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domingo, 17 de octubre de 2010

Aznar y su puñetera guerra, cinco años después

Publicado: Miércoles, 19 de Marzo de 2008 11:45 
Infokrisis.- Quinto aniversario de la guerra de Irak y de la cumbre de las Azores. Aznar al ataque en su inglés más académico. Unas declaraciones que realizadas solamente hace diez días hubieran dado la mayoría absoluta al PSOE. He dudado sobre si vale la pena escribir unas notas sobre estas declaraciones que demuestran la estupidez del que fuera líder de la derecha y que aún hoy es icono para este ambiente político. Si lo hago es por puro desahogo y para extraer algunas consecuencias. 

¿Vive Irak mejor que hace cinco años?
Así lo ha dicho Aznar. Es mentira. Irak era hasta 2003 un país laico dirigido por laicos y con una tolerancia total para todas las comunidades religiosas, gobernada por un partido laico y que hubiera asegurado el suministro petrolero a Occidente, sin ninguna restricción, a condición de que Occidente no torpedeara a los palestinos.
¿Qué es hoy Irak? Un país completamente roto, sumido en una guerra civil que se superpone a la ocupación y en la que el fanatismo religioso se ha impuesto. Desde 2003 han muerto muchos más iraquíes que durante todo el período de Saddam Husein (en Internet hay varios webs que cuantifican los muertos).
Claro está que Saddam era un sátrapa… sí, tanto como Mohamed VI, como la dinastía de los Saud en Arabía Saudí o como cualquier otro tirano ególatra. De todas formas, tampoco podemos olvidar que la “imagen” la imponen los vencedores y que si en algo se han especializado los EEUU es en atribuir imágenes de alto voltaje negativo al adversario. Así que ¿por qué creer a pie juntillas la imagen que los EEUU han dado de Saddam? Probablemente no era tan malo como nos lo han presentado, entre otras cosas, porque aún hay gente en Irak dispuesta a dar y recibir la muerte en nombre del “rais”.
¿Democracia en Irak? Así lo ha dicho Aznar en un alarde de estupidez que califica a todos los que le han hecho el caldo gordo en estos últimos cinco años. La locura es transmisible y Aznar nos ha demostrado que la estupidez también lo es. El punto de inflexión de la carrera de Aznar se inicia cuando conoce a bush en el rancho de este último y ambos ponen las botas sobre la mesa y alardean de sus prodigios atléticos. Es el flechazo. Ambos se aman tiernamente y como todo amante ninguno piensa que el otro le va a traicionar y a engañar. Y especialmente Aznar que empieza a recibir dossier firmados por la “Presidencia de los EEUU”, en donde se les dice: hay armas de destrucción masiva, son una amenaza, juegan al parchís con Al-Qaeda, están fabricando armas químicas para jodernos a todos, pasado mañana lanzarán mísiles con gas tóxico sobre Israel, al otro enviarán terroristas a Madrid, y además son intrínsecamente perversos, el eje del mal tiene en un extremo a bin Laden y en el otro a Saddam Hussein. Y Aznar, contra todo pronóstico, contra la opinión de los “conocedores”, contra el criterio de los medios, contra toda lógica y, lo que es peor, contra el sentido común, por la afirmación de la ignorancia y la mentecatez, Aznar se lo cree, coge el portante y se va a las Azores contra la opinión de muchos de sus “barones”, aquellos que, como Rato, tienen más personalidad, o que como Pimentel, ya dudan del mensaje aznarista. Y Aznar firma el comunicado de las Azores, hundiéndose políticamente y hundiendo a su partido en los siguientes ocho años.
Hasta hace poco era un misterio el interés de los EEUU en embarcarse en una guerra que ha multiplicado el precio del petróleo, ha sumido a los EEUU en una de las crisis económicas más profundas al haberse desviado al esfuerzo bélico casi dos billones, repito dos billones de dólares. Era evidente, como bien saben los estrategas del Pentágono que no basta con machacar a un Estado para vencerlo, sino que hace falta ocuparlo y para ocuparlo hace falta la presencia de infantería y esta es siempre vulnerable cuando el enemigo utiliza la estrategia de guerra de guerrillas, que era la previsible desde el primer momento. Hoy los EEUU siguen empantanados en Irak y el PP seguirá otros cuatro años en la oposición y si por Aznar fuera seguiría ahí por toda la eternidad. Todo antes que reconocer la más fabulosa metida de pata en política internacional de un gobernante español desde que Numancia optó por enfrentarse a Roma.
Y, a todo esto, ¿por qué hay guerra en Irak?
Al principio resultaba incomprensible: si el problema de Irak era el petróleo, los EEUU hubieras podido pactar con Saddam la supervivencia del régimen a cambio del suministro ad infinitum de petróleo como y hicieron con la malhadada dinastía de los Saud. Pero la clave de la cuestión no era el petróleo, o al menos no como se lo explicaron a Aznar.
Desde 2003 se ha multiplicado por tres el precio del petróleo y quienes ganan no son solamente los países exportadores, sino las compañías explotadoras. Dígame en manos de quien están y les diré quien tuvo arte y parte en la preparación de la guerra. Pero hay más.
La guerra ha enriquecido a una industria de armamentos que languidecía en los EEUU y no solamente de armamentos. Como se sabe, las mieles de la globalización han hecho que los EEUU externalizaran cualquier servicio. El gran negocio de esta guerra lo ha hecho el vicepresidente Dick Cheney y sus socios de la docena y media de compañías que ofrecen servicios de avituallamiento a los soldados norteamericanos. Las raciones de comida no las prepara la intendencia militar, sino compañías privadas. El suministro de mantas, de bebidas, la telefonía móvil, todo ha sido privatizado. Incluso la propia guerra. Antes se llamaba “mercenarios” a quienes combatían por dinero bajo una bandera. Hoy se utiliza el eufemismo de servicios privados de seguridad. Y ellos son los que están aportando más muertos, muertos que no figuran en las estadísticas del Pentágono –pues no son soldados-, muertos que ni siquiera son norteamericanos, porque las compañías norteamericanas también han “externalizado” el reclutamiento y allí vale todo: antiguos ghurkas, españoles, mejicanos, asiáticos, etc. La globalización es la globalización…
Todos estos “servicios” contribuyen a realizar el gran negocio de las “democracias modernas”: desviar el dinero público a bolsillos privados. En España se hace también y ZP ha hecho de esta práctica algo habitual como Aznar lo hizo ayer: que vengan inmigrantes, cuantos más mejor, contribuirán al “desarrollo de la economía nacional”… Se identifica la “economía nacional”, con los intereses de las patronales de construcción, hostelería y agraria y, efectivamente, ellos son los beneficiados de la presencia de 6.000.000 de inmigrantes. Pero la factura social la pagamos todos los españoles con nuestros impuestos. No es algo nuevo: es la infamia de las “democracias modernas”.
Quizás, si Aznar se siente tan próximo a Bush, incluso cuando el propio presiente de los EEUU reconoce, en ocasiones, que las cosas no van muy bien por allí, es precisamente porqué él mismo intuye la dimensión de la infamia y conoce la técnica del desvío de lo público hacia bolsillos privados.
La herencia de Aznar
Estas declaraciones de Aznar a la BBC van a desencadenar una crisis en el interior del partido. Una crisis soterrada que ya se prolonga muchos años, en la que quienes forman la guardia blanca de Aznar sostienen que Rajoy su “la herencia” y aquellos otros que piensan –y con razón- que la herencia de Aznar es un fiasco estúpido del que hay que huir como de la peste. Y los hay que saben que, en el PP, como en cualquier otro grupo social, disentir supone el ostracismo.
Pero estas declaraciones siguen a una derrota que, por dulce no es menos derrota. Y agravarán la polémica interior. Si Rajoy quiere sobrevivir va a tener que decir públicamente y en voz alta, lo que el PP ha callado en estos últimos cinco años: que la guerra de Irak fue una infamia en la que España no debía haber participado jamás y que selló la caída de Aznar y el alejamiento del PP –de momento- por ocho años. Esa herencia es lo que en 2008 le ha impedido batir al peor presidente de la historia de España.
Ahora está más que claro que si el PP quiere aproximarse de nuevo al poder en unas elecciones generales debe decir adiós al aznarismo, pública y explícitamente y reconocer el error de Irak. Y el problema estriba justamente en que Aznar era la forma más depurada de derecha española que haya existido en el último tercio del siglo XX. Insistimos, del siglo XX. Así planteado el problema, adopta otra forma: ¿cuál es la imagen y los contenidos que debe adoptar una derecha para insertarse en el siglo XXI?
Y eso compete a los miembros del PP, no a nosotros, que, en el fondo hacemos nuestra la consigna emitida en Francia por los no conformistas de los años 30: “Estamos a medio camino entre la extrema-derecha y la extrema-izquierda, por detrás del presidente y dando la espalda a la asamblea”. Tal es la única forma de considerar a un parlamento bipartidista.
© Ernesto Milà – Infokrisis – Infokrisis@yahoo.es http://infokrisis.blogia.com