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jueves, 14 de octubre de 2010

Natalidad agónica, inmigración sustitutiva

nfokrisis.- Los datos demográficos son malos y ningún miembro de la clase política ni de la clase periodística parece advertirlo. Llevamos 30 años con esta dinámica de pérdida de vigor demográfico de nuestro país y de dirigentes políticos que miran a otro lado. La situación es actualmente insostenible, las cifras más escalofriantes que nunca.


En 2009, Alejandro Macarrón publicaba un extenso artículo en Expansión sobre el problema democrático español que en abril de 2010 sería retomado por Libertad Digital. Macarrón empezaba recordando que nuestros gobiernos, desde Suárez, cuando empezó el invierno demográfico español, no han prestado absolutamente ninguna atención al fenómeno de la caída de natalidad, resolviendo el problema mediante la importación masiva de inmigración.

A fin de cuentas no era tan complicado estimular la natalidad en España en 1984, cuando el fenómeno empezó a ser una tendencia inequívoca; basta con estimular la natalidad mediante campañas de publicidad, favorecer la constitución de familias mediante créditos a las parejas jóvenes, incentivar la natalidad reduciendo impuestos e introduciendo desgravaciones fiscales, concediendo ayudas estatales, etc. Ni PP, ni PSOE, ni los partidos de inspiración cristiana (PNV y CiU) adoptaron absolutamente ninguna de estas medidas. En 1995 era evidente que el país estaba “envejeciendo” y que en breve el número de nacimientos sería inferior al de defunciones con lo que la pirámide demográfica adoptaría una forma peligrosa. El lugar de adoptar medidas pendientes en los años 80 se optó por importar masivamente inmigración en número muy superior al que podía absorber la sociedad española y en número extremadamente superior al necesario para reequilibrar la pirámide demográfica. Los resultados estamos empezando a pagar ahora.

Es importante recordar que todos los partidos políticos, absolutamente todos, sin excepciones, fueron culpables por dejadez de permitir el envejecimiento del país primero y de adoptar la solución más irresponsable: la inmigración.

Solamente en 2007 el zapaterismo optó por la medida más polémica para estimular la natalidad: el “cheque bebé” de 2.500 euros entregados en una única ocasión y que, Zapatero se cuidó mucho de aclararlo desde el primer momento, se entregaba a todos los padres “que tuvieran los papeles en regla”… era otra forma de subsidiar a la inmigración. En efecto, en 2008 nacieron 26.000 niños más que el año anterior (492.500)… de los que solamente 12.000 eran de madre española. En 2009, la crisis hizo que descendieran aún más el número de nacidos de madre española, pero no así el de hijos de inmigrantes.

La esperanza de vida de los españoles hoy dobla a la de 1900. Especialmente entre 1850 y 1975, en España nacieron prácticamente todos los años entre 550.000 personas, lo que unido a los avances médicos, la higiene, los servicios y la alimentación, la población española fue aumentando de manera constante. Pero, coincidiendo con la transición, empezó a caer un 33% hasta 1996, año en el que Aznar llega al poder e inaugura el nuevo modelo económico español una de cuyas bases era el injerto de inmigrantes en la población española. A partir de ese momento y hasta 2008 la natalidad española alcanzó más de 500.000 nuevos nacimientos anuales…

La natalidad española se construye con marroquíes

Para Macarrón Larumbe todo el problema consiste en llegar a las cotas de natalidad que se alcanzaron hasta 1977… Pero el problema es mucho más complejo. Para la doctrina económica neoliberal –que sin duda comparte Macarrón- el gran fetiche es el PIB: si este crece, la economía va bien… (¿es posible un crecimiento hasta el infinito del PIB…?) y de lo único que se trata es de que crezca. La forma más directa y simple es mediante el crecimiento del padrón municipal: a más ciudadanos más consumo global… Un liberal-conservador como Aznar juzgó que habría que dejar entrar inmigrantes para que el PIB aumentara, y un liberal-universalista como Zapatero ni siquiera se planteó porqué la economía iba bien: porque entre 1997 y 2010 entraron en España anualmente una media de 500.000 inmigrantes.

El problema que le preocupa a Macarrón es que esta tendencia está alterando el sustrato demográfico español. Escribe, por ejemplo: “La madre de casi el 5% de los bebés españoles de 2008 es marroquí, porcentaje que crece año a año y que casi se duplica en Cataluña -donde, precisamente, están surgiendo los primeros partidos “inmigrófobos” de España-, Murcia o La Rioja. Lógicamente, la proporción es muy superior en Ceuta y Melilla, con un 17% y un 34%, respectivamente, de hijos de madre marroquí en 2008”.  Y añade: “Y si a los nuevos españoles de madre marroquí añadimos el resto de los de madre africana, en su gran mayoría de religión mahometana, y los de madre paquistaní o siria, los porcentajes de hijos de mujer musulmana superan el 9% también en Aragón o Baleares”.

Macarrón (y otros demógrafos como Emmanuel Todd) se tranquilizan ante la perspectiva que conduce el invierno demográfico europeos en contraste con la “primavera demográfica” de la inmigración magrebí alegando que, a medida que los magrebíes se habitúan a estar en España su tasa demográfica de modera. Eso está por ver. No ha ocurrido en ningún país de Europa Occidental y, por supuesto, no ocurrirá tampoco en España.

Si para los economistas y demógrafos liberales todo el problema es que el PIB no baje, y la alteración del sustrato etno-cultural de un país es irrelevante y completamente secundaria, la población lo percibe de una manera mucho más realista: una sociedad solamente es viable y gobernable cuando es homogénea y coherente.

(c) Ernest Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen