuniones siguieron estando durante varios años desesperadamente vacías”.
¿Cuál era el eje
de agitación de “la Jeune Nation” en aquellos primeros años? La “grandeur”
francesa que luego sería recuperada como eslogan electoral por De Gaulle. Sidos
y sus primeros camaradas eran fundamental nacionalistas (es decir “patriotas
radicales” a diferencia de lo que en Francia se conoce como “nationaux”, o
“patriotas moderados”) y en aquellos momentos había un tema de movilización que
concentraba su atención: la guerra de Indochina. Quizás el elemento más
dramático que aparece en la postguerra francesa desde que callaron las armas en
Europa mayo de 1945 fue el desmantelamiento de los imperios coloniales.
Veinticinco años después tanto el imperio británico como el francés, como el
belga o el holandés, dejarían completamente de existir: era la parte no hablada
en Yalta pero sin duda pactada por las que ya en 1944 se presentían como las
dos grandes potencias que, a partir de entonces iban a facilitar los procesos
de “descolonización” no tanto por amor a la “libertad de los pueblos” como para
debilitar a las antiguas naciones europeas.
Lo primero que
llama la atención a lo largo de los años que se prolongó la experiencia de
Jeune Nation fue la toma de conciencia de que había que actuar en dos frentes:
contra las dos potencias que, no solamente se habían repartido Europa en dos
zonas de influencia, sino que estaban hincando la piqueta de demolición en los
antiguos imperios europeos. Eran los tiempos en los que Ho-Chi-Min y el general
Giap combatían al ejército colonial francés en Indochina.
A diferencia de
los primeros grupos neofascistas italianos (en la ambigüedad de l’Uomo
Qualunque pero también en la mayoría de direcciones del Movimiento Social
Italiano a lo largo de toda la postguerra) que no solamente no adoptaron jamás
una postura antinorteamericana sino que incluso aceptaron asesoramiento y ayuda
de agentes de aquel país, en Francia, Jeune Nation defendió en todo momento el “US reembarquez”, alternativa al
izquierdista “US go-home”. Los
distintos movimientos que sucederían en los años 60 a Jeune Nation
(especialmente la Federation des Étudiants Nationalistes, creada como rama
juvenil del partido) heredarían también esta orientación anti-norteamericana
que solamente sería rota con la aparición de Alain Robert, primero en Occident
(disidencia de la FEN), luego en Ordre Nouveau y finalmente en Forces Nouvelles
en donde existió siempre cierta ambigüedad en relación a la “cuestión
norteamericana”.
Con los excombatientes contra el comunismo
El énfasis
puesto por Jeune Nation en la defensa del imperio se traduciría en que algunos
de sus militantes tras pasar su período de servicio militar en Indochina
participaron en la creación de la Association des Anciens Combattants
d’Indochine et de Corée a partir de 1953. Aquellos jóvenes que habían vivido
experiencias bélicas traumáticas en países remotos y que, en buena medida se
habían identificado con las poblaciones autóctonos cuya vinculación a Francia
habían ido a defender, desesperadamente buscaron alguna fuerza política que
asumiera sin reservas el mantenimiento del Imperio. En 1953, uno de estos
jóvenes, Roger Holeindre que luego pasaría a ser corresponsal de Paris Match y
más tarde presidente de la Association des Anciens Combattants de l’Union
Française, miembro del Front National y diputado europeo por esta formación en
varias legislaturas, tomó la palabra. Holeindre, ya por entonces bien conocido
por los ex combatientes de Indochina y de Corea, consiguió galvanizar a la
audiencia y garantizar que en los años siguientes, Jeune Nation sería
considerado como partido de referencia para canalizar sus intereses políticos.
Sidos hizo
todavía más visible esta tendencia desplegando un activismo agresivo en la
calle especialmente contra los vendedores de L’Humanité, el diario del Partido Comunista. En los “raids de
castigo” contra los propagandistas comunistas, los ex combatientes de Indochina
y los jóvenes de Jeune Nation volvieron
a encontrarse y a forjar lazos y experiencias comunes.
Dos episodios
fueron particularmente duros e hicieron que el nombre de Jeune Nation saltara a
las primeras páginas de los diarios. En efecto, el 4 de marzo de 1954, Dien
Bien Phu se encontraba asediado por las tropas del vietminh mientras que las calles de París fueron recorridas por una
manifestación de solidaridad con las tropas sitiadas y sin salvación posible,
Jeune Nation aprovechó para sumarse a la marcha junto con miles de antiguos
combatientes de Indochina. La manifestación también aspiraba a denunciar la
propuesta –bastante lógica por otra parte- de constituir una Comunidad Europea
de Defensa que sería en lo militar lo que el Mercado Común Europeo fue luego en
lo económico: una alternativa militar a la OTAN. Sin embargo, para los
nacionalistas franceses radicales y moderados, incluso para los gaullistas, la
propuesta era inasumible porque suponía una dejación de soberanía y la
subordinación a un mando no totalmente francés de tropas y guarniciones
francesas. Además, el partener de esa
propuesta era el tradicional enemigo de Francia, Alemania y los tiempos aún no
estaban maduros para que el nacionalismo francés aceptara una cooperación con
quien Maurras y sus discípulos había considerado el enemigo secular. En el
momento en el que la manifestación llegó a la Place de l’Eloite, donde el
ministro de defensa Pleven debía colocar una corona se produjeron gritos,
silbidos y protestas por parte de los manifestantes.
Unos meses
después, el 8 de mayo de 1954, cuando Dien Bien Phu ya se había rendido y el
desánimo cundía entre los patriotas franceses, un comando de apenas cuatro airados
excombatientes de Indochina y de militantes de Jeune Nation, dirigidos por el
propio Pierre Sidos, atacaron, como era su costumbre, una camioneta de reparto
de L’Humanité dejando gravemente
herido al conductor que moriría unos días después, no tanto a causa de la
agresión como por una cirrosis hepática que padecía. Hasta ese momento la
policía que no se había preocupado excesivamente de las operaciones
anticomunistas de Jeune Nation, a partir de ese momento desencadenó una
represión brutal que llevó a la cárcel a varias decenas de militantes la
inmensa mayoría que no había participado en la agresión.
Disidencias y factores nuevos
En ese momento
era demasiado evidente que Jeune Nation había adoptado una deriva activista que
para sus miembros más moderados era problemática. El primero en retirarse fue
Tixier-Vignancourt y el escenario elegido para dramatizar la ruptura fue el
mitin convocado por el partido el 11 de noviembre de 1954. Allí, ambos líderes
anunciaron el lanzamiento de dos movimientos distintos: mientras Sidos
anunciaba la transformación del equipo de “la Jeune Nation” en partido “Jeune
Nation”, Tixier proclamaría la fundación de su Rassemblement National.
Salvo su
aparición en las páginas de sucesos y en las crónicas de la violencia política,
Jeune Nation no había logrado alcanzar hasta ese momento una implantación
militante excepcionalmente sólida. En aquellos momentos, su militancia no
estaría formada por más de 500-600 activistas, la mayoría concentrados en
París. A pesar de que a partir de 1954 su implantación iba aumentando poco a
poco, en su conjunto representaba muy poco junto a la brutal irrupción del “poujadismo”
y de su sigla la Unión des Comerçants et des Artisans, la UDCA que encarnaba en
primer lugar al revuelta de los pequeños comerciantes contra las exacciones
fiscales y en segundo lugar cierto desánimo por la situación del Estado y de la
sociedad francesa de postguerra.
A diferencia de
Jeune Nation, la UDCA no había renunciado a participar en las elecciones y,
además, sobre el origen político de su líder no había dudas: Pierre Poujade, en
efecto, había sido miembro de la Union Populaire de la Jeunesse de France, la
organización juvenil del PPF de Jacques Doriot. Tras hacerse perdonar por ese
“pecado de juventud” y haber militado en las filas del gaullismo, en 1953 fundó
la UDCA que a partir del año siguiente se configurará como un fenómeno de
masas.
Si la fundación
de la UDCA resultó ser un elemento decisivo en la configuración del
neo-fascismo moderado de la postguerra francesa, otro acontecimiento ocurrido
en 1954 tuvo todavía mayor importancia en la radicalización de la situación y,
consiguientemente, en el ascenso del papel político de una organización que no
desdeñaba la práctica del activismo radical y violento como Jeune Nation. En
efecto, en 1954 estalló la revuelta de Argel cuando todavía no se habían
apagado los ecos de la derrota de Indochina.
Tanto la
fundación de la UDCA como la revuelta de Argel facilitaban una posibilidad
inmejorable de actuación al neofascismo francés y disponer de lo que no había
estado al alcance del fascismo francés ni siquiera en los mejores momentos de
los años 30. En efecto, la revuelta de los pequeños comerciantes hizo que el
neofascismo pudiera maniobrar sobre una clase social concreta y utilizarla como
arieta contra el Estado. Así mismo, la nueva situación generada en Argelia
podría facilitar –como de hecho facilitó- el disponer de otra clase social
completamente diferente (los pieds noires,
colonos franceses residentes en Argelia) que iban a apoyar la vinculación de
este territorio al Estado francés.
Hasta 1954, la
situación de la extrema-derecha francesa no era muy diferente de esta otra en
la que se encuentra la extrema-derecha española. En ambos casos, las
vinculaciones y los lastres con el pasado parecían demasiado evidentes como
para poder crecer y obtener éxitos electorales. Si hasta 1954 los vínculos de
los grupos neo-fascistas franceses con el “petainismo” parecían fuera de dudas
(como ocurre con los grupos actuales de la extrema-derecha española que no
consiguen divorciar su imagen del franquismo), a partir de ese momento, la
crisis de la sociedad y del Estado francés (generado por la presión fiscal que
acarreó la revuelta consiguiente de los pequeños comerciantes y por la
insurrección del FLN argelino que implicó una radicalización del algo más de un
millón de colonos, al igual que hoy la extrema-derecha española se beneficia de
una situación de crisis económica, corrupción generalizada y llegada masiva de
inmigrantes) crearon las “condiciones objetivas” para que el neo-fascismo
francés “tocara el cielo”. Y lo haría a través de Jeune Nation y de la
resistencia armada a favor de la permanencia de Argelia en Francia que
protagonizó la Organisation de l’Armé Secrete, en cuyas células participaron
los miembros del partido encabezado por Pierre Sidos.
En 1954 se
generan una situación que persistirá en los ocho años siguientes y que crearán
tensiones que estuvieron a punto de destruir a la República francesa.
Jeune Nation: la doctrina y los “modos”.
¿Qué proponía a
mediados de los años 50 el movimiento Jeune Nation? Inicialmente se trataba de
un “anti partido” que rechazaba la participación en los procesos electorales y
no ocultaba su tendencia al golpismo y a considerar la conquista del Estado como
un problema de audacia y de “movilización nacional” o “movilización de las
fuerzas sanas de la nación”. A decir verdad, Jeune Nation prefigura a los
movimientos extraparlamentarios que irrumpirían a derecha e izquierda del
panorama político en el último tercio de los años 60 y en los primeros años 70.
De todas formas,
su formulación estratégica y programática distaba mucho de estar completamente
“cerradas”. Mientras que el otro sector del neo-fascismo francés de la época
dirigido por René Binet había enfatizado la construcción de una doctrina
política excepcionalmente rígida que partía del elemento “raza” para formular
una teoría de la historia y del Estado (el dogmatismo de Binet era, sin duda,
un residuo de su pasada militancia en filas trotskistas), en Jeune Nation los
planteamientos eran extremadamente sumarios y al mismo tiempo mucho más
accesibles para las masas. Paradójicamente, mientras que la actividad pública
de Binet y de sus grupos nunca alcanzó el más mínimo relieve, la de Sidos y sus
militantes llamó pronto la atención de los medios y se configuró como una
columna activista y anticomunista singularmente dura. Sorprendentemente, Sidos
y Binet mantuvieron siempre buenas relaciones a pesar de que cada uno de ellos
se preocupaba por evitar que las ideas del otro penetraran en su propio
movimiento.
Los dos líderes
del neofascismo francés de postguerra tenían una concepción organizativa muy
sumaria y que derivaba de los criterios derivados del fascismo histórico.
Concebían sus movimientos como fuertemente jerarquizados, con estructura
piramidal, dotados de una dirección colegiada, pero en la que existía un “primus interpares” (tal como reconoció
Duprat) que si bien no tenía el poder y la potestad que el fascismo clásico
atribuía al “führer” o al “duce”, tenía que responden de su gestión ante el
resto de miembros de la dirección y sobre él recaían las mayores
responsabilidades políticas y doctrinales.
A pesar de que
Jeune Nation decía estar guiado por una “dirección nacional”, pronto quedó
claro que el “alma” de la organización era Pierre Sidos y que éste tenía una
extraña concepción de “lo político” en la que la “grandeur” francesa ocupaba un
espacio central. Sin embargo, a pesar de esta tendencia, Jeune Nation no había
podido evitar la concurrencia de otras fuerzas que se manifestaban a favor del
mantenimiento de Argelia dentro del Estado francés, especialmente en la órbita
del gaullismo de mediados de los años 50. El principal hándicap que debía
superar la organización era que en su interior existían muchos nostálgicos de
la “revolución nacional” y del “petainismo” que suponían un lastre en una
sociedad francesa todavía no recuperado completamente de la tragedia de la
guerra civil y, de otro lado, un activismo compulsivo pero orientado no tanto a
la expansión del partido como a la militancia anticomunista (el PCF aparecía a
los militantes de Jeune Nation como el principal aliado de los movimientos
anticolonialistas en Indochina y Argelia y, por tanto, como un cuerpo ajeno y
traidor a la grandeza de Francia).
Con estos
planteamientos –anticomunismo y neopetainismo- era evidente que Jeune Nation,
incluso con las “condiciones objetivas” más favorables tenía un “techo”
político muy bajo. Faltaba la “chispa”, el elemento que diera brillantez,
innovación y don de la oportunidad y que, al mismo tiempo, galvanizara la
actividad expansiva y militante del movimiento. Esa persona sería desde 1956
Dominique Venner. Venner –hoy respetado historiador, autor de varios libros
sobre historia de las armas y del siglo XX y director de la Revista de Historia Francesa- era perfectamente
consciente de que el petainismo era historia y de que se estaban produciendo en
la sociedad europea mutaciones suficientes como para obligar a los movimientos
políticos que aspirasen a operar sobre la sociedad a cambiar de orientaciones.
Estas intuiciones llevan a Venner a imponer algunas líneas de trabajo nuevas en
Jeune Nation: el activismo proseguirá redoblado, contra los vendedores de L’Humanité y especialmente para ampliar
el radio de acción del movimiento. El aplastamiento de la secesión húngara por
los tanques rusos en 1956 supondrá la primera gran movilización de Jeune Nation
realizada en función de un tema no específicamente relacionado con la
“grandeur”.
Hasta la llegada
de Venner, los ejes de agitación habían sido relativamente sumarios. Jeune
Nation se presentaba como formación “revolucionaria” pero, al mismo tiempo,
partidario de la conservación del Imperio Francés. Percibían al comunismo como
algo exterior al cuerpo político de Francia y agente disgregador y
desmoralizador. No dudaban en recordar que los excesos cometidos durante la
depuración se habían debido a la acción de los partisanos comunistas y que estos solamente se habían puesto en
marcha después de que la URSS fuera atacada por el III Reich y no antes,
mientras estuvo en vigor el Pacto Germano-Soviético. No ocultaban su
antidemocratismo (“Arrojemos los
diputados al Sena”) ni su voluntad de reconstruir el imperio que se iba
disgregando (“Túnez, Marruecos,
Reconquista”). Cuando tienen lugar los procesos electorales, Jeune Nation
decretará inevitablemente la abstención. Será con la llegada de Venner cuando
un movimiento en buena medida adormecido y sacudido solamente por la pérdida de
las colonias cobre nueva vida.
En 1956 tienen
lugar paralelamente dos sucesos traumáticos: la intervención anglo-francesa en
Suez y la posterior retirada bajo presión norteamericana (lo que confirmaba que
en Europa eran los EEUU quienes marcaban la pauta y ordenaban a las potencias
europeas intervenir o no en operaciones en el exterior del continente) y los
sucesos de Hungría. Ambos episodios dieron a Jeune Nation y a Venner excusas
para relanzar el movimiento.
La expansión de Jeune Nation
El 8 de
noviembre de 1956, el movimiento convocó una manifestación de protesta por la
invasión y de solidaridad con los combatientes de Budapest, que debería
terminar ante la sede del Partido Comunista. La convocatoria se realizó junto a
otros movimientos anticomunistas y nacionalistas y agrupó a 300-400.000
personas en Place l’Etoile que marcharon sobre la sede del PCF. Los
enfrentamientos con las milicias comunistas llegadas de la Banlieu y de las
provincias para defender el inmueble no pudieron impedir que algunos
manifestantes lograran penetrar en el interior de la sede del PCF e incendiar
algunas dependencias causando cuatro muertos y varios cientos de heridos ante
la pasividad casi total de la policía.
Gracias a su
participación en esta manifestación y al activismo desarrollado por Venner y su
equipo, el movimiento consiguió consolidar su estructura en París (con 300
activistas) y constituir algunas delegaciones en provincias. Otra manifestación
de protesta por el asesinato de un capitán del ejército francés en Marruecos,
que coincidió con la muerte en combate en Argelia de Henri Sidos, hermano de
Pierre, dio posibilidades a Jeune Nation de estar presente en las calles de
París el 31 de marzo de 1957. En el curso de esta manifestación, por primera
vez se utilizaron banderas y emblemas con la cruz céltica que luego se
convertiría en el emblema del neofascismo francés, siendo asumida
posteriormente por el movimiento de Jean Thiriart, Jeune Europe. En el curso de
esta manifestación, los miembros de Jeune Nation desbordaron a los organizadores
de la misma (gaullistas) enfrentándose con la policía.
Otra
manifestación convocada en noviembre de 1957 en protesta por las entregas de
armas norteamericanas al presidente tunecino Abib Burguiba les dio posibilidad
de mostrar sus sentimientos anti-yanquis. También aquí se produjeron violentos
enfrentamientos con la policía pero el movimiento vio como sus efectivos
crecían (ya agrupaban a 500 activistas en París) y su nombre pasaba a ser
suficientemente conocido por los lectores de la prensa parisina. Los mítines
del movimiento ya no estaban frecuentados solamente por nostálgicos
petainistas, sino por hombres y mujeres alarmados por la pérdida de prestigio
internacional de Francia y por el desmoronamiento acelerado de su imperio
colonial. Dándose cuenta de que este era el principal factor de movilización,
Sidos, Venner y Hueclin respondieron al llamamiento de la izquierda europea de
convocar una jornada internacional contra el colonialismo, para convocar un
mitin con la consigna “Hoy, Orléans es
Argel”. Al año siguiente, en mayo, François Sidos y Dominique Venner
terminarán en prisión tras los incidentes ocurridos durante la fiesta de Juana
de Arco. Aquel mes deparó más sobresaltos
para Jeune Nation y para Francia entera.
En efecto, el 13
de mayo, cuando la situación en Argelia ya era excepcionalmente tensa y había
arrastrado a la inestabilidad a la IV República, Jeune Nation convocó una
manifestación que agrupó entre 3.000 y 4.000 personas que fueron detenidas en
el acceso al Puente de la Concordia cuando pretendían marchar sobre la Asamblea
Nacional (rememorando los sucesos de febrero de 1934. Véase RHF-1). Al día siguiente, Venner fue
detenido y el 15 el gobierno disolvió al movimiento. Cuando eso ocurría, ya se
había producido la sublevación de Argel y el escenario había cambiado
completamente. El golpe de Estado esperado por muchos –pero no por Jeune
Nation- acababa de producirse.
La disolución
decretada por el gobierno, el arresto de Venner, lo precipitado del golpe,
generaron un caos interior y falta de comunicación entre las delegaciones y la
central política parisina. Duprat explica que “los elementos de JN del Sub-Peste y del Sud-Este reaccionaron
enérgicamente y participaron en los primeros Comités de Salut Pública en
formación. Otros militantes intentaron acelerar el proceso tomando el poder en
el Sur, especialmente en Pau y Bayona en contacto con los paracaidistas”. Y
el propio Duprat sabía de lo que estaba hablando porque a pesar de su juventud
participó en el proyecto de toma del poder con el coronel Fossey-François, jefe
de la base paracaidista de Bayona).
Argel como bastión
El movimiento
cayó en algunas contradicciones. Inicialmente quiso ver en el retorno de De
Gaulle un intento de resistencia a la pérdida de influencia internacional de
Francia y a la disolución del Imperio y realizó campaña a favor del retorno del
general a la escena política. Resultaba evidente que los militantes de Jeune
Nation intentaban aprovechar el cambio de régimen para acrecentar su
influencia, pero en ningún momento consiguieron desbordar a los gaullistas.
Tras las primeras vacilaciones, cuando se supo la composición del nuevo
gobierno quedó claro que no existían nexos comunes entre la derecha liberal y
patriótica y la extrema-derecha neofascista, nacionalista y radical. A partir
de entonces, los medios neofascistas franceses –en general, porque siempre hubo
marchas atrás y regresiones- se distancian definitivamente del gaullismo.
Divorcio que alcanzará su cénit con la firma de los acuerdos de Evian unos años
después que, firmados por De Gaulle, que pondrían fin a la presencia francesa
en Argelia. Como en otras ocasiones, el “Bonaparte” llamado para resolver la
situación acababa precipitando el final contrariamente a los intereses e
intenciones de quienes habían acudido a él… Jeune Nation, prohibida, pero
tolerada lanzó entonces una revista quincenal cuya cabecera ostentaba el mismo
nombre del movimiento, con una tirada de 5.000 ejemplares, tribuna a partir de
la cual demostró su oposición total a la evolución de los acontecimientos y al
entreguismo que el gobierno gaullista haría cada vez más visible. Sidos, a todo
esto, pudo entrevistarse con representantes del gobierno para tratar de
legalizar de nuevo a la organización que le propusieron como alternativa el
nombre de “Jeune Nation Française”.
En las jornadas
que siguieron se produjeron intentos de fusionar distintas fuerzas que habían
ido surgiendo en el territorio metropolitano y en Argelia opuestos a lo que se
reveló política gaullista de entrega de esta colonia. Sin embargo, a la hora de
la verdad, retirados los Comités de Salud Pública teledirigidos por los
poujadistas de la UDCA e incorporados algunos sectores patrióticos al proyecto
gaullista, el Partido Nacionalista promovido por los antiguos miembros de Jeune
Nation fue finalmente constituido el 6 de febrero de 1959 en el curso de un mitin
en la sala de la Mutualité de París al que asistieron 2.000 personas. Nadie se
llamaba a engaño: la nueva formación no era otra que Jeune Nation cuya revista
(del mismo nombre) había pasado de ser quincenal a mensual pero duplicando la
tirada. Entre el otoño de 1958 y el invierno de 1959, Jeune Nation, a pesar de
la prohibición, de decenas de detenidos y de haber visto como su revista era
secuestrada con cierta frecuencia, se encuentra en su mejor momento. Cuenta con
delegaciones en el Sur y con la participación de militares prestigiosos, está
presente en Toulouse, Lyon y Burdeos y ha estado en condiciones de estructurar
en Argelia una fuerte sección que ampliará su radio de acción el 1º de
noviembre de 1958 gracias a Joseph Ortiz, un antiguo miembro de los Comités de
Salud Pública que constituirá de común acuerdo con la delegación de Jeune
Nation en la colonia, el Front National Français que agrupaba a distintas
fuerzas políticas implantadas allí partidarias de seguir manteniendo los
vínculos con la metrópoli. Entre otros, participará en el FNF, un joven
estudiante, Jean-Jacques Susini que tendrá luego un papel protagonista en la
formación de la OAS y en el proceso golpista que reaparecerá en los años
siguientes en Argel.
Tanto el FNF,
como el Mouvement Nationaliste Étudiant creado por Susini, como algunos Comités
de Salud Pública, participaron en el proyecto del Parti Nationaliste. Durante
el mitin fundacional, Ortiz enardecerá a los asistentes al manifestar por
primera vez su intención de defender la integridad de Francia (incluida la
“provincia” argelina) con las armas en la mano. A la prensa no se le escapará
el radicalismo de la nueva formación que no era nada más un frente vertebrado
por Jeune Nation, organización cuyo peso político estaba subiendo y que pronto
indujo al gobierno a tomar medidas contra él. Inmediatamente después del mitin
de París, el primer ministro Michel Debré visitó Argel siendo recibido por una
violenta manifestación convocada por la nueva formación. El 12 de febrero se
produjeron registros en las sedes del movimiento en la metrópoli y al día
siguiente sería prohibido batiendo un record: desde su fundación hasta su
prohibición apenas había pasado una semana…
La medida,
apenas afectó a la actividad de los militantes nacionalistas que siguieron
actuando con las siglas preexistentes: FNF, MNE, Jeune Nation (que seguía siendo el nombre de la revista), o bien
creando círculos regionales (Pensé Nationaliste en el Sur-Este, Action
Nationaliste en Lyon). El eje central de toda esta estructura lo componían los
antiguos cuadros de Jeune Nation que operaban a modo de columna vertebral de un
“ambiente” cada vez más amplio y diversificado.
La fuerza que
había adquirido el movimiento sorprendió a todos durante las elecciones
municipales de marzo de 1959, cuando decretó la abstención y realizó una
campaña que fue seguida por 2/3 partes de los electores europeos de Argel. Sin
embargo, la represión y la prohibición hicieron mella en la fortaleza y en la
coherencia del movimiento especialmente en París. Si tras el mitin de la
Mutualité el Parti Nationaliste recibió 1700 adhesiones, tras la prohibición lo
único que se mantuvo fue el núcleo central originario de Jeune Nation. En los
meses siguientes, el gobierno entendió perfectamente que el movimiento era
vulnerable. Cualquier artículo publicado en la revista Jeune Nation, alguna de cuyas lecturas pudiera dar a entender que
se proponían acciones armadas para garantizar la permanencia de Argelia dentro
del Estado francés, implicaba un inmediato secuestro de la edición hasta el
punto de hacer imposible la aparición de la revista. Por otra parte, el
mantenimiento de algunos cuadros en prisión hacía que otros menos dotados
aprovecharan el vacío generado para aspirar a cargos de poder y esto generase
tensiones internas que desgarraron lo que quedaba del movimiento en la metrópoli.
La creación de la FEN
Cuando llega
1960 un nuevo equipo compuesto por militantes llegados de las provincias se
hace cargo del movimiento y le da un nuevo impulso reconstruyendo la
organización. Entre otros figuraban François d’Orcival y Georges Schmelz que
reconstruirán la organización universitaria y crearán Comités d’Ation pour l’Algérie
Française. Nuevamente, las prohibiciones gubernamentales impidieron que el
grupo prosperase en la metrópoli. Un mitin en el que debía participar Joseph
Ortiz convocado para el 16 de octubre de 1959 fue prohibido y, en represalia,
los miembros de Jeune Nation lanzaron granadas lacrimógenas contra una reunión
socialista presidida por Mendèz-France. Sin embargo, esta nueva oleada de
activismo no consiguió que la sección metropolitana alcanzara el nivel de
importancia, envergadura y desarrollo que la sección argelina que, por entonces
ya estaba convertida en una fuerza política hegemónica.
El “golpe de
Argel” y las jornadas de las barricadas (véase artículo sobre la OAS en España,
en RHF-2) desorientaron a los militantes
de Jeune Nation. La evidente responsabilidad de los miembros de Jeune Nation en
Argel en los sucesos, hizo prever que la organización nuevamente sería sometida
a una oleada represiva, lo que indujo a Sidos y a Venner a refugiarse en la
clandestinidad. Estos acontecimientos tuvieron importancia a la hora de
reorganizar de nuevo el movimiento, reorganización que tendría una imprevista
importancia en la década que comenzaba.
En efecto, a
causa de la nueva oleada represiva, los responsables universitarios del
movimiento sugirieron la creación de un sindicato estudiantil que sirviera como
estructura legal. Así nació, de la mano de François d’Orcival, Pierre Poichet y
Georges Schmelz, la Fédération des Étudiants Nationalistes, la FEN, que más
tarde pasaría a publicar Europa Action (ya muy influida por las tesis de Jean
Thiriart (véase artículo Thiriart y La Nation Européenne en RHF-2) y que puede
considerarse como el antecedente inmediato del GRECE (Groupe de Recherches et
Études pour la Civilisation Européenne) núcleo originario de la “nouvelle
droite” a partir de junio de 1968.
En aquel
momento, la FEN cuenta con la decisión de sus militantes de igualar el nivel de
actividad desarrollado por sus camaradas en Argel, dispone de un documento
doctrinal y programático (el Manifeste de
la Classe Soixante, manifiesto de la generación de los sesenta). Mientras,
la situación argelina se iba degradando; a mediados de 1960 ya nadie dudaba que
la intención de De Gaulle era conceder la independencia a Argelia. Y una vez
más, cuando esta intención es inequívoca, el desarrollo de las secciones
argelina y metropolita en desigual: mientras que en Argelia los militantes de
Jeune Nation consiguen estructurar un Front de l’Algérie Française tomando la
iniciativa de la situación, en Francia, una organización similar organizada por
los moderados que gravitan en torno a Soustelle (que siempre había ocupado un
espacio intermedio entre los moderados “nationaux” y los “gaullistas” situados más
a la derecha, lo que hoy llamaríamos un espacio de derecha liberal) excluyen de
un frente similar a la FEN y a Jeune Nation, que no estará presente en el Front
National pour l’Algérie Française.
Cuando tengan
lugar en el otoño de 1960 los procesos judiciales con las jornadas de las
barricadas, Jeune Nation movilizará a sus efectivos y el 3 de octubre estará en
condiciones de movilizar a 200 activistas que participaron en la manifestación
de los ex combatientes en protesta por un manifiesto antimilitarista publicado
por la izquierda francesa. Los militantes de Jeune Nation infiltrados en la
manifestación desplegarán banderas francesas con la cruz céltica y darán gritos
provocadores (“Fusilad a De Gaulle”) enfrentándose con el servicio de orden y
rompiendo la manifestación dirigiendo una columna que se manifestará en las
inmediaciones del Elíseo. Unos días después, nuevamente el nombre de Jeune
Nation y de la FEN aparece en los medios de comunicación cuando sus militantes
dispersan un mitin de la UNEF (sindicato estudiantil habitualmente controlado
por los comunistas). En las semanas
siguientes proseguirán estos gestos activistas mientras se multiplican los contactos
con los militares que tras el viaje de De Gaulle a Argel a principios de
noviembre parecen dispuestos a promover una salida golpista. Pero cuando los
sucesos parecen precipitarse, nuevamente Dominique Venner es detenido y estará
ausente de las tensas jornadas golpistas.
Lo que sigue a
partir de ese momento, no es ya la historia de Jeune Nation cuyos militantes
participan en la resistencia armada por la “Argelia francesa”, sino la historia
de la OAS. Fueron los grupos armados de Jeune Nation los que se enfrentaron a
las unidades policiales cubriendo la retirada de los generales rebeldes
escoltados por los golpistas del 1er. Regimiento de Paracaidistas. A
consecuencia de estos incidentes todos los dirigentes de Jeune Nation y de la
FEN en Argel debieron de pasar a la clandestinidad y emergerían más tarde en
los comandos de la OAS. Otro episodio de la historia del nacionalismo francés daba
comienzo.
© Ernesto Milá –
infokrisis – Revistade Historia del Fascismo – eminves@gmail.com