INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

lunes, 18 de octubre de 2010

14 de abril de 2006… La "segunda transición" de ZP o el cretinismo republicano


Infokrisis.- No estoy seguro de que la "república" sea un mejor sistema de gobierno que la monarquía. A fin de cuentas, todo depende de quién esté al frente. Está claro que la monarquía actual no tiene el fuste de los grandes reyes de nuestra historia y en cuanto a los republicanos, casi mejor no hablar. ZP ha iniciado una nueva estrategia política: la de caminar hacia la "segunda transición", esto es, hacia la república.
Los que se han manifestado el 14 de abril de 2006-04-14
Lo hemos podido ver todos en los medos de comunicación: si el “facha Martínez”, más o menos, tiene el aspecto propio de los años 40, los republicanos que se han manifestado hoy con la bandera tricolor son de la generación inmediatamente anterior. Hacia mucho tiempo que no veíamos tantas tantas canas en las calles de España. La república, en buena medida, es cosa de viejos. Y si la izquierda achaca al PP el no haber encajado su derrota –lo que no ha encajado, y no solamente el PP, sino muchos que no estamos en el PP- es que su derrota se haya debido a un atentado con 192 muertos, esa misma izquierda de gediátrico, setenta años después, todavía no ha encajado dos cosas, a saber: que la República constituyó un período negro en la historia de España y que el final de la República supuso la derrota de los republicanos.
Mal asunto éste, en el que un grupo de abuelotes y un político de escasos vuelos, el tal Llamazares que está más cerca del extraparlamentarismo a cada elección, ocupan durante varios minutos la primera plana de los informativos. Las banderas de la vieja república son como un atavismo en el que una izquierda que ha perdido el marxismo, que ha perdido a sus padrinos, que cuando ha tenido el poder ha hecho cualquier cosa menos política de izquierda, que se ha quedado sin proletariado, cuyos sindicatos, han pasado de ser “reivindicativos” a “de gestión”, esa izquierda hecha de fracasos, divorciados encanecidos, tripudos y barrigones, progres que, a falta de cualquier otro impulso, odian simplemente en todo lo que se han convertido y hechan la culpa “al sistema” (cuando el sistema son ellos), ocupas díscolos con uniformes casposos, colgados de todos los pelajes y republicanos que admitirían antes una monarquía catalana que una república española, eso y nada más es lo que hoy 14 de abril de 2004, es lo que ha apoyado en las calles de esta nuestra comunidad, a la república.
Vale la pena preguntarse como tan poco ocupó tanto lugar en los informativos. Se lo explicamos.
ZP o la política del abuelo cebolleta y su Segunda Transición
Hace ya casi un año que del “diálogo de civilizaciones” no se tienen noticias. Del talante tampoco. Sobre las demás promesas electorales de ZP, la de la retirada de tropas es la única realizada, salvo que consideremos que las tropas retiradas de Irak volvieron de tapadillo a Afganistán, esto sin contar con la “Alvaro de Bazán”, siempre dispuesta a franquear al portaviones de turno en su tarea de bombardeo de la frontera sirio-irakí. La paz con ETA, en el momento de escribir estas líneas, pende de un hilo y el Estatuto catalán ha tenido la rara virtud de no convencer a nadie, ni al PP (que se opuso siempre), ni al grueso del PSOE (que desconfía de Maragall y no digamos del término “nación” en el preámbulo y, sobre todo, de lo que pueda ocurrir cuando se aplique), ni a ERC (que se ha visto vilmente traicionada por un apretón de manos entre Mas y ZP),ni siquiera por CiU (que ya ha dicho que es un estatuto para dos o tres años). ¿Qué le queda a ZP para poner en su activo en las próximas elecciones? Apenas dos canales entregados graciosamente a Prisa y… poco más.
Así pues, nuestro hombre, en esta segunda fase de la legislatura ha decidido poner en práctica un ambicioso proyecto: la “segunda transición”. Si la primera supuso el tránsito del franquismo a la democracia, la segunda deberá suponer la marcha de la democracia formal a la república irredenta e imaginaria de su abuelito.
Zapatero ni vivió la guerra, ni ha leído nada absolutamente sobre la guerra, fuera de lo que cuatro abuelos más le debieron contar sobre la guerra. Así pues, en su mentalidad de progre, se ha abierto paso, a duras penas eso sí, el siguiente razonamiento: “soy de izquierdas, luego soy progresista; lo más progresista en los años 30, fue la república, luego hoy ser republicano sigue siendo figurar entre los más progresistas; y como la historia siempre progresa, el franquismo no pudo ganar la guerra, así pues, vayamos al punto de partida de la guerra civil: la república, y así borraremos nuestro pasado. Igual, hasta el abuelo resucita”.
No ironizamos: en realidad, solo gracias a las estupideces sin fin dichas por ZP en los días anteriores al 14 de abril, hemos sabido de sus “convicciones republicanas”. Lo que tenemos ante la vista, es una reforma constitucional –inevitable- que abrirá paso también a la república. Con esto, ZP cree que habrá concluido la “segunda transición”, la verdadera, la que se hizo sin la presión de los “poderes fácticos” y, por tanto, nos llevó al principio.
ZP niega la historia. La historia no se puede rectificar: es agua pasada. Hubo vencedores y vencidos. Y los republicanos lo fueron. Desde el 14 de abril tuvieron la oportunidad de arreglar este país. Y no lo lograron. Los cinco años de república fueron un sinvivir. Y aquí no hay inocentes: todos son culpables, empezando por los socialistas que no dudaron en alzarse contra la República. La República no modernizó como dicen hoy sus popes: encabritó y encabronó, nada más. Si unos no se hubieran alzado en armas contra la República lo hubieran hecho los otros. Hoy, todavía, los últimos mohicanos de la CNT siguen interpretando la guerra civil como una “revolución popular”… En la República, todos fueron culpables, como todos los bandos cometen excesos durante un conflicto armado. ¿Por qué lo vamos a negar?
Ahora bien, si lo que ZP y sus mariachis a lo Llamazares, lo que pretenden es resucitar el fantasma del guerracivilismo, que se vayan preparando, porque este país tiene mucho que reprochar –desde la democracia- a la izquierda: ¿a acaso ese anciano cínico, que de tanto en tanto la izquierda pasea por ahí, no ganó a pulso el título de verdugo de Paracuellos? ¿Y las checas? No fueron desde luego un invento del doctor Goebels. Y así sucesivamente. Así que la izquierda no levante fantasmas porque corre el riesgo de comérselos con cadenas y sábana.
Y en cuanto a ZP, los magros resultados de su gobierno, no van a poder ser cubiertos con una retórica guerracivilista que, si bien hasta ahora le ha rendido algunos resultados, no va a poder controlar.
El año pasado por estas fechas, un grupo de falangistas (o así), tiraba algunas mesas de libros y llamaba a Carrillo, asesino. Poco antes, el abuelo matarife había recibido un homenaje de ZP, y justo después, los izquierdistas de pro, habían acudido a ver como desmantelaban la estatua de Franco de la Castellana. Para ZP era preciso esconder las vergüenzas: la ineficacia de sus ministras de cuota, la estulticia que se había apoderado de exteriores, las medidas legislativas que solamente beneficiaban a minorías sexuales y, finalmente, el gran aborto que supuso la regularización de inmigrantes, el aislamiento internacional y las chorradas que en aquel momento estaba diciendo sobre el nou estatut… así que ZP, se le ocurrió que el “guerracivilismo” podía contribuir a desviar la atención a los problemas acuciantes que España tenía en aquel momento.
A lo largo de este último año, y a la vista de los magros resultados de su gestión y de que no pasará a la historia gracias a su propuesta de “diálogo de civilizaciones”, ZP ha improvisado una estrategia nueva: las reformas criticables, no lo son tanto, porque, en el fondo, la marcha del Estatuto Catalán, la negociación con ETA, no van a poder aplicarse sin una profunda reforma constitucional. Y, en sí mismos, estos elementos de reforma solamente pueden tener cierta capacidad de atracción en algunas regiones, pero, al mismo tiempo, generar hostilidad e inquietud, incluso entre la propia izquierda, en el resto del Estado; por tanto, ZP cree que va ser preciso añadir un nuevo elemento a la reforma constitucional que genere unanimidad, no sólo en sectores de izquierda, sino incluso entre aquellos votantes de centro-derecha poco identificados con la Casa Real.
Es evidente que la “monarquía” actual no se diferencia gran cosa de la república, tan solo el que el presidente de la República (sin poderes) sería elegido cada 7 años, mientras que el rey es a título vitalicio. Claro, pero, ZP no va a proponer una “república presidencial”, sino una república cuyo presidente tenga los mismos poderes que la monarquía, es decir, una institución que sea un cero a la izquierda. Para ese viaje no necesitábamos alforjas. Los presientes de Alemania, Austria, Italia, carecen de peso político, como las monarquías danesa, sueca, noruega o española, tienen la más mínima capacidad de decisión. ¿Para qué, pues, un cambio de monarquía a república?
Insistimos, lo importante no es cambiar la forma de gobierno, sino que en la cúspide estén personas con carácter, visión de Estado y voluntad de guiar a la comunidad nacional; y, en lo personal, no me importa si estos conductores de pueblos, aparecen en el marco de una monarquía o de una república. La cuestión es que aparezcan. Y desde luego, el gobierno ZP no es el caldo de cultivo más adecuado para que aparezca otra cosa que pigmeos políticos.
© Ernesto Milá – infokrisis – infokrisis@yahoo.es