6. ¿Por qué cayó el franquismo?
Hay varios motivos y ninguno de ellos es contradictorio con todos
los demás. De hecho, el ciclo franquista terminó con la vida de su fundador
y, por mucho que se empeñaran sus partidarios, era imposible la existencia de
un “franquismo sin Franco”.
Los motivos de la desaparición del franquismo fueron, por este
orden:
1) Desde mediados de los años 60 se había generado un
capitalismo español, todavía débil, pero vivo y activo que respondía a las
leyes del mercado. En otras palabras: el control del Estado sobre la
economía fue cada vez más débil y, por tanto, se generó una economía liberal
que, a medida que fue creciendo, hizo necesario el que las estructuras
políticas se adaptaran a las prácticas económicas. A una economía de mercado
corresponde un sistema democrático, la cara y la cruz del liberalismo:
económico y político. A partir de principios de los 70, era necesario para
ese capitalismo español entrar en el “Mercado Común Europeo” y eso solamente
podía hacerse adoptando el mismo modelo político del resto de socios europeos.
2) El régimen franquista, a
partir de mediados de los años 60 dejó de preocuparse por la “lucha cultural” y
la dejó en manos de editores y asociaciones privadas -y, por tanto, de alcance
limitado-, mientras que la “lucha cultural progresista” se beneficiaba del
concurso de buena parte de empresas editoriales que difundieron, libremente y
sin ninguna cortapisa, textos progresistas de moda en aquel momento: Marx,
Engels, Lenin, Mao, Freud, Marcusse, Fromm, que -contrariamente a la leyenda
proclamada por la “memoria histórica”, lejos de estar prohibidos, se vendían
libremente a partir de finales de los 60. En otros terrenos del mundo de la
cultura, el régimen franquista renunció en la segunda mita de los 60 a
cualquier forma de lucha cultural. No es que no existieran textos,
orientaciones, autores que no estuvieran en esa línea, sino que la Editora
Nacional, vinculada al ministerio de Información y Turismo, prácticamente cesó
actividades en el último tercio de los 60, convirtiéndose en residual. Esto
explica por qué al concluir el franquismo las universidades tenían mayorías de
profesores y de alumnos ubicados a la izquierda o porqué desde el primer tercio
de los años 70, las escuelas normales de formación del profesorado habían caído
en manos de los principios educativos del progresismo. E, incluso, por qué
el PCE no encontró inconvenientes en ganarse al grueso de la industria del cine
para su causa.
3) La Ley de Inversiones extranjeras de 1959, convirtió a
España en un país atractivo para el capital extranjero, pero en el que todavía
una parte importante de la economía estaba en manos públicas y, por tanto,
ofrecía resistencia a la penetración económica extranjera. Otro tanto
ocurría con la actividad de las multinacionales que solo penetraban poco a poco
en nuestra economía y difícilmente podían competir con las empresas del INI en
algunos terrenos. La presión del capital extranjero y de las multinacionales
fue uno de los principales factores para imponer el curso de la democratización
y, consiguientemente, allanar el camino hacia las Comunidades Europeas.
4) Tras Richard Nixon, la política exterior norteamericana
varió: se trataba, no solo de conseguir aliados en la Guerra Fría contra la
URSS, sino, además, integrarlos en la OTAN, para lo que eran preciso unas
exigencias democráticas. A pesar de que Franco había firmado con Eisenhower en
1956 los acuerdos mutuos de defensa y de asistencia, veinte años después, se
trataba de conectar a España (y también a los gobiernos autoritarios de Grecia
y Portugal) en el dispositivo de mando de la OTAN. Así se daba “profundidad”
a la Alianza. Estas nuevas orientaciones pesaron como uno losa sobre el
franquismo en 1975.
5) El asesinato de Carrero Blanco dejó sin sucesor confiable a
Franco. De haber sobrevivido Carrero, sin duda la transición también
hubiera tenido lugar, pero de otra manera, más reposadamente y con unos plazos
más largos. El asesinato de Carrero contribuyó a desmoralizar a los partidarios
del régimen y a dejarles con la duda no superada de lo que ocurriría tras la
muerte de Franco: el “después de Franco, las instituciones” que repetía
la propaganda oficialista en los últimos años del franquismo solamente era
válido si esas “instituciones” eran tuteladas por un hombre fuerte. Y
estaba muy claro que el príncipe Juan Carlos ni era ese “hombre fuerte”, ni
hubiera querido serlo jamás.
6) Ante todo esto, la acción de la “oposición democrática”,
apenas hizo cosquillas al régimen. El PCE que tenía una estrategia y un “aparato
político” curtido en la clandestinidad, financiado por la URSS y por los países
del bloque comunista fieles a Moscú, era el único que disponía de estrategia y
tácticas perfectamente definidas. El PSOE era una sombra de lo que fue y
solamente a partir de 1972, la socialdemocracia alemana empezó a financiar a través
de la Fundación Ebert al pequeño grupo de socialistas andaluces, lo
suficientemente mansos y necesitados de apoyo, como para ofrecerse como una de
las columnas del futuro régimen. Como ya hemos dicho, la oposición era
fuerte en el medio estudiantil, en las concentraciones industriales (a través
de Comisiones Obreras), entre los “intelectuales y artistas” (los “trabajadores
de la cultura” impulsados sobre todo por el PCE) y en determinados ambientes
del clero y de la jerarquía. Pero, en su conjunto, carecía de fuerza
social suficiente como para desplazar al régimen que contaba con el apoyo, sobre
todo, de la mayoría silenciosa y de los poderes fácticos. La oposición
democrática fue determinante a la hora de construir una alternativa al
franquismo, pero no fue, desde luego, ni remotamente, la promotora de esa
alternativa.
7) En 1975, la cadena de prensa del Movimiento, llegó a tener 43
diarios, pero sus beneficios habían caído de 44.547.529 pesetas en 1966 a un
déficit de 74.309.865 pesetas en 1975. Ese año cerraron los más deficitarios. Tras
la muerte de Franco y especialmente a partir de 1977 se fueron subastando
cabeceras (alguna de las cuales prolongó su existencia hasta 1984). En 1976,
la prensa más leída en España, aparte de las cabeceras “históricas (ABC, La
Vanguardia, el Correo Español) había pasado a ser la Cadena 16, el grupo
PRISA y el Grupo Z, todas de reciente creación. Estos tres grupos
mediáticos, influyeron decididamente en la transición, ocultando algunas
informaciones, publicando otras llegadas de servicios de información nacionales
y extranjeros, promoviendo una “nueva cultura” y disfrutando de una libertad de
prensa sin restricciones. Todos estos grupos mediáticos, sin excepción, se
preocuparon de aislar al “franquismo político” y orientar al “franquismo
sociológico” hacia el voto centrista (de centro-derecha o de
centro-izquierda que, desde entonces se convirtieron en las dos columnas sobre
las que se edificaría el nuevo régimen).
7) Los años habían ido desgastando al franquismo, los jóvenes
falangistas que en 1940 tenían 25 años, en 1975 habían superado los 60 y
estaban agotando su ciclo vital. Muchas cosas habían cambiado desde 1939:
las estructuras del régimen (Sindicatos, Guardia de Franco, Movimiento, Frente
de Juventudes, Sección Femenina), se habían ido convirtiendo en estructuras
burocráticas con escasa militancia y poco prestigio social. La transformación
del “Movimiento-organización” en “Movimiento-comunión de todos los españoles en
los ideales del 18 de julio” operada por la Ley Orgánica del Estado, con el fin
de alejarlo de la idea de “partido único”, había contribuido a despolitizar
especialmente a los jóvenes (la OJE no pasaba de ser un grupo de boy-scouts
en donde la preocupación era que no parecieran ni muy falangistas, ni
difundieran ideales joseantonianos que podían remitir al viejo fascismo de los
años 30). Ni se buscaba, ni siquiera se querían nuevos afiliados al Movimiento
o a la Guardia de Franco, en los primeros años 70. En cuanto al “asociacionismo”,
con el que Carrero Blanco pretendía crear una “derecha política” frente a una “izquierda”
ya organizada, tampoco contribuyó a atraer a más interesados que los que campaban
intramuros del régimen. El régimen, en su conjunto, trató de despolitizarse,
pero no advirtió que la “oposición democrática” politizaba toda la vida social
y cultural. El “frente” que había dado vida a la coalición que apoyo la
sublevación del 18 de julio, estaba, desde principios de los años 40,
fracturada en los distintos grupos que la compusieron y a partir de los 60,
algunas fracciones había cruzado la divisoria y se habían situado en el espacio
de la “oposición democrática”. El régimen conservaba todavía base social,
pero empezaba a carecer de “grupos activos”. Rápidamente, tras la muerte de
Carrero, el régimen franquista, con Franco todavía vivo, inició su
desmoronamiento que se acentuó el 20 de noviembre de 1975. Cada político del
régimen trató de ubicarse allí donde creyó que podía beneficiarse mejor de cara
al futuro. Por una parte, los “evolucionistas” del franquismo se situaron
en torno a los “siete magníficos” de los que nacería Alianza Popular y el
actual PP. Inicialmente, se creyó que este grupo de centro-derecha protagonizaría
la transición, pero Adolfo Suárez se adelantó creando la Unión del Centro
Democrático, con grupos extremadamente minoritarios, liberales,
socialdemócratas, democristianos, ex funcionarios del franquismo y oportunistas
sin principios, pero que contaban con el apoyo de los medios de comunicación de
la época y aceleró la transición, en medio de una situación caótica que remitía
a la Segunda República, pero que pudo controlar gracias a la colaboración de
servicios de inteligencia norteamericanos.
Con la acción de estos siete factores, con un nuevo “jefe del
Estado” a título de Rey, consciente de la situación en la que había heredado
las riendas del Estado, de sus limitaciones y de la historia del último Rey de
España, Alfonso XIII, que perdió el trono por haberse implicado demasiado en la
política cotidiana, optó por aceptar su papel de convidado de piedra y dejar
que actuaran libremente los elementos que hemos enumerado hasta aquí. Lo que tenemos hoy, el régimen político español, es el resultado
de aquella transición, con la salvedad de que todos los demás elementos han
variado, incluso desaparecido:
- El franquismo se desarrolló durante la Tercera Revolución Industrial (hoy vamos por la cuarta)
- Los grupos mediáticos que apoyaron la transición ya no existen (Grupo 16 desaparecido, Cadena PRISA y Grupo Z, con una influencia mucho menor que en 1976 y habiendo cambiado de titularidad).
- Los partidos de centro-derecha (PP) y centro-izquierda (PSOE) en franca pérdida de energía, con un PCE desaparecido subsumido en Izquierda Unida y luego en Sumar.
- Con un aumento progresivo del “euroescepticismo” y una desconfianza absoluta en la capacidad de la UE para generar un futuro para Europa
- Con una situación económica en la que el sector industrial ha sido mermado en beneficio del sector servicios y una agricultura desahuciada por el “pacto verde” de la UE.
- Con un déficit cercano a los dos billones de euros, una fiscalidad asfixiante, una inflación real que supera con mucho los trucajes estadísticos (especialmente en vivienda y alimentación), una caída en picado de los servicios públicos (especialmente sanidad y educación), un negro futuro para el sistema de pensiones, y, para colmo, una estructura burocrático-administrativas sin precedentes en la que se une a la administración central del Estado, las administraciones autonómicas, las diputaciones provinciales, las administraciones municipales y… los consejos comarcales en algunas autonomías. Lo que implica un gasto público desmesurado, insostenible y sin precedentes.
- Con una población de casi 50.000.000 de habitantes, de los que unos 10-12.500.000 son o bien nacidos en el extranjero, o hijos de extranjeros o extranjeros nacionalizados: esto es, una sociedad multiétnica y multirreligiosa en la que el Islam es la confesión que cuenta con más centros de culto.
- En un marco de mundialismo cultural favorecido por la ONU y sus organismos especializados, y una globalización económica inviable y partida en dos a raíz del conflicto ucraniano.
- Con una situación internacional completamente diferente a la que se dio en 1975.
- Con una juventud ampliamente despolitizada, en la que el número de ni-nis asciende a un 10%.
No es, desde luego el panorama más alentador, ni el que esperaba la
sociedad española en 1976, tanto la que se decantaba hacia la “oposición
democrática” como la que se decantaba hacia la “mayoría silenciosa”. Si el franquismo dio “pan y trabajo”, pero faltaba “libertad”, el
régimen que la ha sucedido, fue encareciendo progresivamente el “pan”,
disminuyó la cantidad, la calidad y el poder adquisitivo de las percepciones
por “trabajo” y ni siquiera juega en su favor en este momento, las
restricciones reales a la libertad de expresión (que está intentando el
gobierno Sánchez), tanto por leyes imperativas como por presión y coacción
moral de determinadas minorías. Hoy no hemos progresado tanto en este terreno:
si ayer hacía falta exprimir la imaginación para eludir la censura franquista,
hoy hace falta ser cauto no sea que cualquier minoría presente una denuncia por
“delito de odio”.
7. Lo absurdo del guerracivilismo en el siglo XXI.
Han pasado 86 años desde el final de la Guerra Civil y medio siglo
tras la desaparición de Franco. ¿Podemos imaginar lo que hubiera supuesto en
1984 actualizar el recuerdo de la Guerra Hispano-Americana de 1898? ¿o que en
1960 se hubiera generado un movimiento de “memoria histórica” que exigiera
buscar las fosas comunes de los fusilados durante la Tercera Guerra Carlista
(1872-1876)? Y ¿qué decir del guerracivilismo
promovido por la extrema-izquierda, por un lado, y la “memoria histórica
unidireccional” avivada por el PSOE en estos momentos de aceleración de la
historia cuando el tiempo pasa aún más rápidamente y en 10 años se producen
tantos cambios que en otras épocas tardaban siglos?
Hasta la llegada de Zapatero, la sociedad española había dejado
atrás la Guerra Civil. Solamente el Partido Comunista de España, mantenía vivo
el recuerdo para mantener a sus votantes de tercera edad dispuestos a recordar
sus años y sus ideales de juventud. Las familias españolas, que, en general,
habían tenido combatientes en ambos bandos, sabían que era mejor olvidar antes
que tratar de ajustar cuentas con el pasado.
Quien esto escribe tuvo un abuelo, teniente-coronel del Ejército
de la República, juzgado por un tribunal militar y condenado a dos penas de
muerte, conmutadas. Tras tres años de prisión, perdió el grado y la carrera
militar. Mi padre, apolítico, pero casado con su primera esposa perteneciente a
la alta burguesía catalana, debió de emprender junto a ella el cruce
clandestino del Pirineo a causa de los crímenes cometidos por pistoleros de la
FAI en los tres primeros meses de Guerra Civil en Cataluña, ante la pasividad
de Companys que pagó así a los anarquistas el haber colaborado decisivamente a
sofocar la rebelión militar en Barcelona. En mi familia hubo combatientes de
ambos bandos. Por lo que recuerdo, desde que tuve uso de razón en 1959,
jamás oí hablar en mi familia de la guerra civil. Era un mal recuerdo por el
que nadie quería volver a pasar. La noche, había quedado atrás.
Y esto ha durado hasta esa explosión de guerracivilismo con el que
la izquierda del siglo XXI pretende esconder su debilidad argumental y encubrir
su vacío absoluto y su indigencia intelectual en lo doctrinal. Ese guerracivilismo es lo que le permite a la izquierda podemita
amenazar con “machacar a la derecha”, dedicar millones de euros
distribuidos por un gobierno corrupto y corruptor con diversas excusas ancladas
todas en la “memoria histórica”, profanar tumbas en el Valle de los Caídos,
incluso la creación de un organismo judicial, la Fiscalía de la Memoria
Democrática para investigar delitos reales o supuestos ocurridos hace casi un
siglo y, para colmo, otorgar la nacionalidad española a descendientes de los
que abandonaron España como consecuencia de la guerra civil: hasta diciembre
de 2025, el número de nacionalizaciones obtenidas a través de este medio
asciende en el momento de escribir estas líneas a 414.652 personas, habiendo
sido solicitado por más de dos millones de personas… Y no, no es un rasgo de
generosidad, el haber nacionalizado a personas que, por lo general, nunca han
estado en España, sino más bien, una medida para sustituir las pérdidas de
votantes socialistas con estos “nuevos españoles” que votarán por correo (la
forma de votar que se presta universalmente a más fraudes).
Lo peor no es tener un gobierno fraudulento, cleptocrático, mentiroso y
degenerado, sino un gobierno que justifica “democráticamente” cualquier fraude
deliberado con una apelación pretendidamente moralista y humanitaria. Tiene razón Vox cuando alerta sobre la posibilidad de fraude en
las próximas elecciones. Y habrá que estar muy pendiente de este factor y NO DEJARLO PASAR.
8. El 20-N de Pedro Sánchez
Quizás, lo más absurdo del enfoque que está dando el PSOE y la
izquierda radical, es tratar de pensar que el régimen franquista se mantuvo
solamente por la fuerza de sus aparatos coercitivos y propagandísticos. Que
estos aparatos represivos existieron y actuaron con dureza es algo de lo que no
puede dudarse, pero también resulta absolutamente increíble que un régimen
pudiera mantenerse en el poder durante un período tan prolongado sin tener una
amplia base de apoyo social. Ya hemos aludido a que la transición triunfó
sobre la “ruptura democrática” porque que los partidarios de esta carecían de
fuerza social suficiente para forzarla… lo que equivale a confirmar que, el
franquismo disponía, en efecto, de una amplia base sociológica.
Creemos que los “eventos del 50º aniversario de la muerte de
Franco” no han sido más que una dilapidación de fondos públicos, para mayor
gloria de la tendencia al despilfarro que caracteriza al actual gobierno. Si
se pretendía que el 20 de noviembre de 1975, fecha de fallecimiento de Francisco
Franco, fuera un hito en el “sanchismo”, hay que reconocer que, realmente lo ha
sido: en efecto, ese mismo día, el Tribunal Supremo condeno a dos años de
inhabilitación al Fiscal General del Estado, nombrado por Sánchez para el cargo
y primera condena a la que se hace acreedor un fiel servidor del sanchismo.
En historia también rige el principio de la “heterotelia”: llegar
a fines muy diferentes de los que inicialmente se había propuesto. La fecha
del 50 aniversario de la muerte de Franco no será recordada como el momento en
el que el PSOE ajustó cuenta con el pasado y condenó definitivamente al
franquismo, sino como el día en que se inició el principio del fin del
sanchismo.



















