Infokrisis. – A nadie se le escapa que Grecia, Portugal, Islandia y España tienen dificultades para pagar la deuda. El Banco Central Europeo ha venido en ayuda de cada una de estos países situados de manera inestable sobre la cuerda floja. La fórmula es la peor de toda las posibles: intervención no quiere decir –nunca lo podría decir– “condonación”, sino que simplemente se trata de encontrar algo así como un avalista para la concesión de un nuevo crédito que permita pagar el anterior lo que inevitablemente generará más deuda a la vista que no hay crédito sin intereses. Pues bien, hay otras fórmulas para pagar la deuda. Alguna de ellas nos ha sorprendido por su originalidad y por aquello de que el mejor cazador es el que logra matar dos pájaros de un tipo.
En emule hemos encontrado unos apuntes publicados por el Colegio “El Valle”, Departamento de Ciencias Sociales, asignatura de Historia Contemporánea, para el 1º de Bachillerato. Los apuntes se titulan El fascismo italiano y el nazismo alemán. Decididamente no hay nada como la enseñanza privada… Los apuntes evidencian cierto rigor histórico impropio en la enseñanza media española, incluyen referencias bibliográficas y en apenas ocho folios extremadamente claros resumen los contenidos de estas doctrinas sin caer en descalificaciones facilonas propias de la Educación para la Ciudadanía o en apologías dignas de otros tiempos.
Una cosa nos ha llamado particularmente la atención en estos apuntes: el relativo a “La política económica del nazismo” que generalmente se ignora para priorizar los elementos truculentos relativos al Holocausto, exaltar el recuerdo emotivo y sentimental de Anna Frank o hacer recaer la responsabilidad de la II Guerra Mundial en el III Reich (y si tuvo alguna responsabilidad fue en la invasión de Polonia realizada para cerrar un conflicto fronterizo a la vista de que los polacos se negaban a negociar apoyados por el Reino Unido. Fue, precisamente, el Reino Unido quien presionó a Francia en los días siguientes al inicio de la invasión el 1 de septiembre de 1939 para que el día 3, ambos países declararan la guerra a Alemania. Esa declaración reactivó la máquina del capitalismo norteamericano que apenas funcionaba desde la crisis de 1929 y que el New Deal no había logrado poner en marcha. Dicho de otra manera: el capitalismo logró salir de una crisis que no había logrado superar en 10 años –ir tomando nota de los plazos– poniendo en marcha una guerrita de nada).
Corto y pego un fragmento de los citados apuntes que explican cómo fue la política económica del III Reich y sus objetivos principales:
Lucha contra la deuda externa: no se puede devaluar el marco porque automáticamente se incrementaría la cuantía de la deuda externa. Se recurre a un procedimiento drástico: se paga a los acreedores con marcos bloqueados, que sólo sirven para comprar en Alemania.
Esta idea para luchar contra la deuda externa sorprende por lo que tiene de imaginativa y se reduce a esto: “si alguien quiere cobrar nuestra deuda, tenemos la intención de pagar a la voz de ya, solamente que el dinero que el acreedor reciba, es un dinero a lo Monopoly, reconocido por el Estado y útil para ser invertido en el propio territorio de ese Estado”. Así, el buen cazador que era el economista Hjalmar Schacht mataba dos pájaros de un tipo: reducía completamente la deuda externa de una día para otro y… utilizaba la totalidad de ese dinero para conseguir la reactivación de la economía y crear riqueza.
Ahora ya sabemos cómo diablos el III Reich consiguió pasar de 3.000.000 de parados (en un país que entonces tenía más población que España en la actualidad, esa cifra era considerada inasumible por la sociedad y generó el crecimiento de los extremos del arco político y el derrumbe de la República de Weimar. Podemos imaginar lo que hubieran sido 6.000.000 de parados, el equivalente alemán de la época a lo que soporta hoy España en 2011) al pleno empleo y a la formación de un Estado ultramoderno en el que las autopistas, la televisión y el desarrollo del I+D+i constituyeron el eje central que permitió pasar entre el 30 de enero de 1933 (fecha en la que el canciller Hitler asume las riendas) y el 1º de septiembre de 1939 a una nueva fase de desarrollo nunca experimentada antes en país occidental alguno. La solución era pues, extremadamente simple: “marcos bloqueados que sólo sirven para comprar en Alemania…”. Es una tradición de la mejor política ofrecer soluciones simples a problemas complejos.
La bondad y efectividad de esa solución se demostró en la práctica y nadie puede dudar de que los resultados conseguidos alcanzaran la calificación de notables. Claro, la contrapartida fueron las libertades políticas, la destrucción de la república de Weimar y el desequilibrio en la Europa continental con la aparición de una potencia central en torno a la cual y a su crecimiento hubiera gravitado toda la Europa continental en menos de una década. No sé si la frase de “¿Cañones o mantequilla?” la pronunció efectivamente Rudolf Hess, el lugarteniente de Hitler, o bien es una de tantas leyendas. En realidad la disyuntiva era “¿libertades políticas o riqueza ya?”. Y puestas así las cosas, me temo que Hitler hubiera ganado cualquier plebiscito así planteado.
Bien, ya sabemos cómo se resolvió la cuestión en 1933–1939. Ahora hagamos un tránsito de casi 75 años hasta nuestros días. ¿Sería posible decir a los inversores: “hay tenéis dinero de Monopoly hoy mismo que deberéis invertir en nuestro país”? No, evidentemente, hay una moneda única en Europa –mal que nos pese– y la mayor parte de las decisiones económicas pasan por ahí. Dejando aparte esta salvedad –que no es baladí– la medida de Hjalmar Schacht resolvería hoy nuestro problema económico para siempre. ¿Hay deuda? Se paga, pero el dinero que recibe el prestamista lo invierte –si quiere cobrar– en la economía nacional. En este caso en la economía europea. Genial. Ah, por cierto, el hecho de que el III Reich fuera un Estado fuerte hizo que la deuda pública emitida fuera de “obligatoria compra” por parte de los bancos y las entidades de ahorro. Sí, efectivamente, esa imagen que prodigó la historiografía marxista de que los “Estados fascistas” fueron entidades al servicio de la alta burguesía capitalista eran absolutamente falsas: no solamente eran falsas sino que el Reich metió en cintura a la Banca… en lugar de pagarle sus bonus, sus caprichos y sus beneficios. Y es que el Reich, estuvo dirigido por “monstruos” que no estaban dispuestos a comer de la mano de la banca. Compárese aquélla clase dirigente con la de los actuales Estados europeos y se verá la diferencia que existe entre el “estadista” y el “político profesional”, entre el acero y la babosa.
Se dice que cuando existe una deuda dos sufren: el prestamista porque no sabe si va a cobrar y el deudor porque debe afrontar pagos muchas veces insoportables. La “técnica Schacht” resuelve este conflicto: ambos quedan satisfechos y ambos están eternamente agradecidos uno al otro. Hay un pero…
… La solución solamente es aceptable cuando quien la propone tiene solvencia, seriedad y capacidad suficiente como para que el “dinero de Monopoly” se convierta en dinero real que cumpla su función económica: aportar beneficios a su poseedor y generar desarrollo. Si el dinero solamente sirve para lo primero el prestamista termina siendo un tiburón especulador y su única recompensa en situación normal –es hasta hace pocas décadas que se ha perdido toda idea de normalidad en economía– es el paredón. Especular con el hambre, especular con el bienestar de un pueblo es un crimen contra la comunidad. El mayor crimen que puede cometerse e imaginarse.
Hay otro punto en los citados apuntes del Colegio “El Valle” que vale la pena sacar a colación. Miren:
Lucha contra la inflación: el economista Schacht, intentó evitarla a través de los “Efectos MEFO”, papeles garantizados por el Banco de Alemania. Se presionó para que en vez de presentarlos a descuento en el Banco se pagara con ellos en los intercambios cotidianos; así se desembocó en una circulación pseudomonetaria. Al mismo tiempo, se orientaba el consumo hacia niveles bajos.
Efectivamente, el mayor problema de la primera propuesta es que no desemboque en un proceso especulativo incontrolable. Schacht también lo solucionó a base de vaselina. Los “Efectos MEFO” eran pagarés emitidos por el propio Estado que se volvían a descontar al Reichsbank y que funcionaban como moneda paralela. Así se disimulaba el déficit presupuestario (y también el gasto de defensa). Era una forma de expandir el crédito sin llegar a la devaluación de la moneda ni a la inflación (efectos a los que también se llegó impidiendo la salida de divisas, así quedaba mantenido el patrón–oro en el interior.
En la economía liberal se trata de garantizar al prestamista el máximo de intereses y garantías. Así se concibe la civilización de la usura. Al parecer en la economía tal como la concibieron desde Gottfried Feder hasta Hjalmar Schacht lo que se situaba por delante de los derechos del usurero era el desarrollo de la nación.
El presupuesto de defensa alemán que en 1933 era del 8%, cinco años después había pasado al 60%. No está mal. De esto se deduce “cierta agresividad” del III Reich que un día haría falta comparar con el “complejo militar-petrolero-industrial que gobierna hoy en los EEUU. La industria armamentística alemana, no solamente se lucró, sino que generó empleo. El empleo generó crecimiento económico. El armamento generó seguridad en los inversores y en crecimiento garantizó una oleada de obras públicas inconcebible en aquel momento en un Estado desarrollado y con un nivel de deuda como el que acumuló la República de Weimar. Compárese esa política con la practicada por el Zapaterismo y se verá que cualquier parangón es imposible. La debilidad frente a la fuerza, no es más que la desconfianza frente a la confianza, la inseguridad frente a la seguridad. Se suele decir que el “dinero es cobarde” y es cierto: huye de la debilidad salvo cuando logra –como es el caso actual– que el gobernante de turno, débil, cobarde, acomplejado y corrupto, coma de su mano.
¿Alguien se imagina a aquellos terribles rectores del Reich, gentes que habían conocido las durezas y las destrucciones de los frentes, que habían luchado durante 15 años para levantar una “nueva Alemania” y un “Reich de mil años” inclinándose ante algún banquero? No, claro. Pues a lo mejor sería hora de recuperar gentes de fuste y acero, Holocaustos aparte, antes que políticos babosos, coriáceos y mentalmente enclenques. Porque esta crisis es mayor de la del 29 y esto no lleva camino de resolverse, salvo por el camino habitual en estos casos: una guerrita de nada que ponga en marcha las fábricas y mueva el dinero en la reconstrucción.
© Ernest Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – htpp://info–krisis.blogspot.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.