Info|krisis.-¿Qué está pasando en Siria? Hace falta plantearse en batería una serie de cuestiones sin las que es imposible entender y valorar lo que está pasando en ese país. Digamos para empezar que el régimen sirio es como cualquier otro régimen árabe laico, alejado de una democracia pero alejado también del fundamentalismo islámico. Tolerante en lo relativo al origen religioso de sus funcionarios, tiene, como cualquier otro régimen no europeo, un modelo que no es, desde luego, democrático (¿por qué habría de serlo, por cierto? O es que obligatoriamente los países no europeos deben ser democracias a la europea, como si esta forma de gobierno fuera la panacea…). Gobierna el Baas, partido laico que ha generado unos niveles de corrupción que no son ni mejores ni peores que los de cualquier otro país de la zona. Dicho lo cual, vale la pena formular tres preguntas:
- ¿Por qué se está desestabilizando al régimen baasista sirio? Es fácil entenderlo si tenemos en cuenta la situación geopolítica de este país. En efecto, Siria, situada entre Israel e Irán es el paso obligado para un eventual ataque aéreo de Israel contra las instalaciones nucleares de iraníes. El régimen baasista sirio es aliado del régimen iraní. Mientras, Siria siga manteniendo ese estatus le va a ser muy difícil a la aviación judía salir indemne de un vuelo de ida y vuelta sobre 800-1.000 km de territorio hostil dotado de mísiles tierra-aire de fabricación rusa. Para poder realizar esa incursión –vital para la subsistencia del Estado de Israel- será preciso desestabilizar por completo al régimen sirio y lograr que ocurra lo mismo que sucedió en Libia en las últimas semanas del régimen de Gadafi: que el ejército se desmorone y el país caiga en el caos.
- ¿Por qué Israel estaría interesado en atacar a Irán? Porque Irán tiene la ambición de convertirse en la potencia hegemónica de la zona y lo hará esgrimiendo el factor religioso. De la misma forma que la democracia americana exporta neoliberalismo, los regímenes comunistas justificaban su dominio sobre la sociedad sobre el marxismo, el régimen iraní se justifica a sí mismo mediante el factor religioso y mediante la fe coránica. Históricamente, el enemigo de los países árabes es el Estado de Israel. Mientras los judíos han tenido la bomba atómica (y no han firmado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares), la existencia de Israel no ha corrido peligro. Pero ahora, Irán está a punto de poder fabricar ingenios nucleares y ya está ensayando vectores de largo alcance para situarlos sobre la vertical de Tel-Aviv o Haifa. Cuando el programa nuclear iraní haya llegado a su fin, Israel habrá perdido la hegemonía militar en la zona.
- ¿Qué pude ocurrir si se produce el ataque? En caso de que los aviones judíos ataquen las instalaciones nucleares iraníes es fácil prever que Irán respondería culpabilizando a EEUU y a sus aliados de haber facilitado el ataque, exigiría represalias diplomáticas y económicas contra Israel y bloquearía el Estrecho de Ormuz a través del cual pasa la mayor parte de petróleo de Oriente Medio a Europa a través de superpetroleros. Eso precipitaría el conflicto con EEUU a la vista de que, desde la llamada “Doctrina Carter”, la amenaza contra los suministros energéticos norteamericanos será, en cualquier caso, considerada como un “casus belli”. Es fácil suponer que los gobiernos europeos, incluido el español –y casi diríamos, especialmente el español- se verían arrastrados por el consorcio EEUU-OTAN al conflicto e incluso que este conflicto podría generar en toda Europa trastornos con los 20 millones de inmigrantes en su mayoría árabes o de religión islámica que se encuentran en el Viejo Continente.
- ¿Por qué una guerra ahora en Oriente Medio? Es bien simple: desde hace cuatro años ha ido cobrando forma la idea de que solamente una guerra de destrucción masiva puede salvar al capitalismo y poner en marcha de nuevo los mecanismos de producción y consumo. No es la primera vez que se resuelve una crisis del capitalismo recurriendo a la guerra. De hecho, la crisis de 1929 no se superó en EEUU ni con el new-deal rooseveltiano, ni con una década de espera, la crisis se superó solamente cuando Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemania a causa de un conflicto fronterizo intrascendente (por la ciudad libre de Danzig). Solamente, a partir de ese momento, las fábricas norteamericanas empezaron a producir armamento de nuevo y esa producción arrastró al resto de sectores, de la misma forma que luego, tras 1945, la reconstrucción de Europa consolidó el poder hegemónico de EEUU sobre media Europa. La crisis de 1929 fue un juego de niños comparado con la que se generó a partir del verano de 2007 con la crisis de las subprimes que contaminó a todo el sistema financiero mundial, evaporó activos en segundos y generó un estallido económico que todavía no ha terminado y que ha mutado en Europa en crisis de la deuda soberana. A partir de la reunión de Sitges del Club Bilderberg, el estado mayor de la alta finanza, de los consorcios económicos e informativos y de la clase política, llegaron a la conclusión de que solamente una guerra pondría en marcha de nuevo al capitalismo y que esa guerra solamente podía tener un escenario: Oriente Medio. Hay que recordar que buena parte de los “señores del dinero son de origen judío… pero no son sionista y son ellos los que hoy están pagando buena parte del déficit del Estado de Israel. Su desaparición les tiene absolutamente sin cuidado e incluso les puede beneficiar en su irreprimible tendencia a presentarse como víctimas (los ecos del “holocausto” se van extinguiendo y, entre otros, por acción del régimen iraní, cada vez surgen más dudas sobre lo que ocurrió en aquellos años). Este escenario del conflicto ha sido elegido además por imposibilidad de encontrar otros teatros de destrucción masiva: imposible en Europa (la “Unión Europea” empezó a formarse de hecho para evitar que Francia y Alemania se enzarzasen en una cuarta guerra en menos de cinco generaciones que sería la definitiva), imposible en Cachemira (tanto India como Pakistán son conscientes de que un conflicto les arruinaría y les haría perder las cuotas de mercado que hay tienen y les imposibilitaría por mucho tiempo para ser potencias regionales), imposible en África (por muchas guerras que hubieran las destrucciones hubieran sido débiles y el gasto armamentístico limitado a la vista de que las grandes masacres en ese continente todavía se realizan a machetazos), imposible en Iberoamérica (en donde las tensiones regionales entre todos los países –tensiones que existen- no son lo suficientemente fuertes como para llegar a conflictos armados de gran calado, sino que, como máximo apenas pueden llegar al nivel de choques fronterizos y más bien a choques verbales entre mandatarios). Así pues, solamente quedaba Oriente Medio en donde la incapacidad de judíos y árabes para sentar las bases de una paz duradera y los odios atávicos entre ambos, presentan las mejores condiciones para un conflicto de proporciones regionales.
- ¿Y quién piensa en los millones que van a morir? Quizás lo más terrible de todo este escenario es la frialdad con la que unos miserables atrincherados en los rascacielos desde donde se dirige la alta finanza internacional decidan, con el visto bueno de una clase política que solamente piensa en seguir comiendo de la mano de los poderosos, el destino de millones de personas. Resulta absolutamente intolerable que individuos que detentan acumulaciones inhumanas de capital piensen día y noche en acumular todavía más en detrimento de la vida de millones de personas, de su dolor y de su sufrimiento. Pero es que el “sistema” (es decir, la infraestructura económico-burocrática que tiende siempre a las últimas consecuencias de su lógica interior: más beneficios acumulados en cada vez menos manos) hace décadas que ha dejado de tener una dimensión “humana” e incluso de estar gestionado por “personas”: es un mecanismo enloquecido que para sobrevivir precisa actuar precisamente como lo está haciendo como lo haría un robot pre-programado. Pero, así mismo, es también lacerante la indiferencia y la extrañeidad con que las poblaciones, incluso de buen nivel cultural, europeas permanecen de espaldas a lo que está precipitando. Con los cerebros entumecidos por sobredosis de “entertainment”, con sus drogas físicas y mentales, con su ocio, con su repliegue a lo personal, privados completamente de sentido crítica a causa de décadas de un sistema educativo ineficaz, preocupados por el shock de sobrevivir a la crisis, encontrar trabajo y situarse, aunque sea levemente, sobre el umbral de la pobreza, los pueblos de Europa callarán –están callando- y mirando a otra parte, ajenos a lo que vendrá y que repercutirá también en Europa en forma de alzas inmediatas y brutales en el precio de los carburantes y en subidas generalizadas de precios que limitarán aún más el valor de los salarios ya precarizados. Por unos motivos o por otros, nadie piensa, pues, en los millones de personas que van a morir.
- ¿Quién está detrás de las “primaveras árabes”? Con este nombre se conoce a distintos movimientos ocurridos desde enero de 2011 en distintas partes del mundo árabe que han ocasionado la caída de los regímenes que hasta entonces habían gobernado en Túnez, Egipto, Libia, etc. Dejando aparte que existen “causas objetivas” para todos estos movimientos, lo cierto es que su coincidencia en el tiempo y sobre el trasfondo inquietante de la crisis económica mundial, no es del todo casual ni inocente. Reiteradamente se ha denunciado a la CIA como arquitecto de las distintas “revueltas populares” (y de la intoxicación informativa sobre la que se han levantado). Todas ellas han tenido como resultado la formación de gobiernos más o menos islamistas y la radicalización antisionista de ese entorno geopolítico. Y aún hay que esperar el desenlace de las elecciones Argelinas y de las revueltas marroquíes especialmente en la región del Rif, como para dar por concluidas estas “primaveras árabes”. En algunos casos –Libia– la CIA ha delegado en otros servicios occidentales su papel desestabilizador. No es lo mismo lo ocurrido en Egipto, Túnez, Yemen, donde la CIA, el Mossad israelí y los servicios británicos operaron (y operan) para sustituir a dictadores prosionistas gastados y en desuso, por "procesos democráticos" digitados por Washington, que Bahrein, una base estratégica de la Quinta Flota USA, donde Irán, a través de la rebelión de la mayoría chiíta intenta derrocar a la monarquía aliada de EEUU. En cuanto a Libia, se trataba de un aliado inestable y, por eso, fue liquidado. En cuanto a Siria es un aliado tanto de Rusia como de China que recibe información de los movimientos del “ejército rebelde” de los satélites espía de estas potencias. Así mismo, en el caso de la desestabilización en Siria, está fuera de dudas que el “ejército rebelde” cuenta con el apoyo del Mosad israelí. El objetivo global de las “primaveras árabes” es eliminar a todos los regímenes que tengan autonomía propia y no sigan la estrategia del eje EEUU-OTAN-Israel. Y esa estrategia es hoy: generar una guerra para salvar al capitalismo. Las “primaveras árabes” no eran pues ni una lucha contra “el eje del mal”, ni una propuesta de “democratización” del mundo árabe, ni, por supuesto, la “guerra contra el terrorismo”. El objetivo es, simplemente, facilitar las bases para un conflicto regional.
- ¿Qué desembocaduras puede tener el conflicto? Solamente puede haber dos finales. O el Estado de Israel resulta definitivamente masacrado por los ejércitos árabes o bien el mundo árabe queda completamente derrotado por una coalición Israel-EEUU-OTAN. En el primer caso, el mundo árabe triunfante logra su victoria histórica que le hace olvidar todo lo pasado desde la Declaración Balfour y desde las tres guerras anteriores. Y no solamente, los árabes terminan venciendo militarmente sino que quedan como dueños absolutos del petróleo de Oriente Medio imponiendo sus precios y precipitando una nueva crisis energética mundial. En este caso, Israel desaparece produciéndose un verdadero holocausto y los EEUU son arrinconados definitivamente de la política en Oriente Medio. En el segundo caso –victoria de Israel sobre los árabes– se detiene el avance de las revoluciones islámicas, el mundo árabe reviviría las peores pesadillas del tiempo en el que fue colonizado por las potencias imperialistas europeas y se asistirá a una aparición de un terrorismo islámico muy real tanto contra el ocupante en su territorio como en el interior de los países agresores. El petróleo quedará sustraído al control árabe y cualquier régimen de la zona que quiera sobrevivir deberá ser necesariamente vasallo de los EEUU. En el fondo, esta no es solamente la guerra para salvar al capitalismo, sino también la guerra para dirimir quién termina controlando el petróleo de Oriente Medio.
© Ernesto Milà – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen