INDICE GENERAL (en fase de elaboración)

martes, 31 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (94) – SECTAS Y “NUEVAS RELIGIONES”


Dos veces a la semana recibo un boletín informativo sobre sectas elaborado por un grupo católico antisectas. Ahora se habla mucho menos de sectas que hace treinta años y, sin embargo, sigue habiendo sectas, quizás más que nunca. La diferencia es que antes las sectas tenían una dimensión internacional y hoy aparecen gurús debajo de las piedras. Gurús irrelevantes, gurús de pacotilla, gurús sin dos dedos de frente, gurús de pocas luces, pero gurús al fin y al cabo. De lo que me quejo no es de la existencia de estos gurús –siempre ha habido espabilados que han intentado lucrarse con la estupidez ajena- sino el que hayan pasado a ser casi una “necesidad social”. Me quejo de que, nunca como hasta ahora, las sectas destructivas han tenido un lugar en la sociedad.

Una “secta” (destructiva o no) es una comunidad de personas en torno a un gurú que tienen creencias rígidas y cerradas y están dispuestos a sacrificar cualquier cosa en interés de la secta, convencidos de que obtendrán compensaciones materiales o espirituales. Creo que fue un error el que los jesuitas en los primeros estudios que realizaron sobre sectas cuando empezó el fenómeno de la “new age”, los calificaran de “nuevas religiones”. Lo son, pero esto implicaría que las “viejas religiones” tienen también algo de sectario. Y hay que reconocer que la película que separa uno de otro concepto es especialmente fina. No me cabe la menor duda de que el viejo romano del siglo I, e incluso del IV, consideraba que el cristianismo era una “nueva religión” y, por tanto, una secta que nada tenía que ver con su cultura y con su tradición. Solamente en muy escasas ocasiones, una secta se convierte en religión dominante. La mayoría de sectas (véase, por ejemplo, los gnósticos cristianos de los siglos I-IV) no pasan de ser pequeños grupos formados en torno a un “gurú” que periclitan al morir éste.

Pero, por otra parte, hay que reconocer que las sectas, como la religión son las muletas que utiliza el hombre de la calle para caminar por un mundo complicado y que le ayuda a salir adelante dándole explicaciones dogmáticas –y, por tanto, tranquilizadoras- a problemas existenciales. Gráficamente podríamos decir que una “religión” supondría caminar con una muleta y una “secta” hacerlo con dos o incluso con silla de ruedas. Todo depende del fervor y la credulidad con la que uno participe en el movimiento, como depende del arraigo que esa tradición religiosa pueda tener en el seno de la comunidad y la intensidad con la que se viva. En Occidente el catolicismo no es, desde luego, una secta, pero determinadas formas de vivir el catolicismo en grupos concretos, si es participar de la vida de una secta propiamente dicha.

Y luego está gente que se “engancha” a cualquier cosa: hay sectas políticas, existen sectas deportivas, incluso cualquier causa –el pro-inmigracionismo, la solidaridad, el feminismo, las ideologías de género, etc- puede derivar en actitudes sectarias. Hay gente que participa de manera tan fanática de un club de petanca o de un deporte que parece estar metido en una secta destructiva. Todo depende de la “fe” y la intensidad que se ponga en la causa que se asume.

Digo todo esto para centrar lo que es una “secta”. Los contornos no están muy bien definidos, ciertamente y el hecho de que los mismos sectarios nieguen que pertenecen a una secta lo hace todavía más complicado. Pero una cosa está clara –y, de hecho, también me voy a quejar de ello- : hay gente que lo mejor que puede hacer es estar en una secta. Así se entretiene en algo, así hace algo positivo, así evita mayores problemas a los que tiene cerca, así está entretenido y así encuentra una causa para vivir, ya que no tiene ni fuerza, ni inteligencia, ni valor para explicar cómo es el mundo y muestra una incapacidad absoluta para ver el mundo de manera objetiva y racional. Es triste, pero es así, al menos en una secta están contentos, como contento está el colgao con su chute.

Una última cosa. Me quejo –y no soy yo quien formula la queja sino Spengler- de que en la actualidad existe una floración vermicular de sectas porque la religión tradicional ha caído. El cristianismo ni moviliza masas, ni sus explicaciones y dogmas hoy resultan aceptables para las masas. Alguien dirá: “Bueno, hemos progresado…”. En absoluto: mirad a vuestro alrededor. Cuando cae la religión tradicional, no es sustituida por un período de objetividad y racionalidad, sino que el vacío dejado es llenado por lo irracional, gurús, videntes, coñas paranormales, cultos exóticos, religiones importadas, novedades en el supermercado espiritual para tiempos de rebajas… Incluso se ha hecho del consumo una religión. De eso, en definitiva, es de lo que me estoy quejando: que la religión tradicional haya caído para que la irracionalidad más absoluta nos embargue, porque ha sido la desaparición del cristianismo en Europa como fuerza social y cultural, la que ha abierto las puertas a las ideologías de género, a los dogmas laicos y a las supersticiones de todo tipo. Y hasta que pase la fiebre, pueden pasar décadas…

lunes, 30 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (93) – CHINCHES EN SABADELL


Hace cuatro días, La Vanguardia publicó la noticia  de que un barrio de Sabadell, Espronceda, construido en los 60 por la Obra Sindical del Hogar y el Instituto Nacional de la Vivienda, se había visto asaltado, por primera vez en su historia, por una plaga de chinches. El Ayuntamiento tardó en reaccionar y de la Generalitat no se puede esperar nada porque el 97% de sus esfuerzos están encaminados a enmascarar el fracaso del “procés” y el otro 3%... bueno, ustedes ya saben. ¿Qué alguien quería verse libre de los chinches? Que contratara servicios de desinfección (entre 600 y 1.000 euros), se deshiciera de todos sus muebles y rezara una oración al dios más próximo, porque lo más habitual es que la plaga se reproduzca. Me quejo de que eso ocurra en Cataluña en el siglo XXI. Pero, sobre todo, me quejo de la pasividad de las autoridades (de TODAS las autoridades porque, “autoridades” es, precisamente lo que sobran en este país y Autoridad lo que falta). Y, ya puestos, me quejo de por qué ha ocurrido este “problemilla”. Verán…

El barrio de Espronceda fue inaugurado por Franco en 1963. Hasta no hacía mucho, la zona en donde se levantaba el barrio estaba ocupado por campos de cultivo de maíz, alfalfa, avena y cebada, explotadas por distintos propietarios. Había que dar cabida a la inmigración que absorbía la industria catalana y que procedía masivamente del Sur de España. Era la época en la que el gobierno del Estado se había propuesto eliminar el cinturón de barracas que rodeaba Barcelona y, ya se sabe que esto solamente puede hacerse construyendo. El problema era que llegaba más inmigración interior. Así que el entonces alcalde escribió al ministerio de la vivienda instándole a la construcción del barrio “dada la gravedad del problema humano, cristiano y social”. Un año después de la visita de Franco, el barrio empezó a poblarse. Luego se construyó una escuela. Los pisos se adjudicaron a economías modestas. El problema fue que algunos bloques estaban mal construidos y en 1970, los vecinos se negaron a pagar las cuotas mensuales. Hubo movilizaciones vecinales, se hicieron reformas, se asfaltó el barrio y a principios de los 80 era como cualquier otro barrio de la zona… salvo que algún bloque tenía aluminosis.

Hoy los problemas son otros: inmigración, inseguridad ciudadana, degradación de infraestructuras. Allí ha gobernado la izquierda sin interrupción desde 1979. A partir de 1996 se produjo un desembarco masivo de inmigrantes… y un cierre progresivo de empresas, de tal manera que el aumento demográfico entre esa fecha y 2018, unos 25.000 habitantes nos dael mínimo de inmigración extranjero que ha llegado, pero la novedad es que muchos de los que habitaron el barrio en 1963 han vendido los pisos y se han ido del barrio. En Espronceda estamos en torno al 25%: especialmente marroquíes, gambianos y ecuatorianos, sin contar, por supuesto, con los que ya han obtenido la nacionalidad o hijos que han nacido en España, lo que puede hacer subir la cifra hasta el 35-40%...

Sabadell, en tanto que ciudad “de izquierdas”, tiene numerosas ONGs que se preocupan por ayudar a la inmigración. Claro… Pero la desinfección es un big bussines, aquí y en cualquier otro sitio. Las Asociaciones de Vecinos (antaño tan combativas) no es que hayan armado mucho ruido con este tema que venía siendo una molestia insoportable para la población desde hacía unos meses. Los que sí se han movilizado, por pura publicidad, es la media docena de empresas de desinfección que han salido de no se sabe dónde, todas ofreciendo, inicialmente, sus servicios “gratuitos” y “de muestra”. El Ayuntamiento mirando hacia otra parte. Las ONGs preocupadas porque los chinches no les afecten. Los vecinos obligados a pagar entre 600 y 1.000 euros por una desinfección que ni siquiera se garantiza que tendrá éxito, sino se vacía el piso y se compran muebles nuevos.

He visto chinches en dos experiencias en mi vida: en la cárcel Modelo en donde pasé 16 meses en el período socialista condenado por “manifestación ilícita” (condena 2 años) y mantenido hasta el límite legal por el departamento de prisiones de la generalidad, y en Montreal. Claro que allí la epidemia de chinches abarcaba toda la ciudad y había llegado de los guetos negros de la Costa Este de los EEUU. A la que notabas un chinche, lo notificabas al ayuntamiento y al día siguiente tenías, con cargo al presupuesto municipal, a la brigada de desinfección. Lo que en Canadá era una tarea social y sanitaria del ayuntamiento, en Sabadell, gobernada por las izquierdas y en una Cataluña quince años paralizada por el independentismo, es un “big bussines”.

Me quejo de que nadie en Sabadell habla de que el único fenómeno nuevo que hay en la ciudad y que permite explicar la irrupción de chinches es la inmigración masiva y descontrolada. Me quejo de que el gobierno de izquierdas de la ciudad no tiene cuajo para tomar cartas en el asunto. Me quejo de que han surgido empresas de desinfección de debajo de las piedras. Me quejo de que, para la Generalitat el problema no existe, porque, ahora sí, ahora el Poncio de la Moncloa va a convocar un nuevo referéndum en Cataluña… Me quejo de que en Cataluña la “construcción nacional” pasa por “tocar el flaviol”.


domingo, 29 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (92) – TIESTOS EN LA CIUDAD


Allí donde en los campos hay plantas, en las ciudades se encuentra el asfalto. Es un signo de civilización, así que para qué nos vamos a quejar de eso. Además, si se tratara de quejarse de las ciudades, habría que recordar que la tradición enseña que la primera ciudad la fundó Caín.  No; uno acepta vivir en una ciudad y debe aceptar todo lo que conlleva (ruidos, malos olores, molestias, riesgos). De lo que me quejo es de que el urbanita tienda a recordar el que fuera su hábitat originario con pequeños gestos: un tiesto, por ejemplo. Si tenemos tendencia a colocar tiestos –aunque no seamos conscientes de ello- es para seguir manteniendo algún tipo de contacto con el mundo del que procedemos: la naturaleza. Y de lo que me quejo es de que nos conformemos con tan poco.

Un tiesto no deja de ser algo más –no mucho más- de un par de litros de tierra, dentro de un recipiente de barro o de plástico, en el que hemos colocado algún vegetal. En ocasiones es colorista y en otras lo hemos elegido por su forma, incluso por algunas características propias. Puede ser que dispongamos de poca luz o que hayamos instalado una planta de interior junto a la televisión. Hubo un tiempo en el que era habitual colocar cactus junto a los monitores catódicos de los ordenadores (alguien dijo que absorbían no sé qué radiaciones que hoy ya están ausentes en los plasmas). Los cáctus han durado más que los tubos catódicos que justificaron su colocación. Cualquier excusa es buena para colocar una planta en no importa dónde.

El problema viene porque la gente en ciudad suele ser desconsiderada, incívica y desordenada. Lo primero va en detrimento de la convivencia. Es habitual ir por la calle y notar como que alguien te está meando encima. Es el vecino habitual que le importa un higo quien pasa por debajo de su balcón y está rociando sus plantas. Lo hace cada día y cada día le importa muy poco quién pasa por su ventana.

Luego están los desordenados por naturaleza. Han comprado una planta y la dejan ahí, en el balcón, para que espabile. La riegan cuando se acuerdan y pasa lo que pasa: que habitualmente, al cabo de unos días ha perdido su color y su vigor originarios. Sus hojas ya no son de un verde vivo por el haz, sino que han pasado a ser marrones y se van secando. Si miráis en muchos balcones, veréis plantas muertas. Otras, en cambio, muestran ese desorden por su crecimiento exagerado y en todas direcciones. Hay balcones que parecen selvas enmarañadas. Inútil recordar que la diferencia entre el bosque y el jardín es el nivel de orden: caótico y desenfrenado en el bosque, ordenado y domado en el jardín. Sutil diferenciación que no tiene reflejo en muchos balcones.

Y luego, claro está, los inefables colgaos muestran su condición en los balcones. La planta de marihuana es al balcón del colgado como el hijo pequeño al que se le cuida con particular mimo. Ese cultivo, hay que reconocerlo, está en desuso. Tuvo su momento culminante hace diez años cuando bajo la presión sobre la “industria del cannabis” coincidiendo con la crisis económico de 2007: el “sistema” sugirió a los jóvenes que podían hacer de su afición, un medio de vida. Y así se pasó de la maceta de maría en el balcón al cultivo in-door. El colgao, desordenado por naturaleza, es incapaz de atender durante mucho tiempo las necesidades de su planta, así que siempre, antes o después, vuelve al camello de toda la vida.

Algunos de estos quejíos no tienen tanto que ver con las formas como con el fondo de la cuestión. No me quejo, por ejemplo, de que haya tiestos en los balcones, ni que sus dueños sean incívicos o desordenados, ni siquiera me voy a quejar de que algunos de esos tiestos parecen prendidos con alfileres y milagro que en días de ventolera no salgan volando, me quejo de lo que significan esos tiestos: apenas un intento de recordar la naturaleza.

Nos conformamos con poco. Un piso de 30 metros cuadrados, nos dicen, es un “hogar”. Nos conformamos con una mascota en lugar de un hijo y con un hijo único en lugar de una familia numerosa. Comemos tomates plastificados para recordar lo que un día era un tomate y “preparados de carne” que resultan ser simples sucedáneos. Nos conformamos con “políticos” en lugar de Estadistas, con plumíferos en vez de periodistas y con tiestos en los balcones en lugar de Naturaleza. De eso me quejo: no albergamos tiestos en los balcones por su belleza sino como una muestra de lo que es la Naturaleza. Muestra incompleta. Muestra minúscula (la única que nos permite el vivir sobre el asfalto, entre hierro, vidrio y cemento). Es casi un grito agónico de lo que fuimos y ya no somos, ni volveremos a ser.

sábado, 28 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (91) – DNIe 3.0: NI CANALES DE LUIS XIV NI AUTOPISTAS DE HITLER


¡Qué maravilla eso de tener un DNI digital 3.0. en el que quepa de todo y permita hacer cualquier gestión burocrática desde casa! Tanto es así que al renovar el DNI me fui a casa dispuesto a no volver a pisar una oficina ni a tratar gestiones inocuos con funcionarios avinagrados. Llevo un mes con el DNI digital y no me ha servido absolutamente para nada. Ni siquiera he podido activarlo. Claro, será que la edad hace que uno no esté a la altura de esta huxleyana era de progreso cibernético… pero, preguntados mis hijos y los amigos de mis hijos sobre si alguien utiliza el DNI digital 3.0. resulta que nadie, ni siquiera entre las nuevas generaciones, lo hace. Y varios de ellos, mire usted por dónde, son informáticos… Me quejo, pues, de que nos han vendido lo del DNI digital 3.0. como si fuera la panacea universal y, el Estado, en esto como en todo, ha fracasado.

Imaginemos la Alemania nazi. Hitler construye autopistas y lo hace de tal manera que no hay vehículos que justifiquen su utilización. Con lo cual, las banderas del Reich ondean sobre el asfalto vacío. Absurdo, claro. Se construyeron autopistas, no porque empezara a estar de moda, sino porque eran necesarias para el desarrollo del Reich. Doscientos años antes, cuando no existía el motor, Francia se cubrió de canales en los que el tráfico de gabarras garantizaba el transporte de mercancías, arrastradas sobre las aguas por mulos, desde el Mediterráneo al Atlántico… ¿Fue un capricho de Luis XIV? ¡No, fue una TAREA DE ESTADO!, como las autopistas de Hitler. Ambos proyectos, en el siglo XVIII y en el siglo XX, demostraban la voluntad innovadora de dos Estados. Eran proyectos ambiciosos y coherentes, acordes con los tiempos que corrían. Nada comparable al DNI digital.

Aquí todos los gobiernos son guays, son más progres que morir por sobredosis de quinoa, todos están en vanguardia del desarrollo y, sean conservadores, progresistas, independentistas o mediopensionistas, el caso es que aquí tenemos de todo y los primeros. ¿AVE? España es el país con más kilómetros de alta velocidad ¡de todo el mundo! ¿Pisos? Aquí son de compra porque ir de alquiler parece casi estar bajo el umbral de la pobreza. ¿Porros? Después de los EEUU somos el país con más “ferias del cannabis” y “clubs de cannabis” por km cuadrado. ¿Burocracia? En Cataluña tenemos: la administración del Estado, la administración autonómica, los consejos comarcales, la administración municipal y la administración europea. Cinco y hasta la sopa de ajo ha sido declarada “patrimonio inmaterial de la humanidad” por esa administración mundial que es la UNESCO… ¿Firma digital? Los primeros, off curse. ¿DNI electrónico? Para todos los españoles.

Llevamos más de 15 años a vueltas con el DNI electrónico. Los últimos datos indican que en 2014, apenas se utilizaba en el 0’02% de los trámites públicos. ¡Y casi siempre para pedir tanda presencial en algún centro oficial! Yo lo he probado en varias gestiones y resulta IMPOSIBLE. Solamente me ha servido para concretar hora de visita en una entidad y lo hubiera podido hacer sin DNI electrónico... Ayer le dedique la tarde a ver si podía explotar todas las posibilidades de esta joyita que descansa en nuestra cartera. Imposible e inviable. Por muchos motivos…

El primero de todo es que obtener las firmas digitales, los passwords, las claves, etc, etc, es complicado y las webs del ministerio del interior lo complican todavía más hasta hacerlo inextricable incluso para ingenieros informáticos con titulación superior. La web del ministerio dedicada a estas altas, falla más que una escopeta de feria. No lo digo yo, sino que en Internet hay abundante literatura: la propia obtención del certificado digital es complicada. Su uso es prácticamente imposible. Una consulta en profundidad en Internet demuestra que eso que pomposamente se ha llamado DNIe 3.0. no está pensado para el ciudadano de a pie. Y lo que es peor: es vulnerable. La firma electrónica se puede falsear. Los certificados electrónicos expedidos se han revocado en varias ocasiones e incluso, oh maravilla de maravillas, los chips utilizados tenían huecos de seguridad que han sido denunciados en otros países (Estonia), pero que se encubren en España (seguramente para evitar saber quién ha pillado de lleno la comisión correspondiente y estamos seguros de que no ha sido uno sino legión). El pasado noviembre de 2017, se desactivaron miles de certificados digitales. ¿La conclusión? El DNIe 3.0. ha fracasado. Es complicado. Es inseguro. Es inútil.

No voy a ser tan egoísta como para quejarme de que esta constatación me ha costado una tarde de sábado en la que podía estar haciendo cualquier otra cosa más útil. Me quejo de que nadie parece preocuparse de que el gobierno español (conservador o socialista ¿importa algo?) alardee de que estamos en vanguardia con uno de los DNI más modernos del mundo, pero ese documento siga muerto en nuestra cartera y sea inservible. ¿Era necesario hacerlo tan mal? Sí, es un requerimiento de la “democracia española”, su "certificado de calidad digital"... 

365 QUEJÍOS (90) – ESPAÑA SIN OPCIONES


Me quejo de que España ha llegado a una situación en la que nada de lo que se haga o se deje de hacer supondrá una mejora en la situación. Claro está que las cosas podrían mejorar, pero difícilmente con los candidatos y con las opciones que eventualmente se presentarían. Me quejo de que, tanto el PP como el PSOE se presentarán como las alternativas, aun cuando ambos los grandes responsables de habernos llevado al actual callejón sin salida. Y en cuanto a otras opciones, si es que las hay, unas, o son muy pequeñas como para pensar que podrían mejorar algo, otras son demasiado ambiguas y otras, simplemente, son basura y/o más de lo mismo. Esto si hay elecciones: no hay a quien votar sin reservas mentales. Y si no las hay  es peor porque el tipo que está gobernando, ni ha salido de las urnas, ni tiene capacidad, ni siquiera da la sensación de que sepa lo que está haciendo.

Claro está que Pedro Sánchez es el primero en reconocer que si convoca elecciones para mañana, las pierde. Pero tampoco puede seguir adelante en las actuales circunstancias parlamentarias, cuando solamente puede contar con la minoría de su grupo parlamentario y cualquier iniciativa legislativa que tome se la tumbará el resto. Una cosa es derribar al PP mediante una moción de censura a lo Frankenstein, y otra muy distinta hacer de los distintos cadáveres parlamentarios un nuevo monstruo para gobernar. Ni Sánchez  tiene talla para hacerlo, ni el resto de partidos le van a allanar la tarea (porque cualquier voto que pudiera recuperar el PSOE lo perderían ellos). Así se entiende que ayer perdiera su primera votación parlamentaria quedándose con los escuálidos 84 votos de su partido y poco más.

¿Qué pretende Sánchez yendo de don Tancredo hasta “agotar la legislatura”? Sólo mejorar su posición. Si hace algo, por pequeño que sea, la empeorará: no puede llegar a un acuerdo con los independentistas catalanes, porque estos a medida que huelen debilidad, se radicalizan aún más y si cede un poco se le rompe el propio gobierno (Borrell diría adiós y con él, quizás un par de millones de votos). Luego está el problema de la inmigración, porque, puestos a oler debilidad, los africanos son los primeros que la han detectado y toda la miseria y el salvajismo está mirando hacia España a la vista de que las puertas de Italia se le han cerrado, en Grecia no hay subsidios suficientes, Portugal anda descolgado mirando al Atlántico, el Reino Unido y Francia están saturados de inmigración y con fuertes opciones antiinmigración, Alemania es consciente de que ha llegado demasiado lejos en la materia y solamente un tonto sigue defendiendo tonterías sobre “los refugiados”, “el derecho a la libre circulación de personas” y la “multiculturalidad”. Mirad a La Moncloa y veréis quién es el tonto. Además, en un país en el que no existe reacción pública ante la inmigración e incluso los medios de comunicación conservadores tienen miedo de ser tachados de “fascistas” si dicen una sola palabra sobre el tema.

Dicho de otra manera:

1) Las cosas no pueden seguir como están porque los casi dos años que quedarían hasta “agotar la legislatura” es un período demasiado dilatada para que un gobierno permanezca inmovilizado preocupado solamente de mejorar su intención de voto.

2) Las elecciones no pueden cambiar absolutamente nada porque no hay alternativas claras, todas resultan, en un momento u otro, altamente incompletas, timoratas o decepcionantes e incluso contradictorias.

3) Los problemas enquistados (inmigración masiva, corrupción generalizada, burocracia autonómica, independentismo catalán, ni-nis, toxicomanías y malos hábitos sociales, salarios bajos, precariedad laboral, paro residual por encima de 4.000.000, desertización industrial, quiebra de la educación, degradación de la sanidad), no van a resolverse por sí mismos, sino que se agravarán cada vez más.

Me quejo, en definitiva, de que este país, en este momento, no tiene NINGUNA OPCIÓN PARA SALIR ADELANTE. Ni siquiera tiene un solo motivo para el optimismo: las sombras amenazadoras son cada vez mayores, las luces inexistentes. Que el independentismo catalán esté derrotado, no quiere decir que sus protagonistas se hayan enterado: seguirán, erre que erre, dando la vara en su combate contra la historia. Que haya pequeñas siglas que claman en el desierto tampoco ayuda en nada a recuperar la esperanza: todas son minúsculas e, incluso, aun cuando lograran algún  diputadillo –cosa, improbable- sería como una gota de agua en medio de una bañera. Que quejo de que no habrá reacción, mientras la sociedad española no se levanta y diga “¡Hasta aquí hemos llegado!”… y eso, creedme, nunca sucederá, porque este pueblo ya era apático, abúlico e individualista, antes de que el sistema educativo quebrara, la capacidad crítica se volatilizara y le quedaran algunas defensas. Hoy, España está así porque la sociedad española  está camino de la playa cuando, en realidad, necesitaría ser ingresada a toda velocidad en la UVI.

jueves, 26 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (89) – LA LLEGADA DEL SALVAJISMO

Me quejo de que en Ceuta y Melilla exista una valla que no sirve absolutamente para nada. Me quejo de que desde hace quince años, se hayan colado por aquella frontera miles y miles de africanos. Me quejo de que la inmensa mayoría de esos africanos los estamos manteniendo usted y yo a la vista de la situación del mercado laboral en España y de la capacitación laboral de estos recién llegados. Me quejo de que, no ya las mafias de la inmigración, sino hasta incluso el africano perdido en una altea de Ruanda-Burundi o de Zimbawe, detecta cuando el Estado Español es más débil y decide que es el momento para pasar con más facilidad al mundo de los subsidios y de las subvenciones. Me quejo de que nadie diga nada y de los que digan algo, incluso suelan decirlo sin decisión, con la boca pequeña y preocupados por que no les tachen de fachas. Me quejo de que la sociedad española ha perdido cualquier reflejo de autodefensa, está sometida a una invasión por parte de tribus hostiles llegadas de África y me quejo, a fin de cuentas, de que, a la vista de lo sucedido ayer en la valle de Ceuta, nadie con dos dedos de frente, pueda dudar de que estamos siendo sometidos a una INVASIÓN SALVAJE.

Parece que se han quitado las concertinas de la valla, para facilitar mejor el tránsito (y, digo, yo, porqué no se quita de una vez por todas la valla, se sustituye a los Guardias Civiles por acomodadores y, en lugar de centros de acogida, se les dispone en cómodas suits de cinco estrellas, ya no viene de una estupidez más o menos…). Esta vez han pasado 600 y la estancia de estos 600 nuevos beneficiarios de vivienda gratis, subsidio mensual, vales de alimentación, vestimenta gratis y tránsito en jet a la península, ha costado heridas a 22 Guardias Civiles. A fin de cuentas, dirán desde el Ministerio del Interior, “para eso se les paga”.

PUES BIEN, NO, UNA Y MIL VECES NO: a la Guardia Civil se la paga para que custodia fronteras. Está armada con material disuasivo para impedir que se reproduzcan casos como los de ayer (que vienen reproduciéndose desde hace QUINCE JODIDOS AÑOS ¡¡¡CON GOBIERNOS CONSERVADORES Y CON GOBIERNOS SOCIALISTAS!!! Hubo un tiempo en el que se encomendó a la Legión la custodia de la valla… con los CETMES descargados, no fuera a ser que hicieran daño a alguien. Luego se optó por colocar a la Guardia Civil para disuadir lo suficiente como para evidenciar que se “defendía a la frontera”, pero con órdenes de no utilizar sus armas y, a lo que se ve, de DEJARSE MASACRAS para dar paso a pobres diablos que NO VIENEN POR EL TRABAJO SINO POR LA SUBVENCIÓN (¿Hay algún julay que lo pueda dudar? Si existe, que tome reforzante cerebral, que le conviene).

¿Hay alguien razonable que pueda dudar de todo esto? Lo más dramático es que, hay situaciones que son fácilmente controlables a condición de que EXISTA EL ESTADO. El tránsito de pateras, los saltos a la valla, la llegada continua de ilegales, la existencia de grupos completa y absolutamente subsidiados… BASTA CON QUE EL PODER POLÍTICO DIGA ¡¡¡BASTA!!! Pero el “poder político” es cualquier cosa menos poder. El Estado (o lo que  queda del mismo) está en manos de blanditos y alfeñiques, verdadero castrados mentales y gilipoyas que no solamente se hacen daño a sí mismos, sino que están provocando un problema que en las próximas décadas estallará en toda su magnitud. Afortunadamente, este problema solamente existe en algunos países: Francia, Inglaterra, Bélgica, Holanda, parte de Alemania, en donde HAY REACCIONES. Solamente en España NO EXISTE REACCIÓN SOCIAL DE NINGÚN TIPO, lo que es una muestra del estado de descomposición social que vive este país y que lo sitúan en la antesala de su desintegración… no por “riesgo separatista”, sino por DESPLOME INTERIOR DE LA SOCIEDAD Y POR RENUNCIA DEL PODER POLÍTICA A EJERCER EL IMPERIO DE LA LEY.

Lo que pasó ayer en Ceuta no es un “salto de la valla”, es una invasión, acompañada de material agresivo: cizallas, palos, objetos cortantes y cal viva  acompañada de orines… AL SALVAJISMO HAY QUE LLAMARLO SALVAJISMO EN LUGAR DE SUBSIDIARLO. Y menos mal con que el centro de asistencia primaria ninguno de estos salvajes ha precisado nada más que tiritas y algún tranquilizante por contener su alegría por la llegada a la tierra prometida, de lo contrario los profesionales de la “solidaridad” habrían propuesto que algunos de los Guardia Civiles heridos respondiera por el desmán. Ah, querido español: es importante que recuerdes que el concepto de “tierra prometida” no implica el que sea la tierra paradisíaca para todos. A ti te va a tocar pagar la broma. Y lo mejor de todo: tal como demuestra lo ocurrido en Francia, allí y ahora, el salvajismo es incompatible con la cultura, es refractario a la cultura y es la antítesis de la cultura. Y lo que está llegando del sur es salvajismo puro y duro. Los 22 Guardias Civiles heridos con cal viva lo evidencian demasiado a las claras para que pueda dudarse. No hay sitio para el salvajismo junto a la cultura: ASÍ QUE O TE VAS TÚ O SE VAN ELLOS.

Tal es la obra de Pedro Sánchez en su primer mes de Gran Poncio… Me quejo de que la pregunta del millón es cuánto tiempos aguantarán las costuras de este país y de la clase media que está pagando todo esto. Porque lo que está claro es que la situación es inaguantable a corto plazo… y lo más terrible es que cuando alguien decida tomar cartas en el asunto, será ya demasiado tarde.

miércoles, 25 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (88) – MALDITOS CLICKBAITS


Clickbait, dícese también en castellano “ciberanzuelo”, “cibercebo”. Se trata de un neologismo que indica aquella práctica perversa en diarios digitales y webs consistente en difundir titulares sensacionalistas que no tienen nada que ver con la realidad del artículo al que van unidos, a efecto de conseguir un mayor número de visitar y, por tanto, a la posibilidad de aumentar los ingresos publicitarios. Es un recurso, frecuentemente utilizado por la prensa amarilla y el marketing viral. No es un “fake”, una simple noticia falsa, sino más bien un titular engañoso. Pues bien, me quejo de que esta práctica se ha convertido habitual en Internet.

Lo peor de un analfabeto es que crea que sabe leer. Lo peor de los lectores compulsivos de digitales es que crean que por leer uno o veinticinco, están informados. Luego pasa lo que pasa: que las muestras que dan de su nivel de conocimientos sobre algunas materias, literalmente, dan risa. Eso me recuerda a la transición, cuando existía un diario que se llamaba El Alcázar que era el órgano de expresión de la extrema-derecha. Recuerdo uno de sus titulares a primera página y a seis columnas: “37 policías asesinados por los comunistas”, titular que indudablemente llamaba la atención en un momento en el que el gobierno de UCD había amnistiado a los últimos etarras presos y volvían a reproducirse secuestros y atentados. La noticia no era falsa, sólo que El Alcázar añadía en letra mucho más pequeña, casi ilegible que el suceso había ocurrido en Filipinas… Era natural que si en aquellos momentos, alguien del ambientillo, quería estar informado de lo que sucedía en España, comprara El Alcázar por aquello de la camaradería, y otro diario para enterarse de lo que estaba ocurriendo.

Y es que El Alcázar fue un avanzado de los clickbaits. Hoy esa práctica se ha vuelto habitual entre digitales de extrema-derecha, de tal manera que la única forma de ir seguros por la vida es… no consultarlos, a menos que uno quiera ejercer constantemente el duro trabajo de la comprobación en cada noticia, incluso en las más irrelevantes. Para merecer ser consultadas, los medios de comunicación deben ser creíbles, veraces y originarios:

- Creíbles al no utilizar ni clickbaits ni fakes para excitar los “likes”.
- Veraces en tanto que lo que cuentan y lo que ha ocurrido tiene un paralelismo que indica, al menos, ciertas dosis razonables de objetividad.
- Originarios porque son capaces de dar noticias propias, no de apropiarse de noticias dadas por otros medios, a las que se ha cambiado el título.

Se dirá que todos los sectores de opinión utilizan el clickbait para multiplicar sus visitar y, consiguientemente, sus ingresos publicitarios, así que ¿porqué iba a ser criticable el que en determinado sector político se hiciera también? Si, por ejemplo, El Plural o Libertad Digital utilizan con frecuencia este recurso, ¿por qué otros digitales situados no van a poder hacerlo? El argumento es casi convincente, salvo que se recuerde que lo que no puede tolerarse es que una parte de la población esté desinformada y otra, simplemente, mal informada, informada de manera torticera o intoxicada. Personalmente opino que todos aquellos que desinforman a la opinión pública, la manipulan y la distorsionan para obtener un beneficio de 0’10 céntimos por click, merecen el ostracismo y la indiferencia. O la calificación de “shit” (mierda) que debería de ser otra posibilidad para calificar una noticia o un post.

En realidad, de lo que me estoy quejando no es de que unos medios digitales zarrapastrosos y, desde el punto de vista periodístico, incluso bochornosos, se busquen la vida como puedan, incluso de manera miserable, sino de que esos medios tengan lectores y luego vayan reproduciendo esas noticias evidenciado su falta de capacidad crítica, su escaso nivel intelectual, su ignorancia y falta de discernimiento. En EEUU esto puede ser normal porque está en la médula de su joven historia: el paleto norteamericano suele ser tan ignorante como el más sofisticado postmoderno de Manhattan, de Frisco o de Los Angeles. Desde el Motín del Té de Bostón han vivido en eso que hoy se llama “la postverdad”, esa distorsión deliberada de la realidad tendente a modelar las actitudes de la población. Pero en la Vieja Europa, la gran novedad es que, no solamente el ciudadano de nivel intelectual medio, sino incluso las élites culturales están careciendo

- de objetividad (esfuerzo reiterado por asimilar el mundo tal cual es, sin distorsiones, apriorismos o desviaciones).
- y de capacidad crítica (posibilidad de explicar porqué el mundo es así y no es de otra forma y capacidad para discernir los efectos de cada actitud).

Solamente en un país con estos rasgos culturales dominantes, el clickbait se convierte en la norma de los digitales. Me estoy quejando, a ver si lo digo de una vez, de que el clickbait no es la causa del empobrecimiento cultural de los españoles, sino uno de sus efectos más perversos. Y tristes.

365 QUEJAS (87) – PENSAMIENTO POSITIVO = PENSAMIENTO TÓXICO


Me quejo de la tendencia omnipresente al “pensamiento positivo” y hacia todas sus derivaciones. Considero que la falacia del pensamiento positivo es una de las mayores perversiones de la moderna psicología y de los distintos regímenes de autoayuda. Seamos claros: un optimista es un imbécil alegre, un pesimista es un imbécil triste. Entre esto y lo de la botella medio llena y medio vacía, sabemos todo lo necesario sobre este asunto. Lo que nos dicen los popes del pensamiento positivo es que hay que ser optimistas y ver la botella medio llena, porque de lo contrario nos amargaremos y haremos de nuestra vida un infierno. Me quejo de que estos saben tanto de la naturaleza humana como una hormiga de lo que pasa por la cabeza de un elefante.

Servidor, cada día tiene a bien quejarse. La queja es una revuelta contra lo que uno ve y tiene la virtud de que le hace sentir vivo y con criterio propio. Lo que no puede hacerse es ver una majadería y decir: “Que majo…”.  El pensamiento positivo es la mejor forma de parecer una hoja muerta que todavía no se ha dado cuenta de que ha caído, que su verdor se ha vuelto mate y que los tiempos de primavera en los que apareció han pasado. ¿Qué pensamiento positivo ni qué gaitas? El pensamiento positivo lo único que sirve es para autoengañarnos: el Titanic se está hundiendo, pero ¡qué buena música toca la orquesta! ¿para qué vamos a pensar ni por un momento que dentro de diez minutos estaremos con hipotermia quedándonos pajarito en las procelosas aguas del Atlántico? Eso es el pensamiento positivo, la aplicación de la ley del autoengaño. Díganme si no es para quejarse.

El pensamiento positivo se basa en cuatro banalidades escritas por Toureau y Emerson en el XIX y en la supersticiosa creencia de que “si somos positivos, todo nos lucirá bien…” Me gustaría saber por qué debería será así. En realidad, hay dos actitudes correctas ante la falacia del pensamiento positivo. Una es la budista, la otra, más próxima, la unamuniana. La primera tiene de bueno que nos sitúa en un espacio interior de reflexión continua que es poco comprometido. El segundo, nos puede costar algún que otro disgusto.

Dice el Buda que no hay que alegrarse por la juventud porque precede a la vejez. Dice que siempre que hay bondad, la maldad acecha. Que las alegrías de hoy se pueden transformar en tristezas mañanas. Que, como el Eclesiastés, todo es vanidad de vanidades y siempre vanidad. Y que el origen del dolor está en el apego que podemos tener a las cosas. Dicho de otra manera: el budismo es una forma de psicología trascendente que nos obliga cada día, en cada momento, a revisar nuestros comportamientos y la realidad que nos rodea con el único fin de percibirla hasta en toda su objetividad. Eso lleva a un estado incondicionado y a la experiencia de la trascendencia… que es algo que está mucho más allá del ingenuo y tontorrón pensamiento positivo y del negativismo propio del cenizo insoportable.

Luego está Unamuno. El Unamuno de la Vida de Don Quijote y Sancho, claro. Escribe en la introducción: 

“¡Poneos en marcha! ¿Que adónde vais? La estrella os lo dirá: ¡al sepulcro! ¿Qué vamos a hacer en el camino mientras marchamos? ¿Qué? ¡Luchar! ¡Luchar!, y ¿cómo? ¿Cómo? ¿Tropezáis con uno que miente?, gritarle a la cara: ¡mentira!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que roba?, gritarle: ¡ladrón!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías, a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta?, gritarles: ¡estúpidos!, y ¡adelante! ¡Adelante siempre!”. 

Lo que Unamuno nos está proponiendo es  algo parecido a la doctrina del Buda, pero no expresada hacia adentro, sino hacia el exterior: ¿que el parlamento no sirve para nada?, pues se dice: “Vaya manada de impresentables que han elegido los votantes”.  ¿Qué los independentistas son unos tocapelotas insoportables?, pues uno se pone al frente de sus manifestaciones y lo dice. ¿Qué el vecino es un plasta? Pues ya saben lo que toca. 

Servidor se queda con la doctrina del Gran Buda (que no es religión, contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar sino estilo de vida compatible con cualquier religión o con el ateísmo). Pero no puede olvidar que Unamuno es de los suyos y que el viejo rector de Salamanca habría tronado contra el pensamiento positivo, esa forma de enmascarar la realidad. A ellos, quizás, les hubiera dedicado otro párrafo del mismo libro: 

“La más miserable de todas las miserias, la más repugnante y apestosa argucia de la cobardía es esa de decir que nada se adelanta con denunciar a un ladrón porque otros seguirán robando, que nada se adelanta con decirle en su cara majadero al majadero, porque no por eso la majadería disminuiría en el mundo. Sí, hay que repetirlo una y mil veces: con que una vez, una sola vez, acabases del todo y para siempre con un solo embustero habríase acabado el embuste de una vez para siempre”. 

Quizás entenderán ahora, no solamente por qué me quejo del “pensamiento canelo”, sino porque, cada día, de 7:30 a 8:45 me quejo de algo.




martes, 24 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (86) – DEPORTES DE RIESGO

Me quejo de que existe una diferencia abismal entre el hoplita que llevó a Atenas la noticia del resultado del enfrentamiento en la llanura de Maratón y el gilipoyas que se estampa contra el terrazo que rodea a una piscina después de lanzarse desde un tercer piso en su hotel de la costa. Me quejo de que este cretino no ha calculado riesgos y no puede compararse con el escalador que ha estudiado la ruta de ascenso a un 8.000, es consciente de los riesgos, lleva en su mochila el equipo que podría garantizarle la supervivencia y está en condiciones físicas de asumir la aventura. Me quejo de que no es lo mismo un turista cretino que quiere vivir una descarga adrenalínica sumergiéndose en el Caribe dentro de una jaula anti-tiburones y luego viene un tiburón y la abre como una lata de sardinas, incomparable con un paracaidista que se lanza desde 8.000 metros de altura y él mismo ha revisado el plegado del paracaídas y la correcta colocación del arnés… Me quejo en definitiva, de que hay un grupo de gente que no parecen apreciar la vida o que son tan colgados para no darse siquiera cuenta de que la pueden perder por el canto de un duro.

No vivimos buenos tiempos para la inteligencia. Todas las civilizaciones han cantado a la embriaguez y a la droga, ciertamente, pero ambas se administraban solamente en fechas señaladas y las consumían gentes de dureza interior suficiente como para no quedar pillados. Nuestra sociedad está obligada a ser restrictiva ante la droga y el alcohol, simplemente porque los ciudadanos modernos parecen hechos de blandiblup y quedan enganchados a cualquier paraíso artificial con la facilidad con que una mosca acude a su vida con el pastel. Los legionarios siempre han fumado canuto y se han puesto a base de coñac, antes de entrar en combate. Los antiguos guerreros germánicos, los Berserker, eran presas de un furor destructor antes de entrar en combate, mordían sus escudos y se lanzaban con furia ciega sobre el enemigo sin protección, en un estado casi psicótico. Parece que se regalaban amanita muscaria y remataban con cerveza e infusión de beleño negro. Pero luego, terminada la dura jornada laboral, recuperaban la normalidad, superaban la resaca con latigazos de hidromiel y cogían el arado o acariciaban a su mujer y se mostraban perfectos padres de familia con sus hijos.

Hoy, un colgado, lo es las veinticuatro horas del día y no esperen más de él. Es más, si le da por practicar algún deporte lo hará de manera deslavazada y obtusa: claro está que, antes o después, se estampará contra el canto de la piscina o se perderá en el mar remando cuando no toca (solamente en los seis primeros meses de 2017 se ahogaron quinientas personas en playas españolas: cifra anormal en todos los sentidos, especialmente por la proliferación de banderas rojas o amarillas, de socorristas y de carteles indicativos del estado de la mar. No es que haya más ahogados porque hay más bañistas. El crecimiento debería estar absorbido por el aumento de medidas de seguridad. Es que hay más ahogados porque el número de colgados y de irresponsables va creciendo.

La gente que practica deportes de riesgo, busca experiencias únicas, adrenalínicas. El problema es que buena parte no están preparados para ello y que algunos de los “deportes” son excesivamente irresponsables: el puenting, por ejemplo, deriva de una antigua tradición aborigen de Nueva Guinea. Cualquier médico indicará que un  tirón brusco y sentirse como un yo-yo, no es el mejor tratamiento para el cerebro (como pueden atestiguar los aborígenes, por cierto). Además, ahí, el comportamiento del cuerpo es completamente pasivo, a diferencia de la escalada en la que hay que estar en cada momento consciente de lo que se hace.

Me quejo, en definitiva, que eso que se llama “deportes extremos” no aportan nada, ni al cuerpo, ni al espíritu, tan sólo una satisfacción hormonal momentánea que no es comparable con el riesgo que se asume. La humanidad del siglo XXI ha llegado a ser tan absolutamente panoli que ni siquiera es consciente de los riesgos que implican determinadas prácticas. Las hace porque están de moda y porque “molan”. Quizás el parque de gilipoyas se restrinja si conseguimos entre todos popularizar el “rocking” (lanzarse por un acantilado aleteando los brazos y sin más protección), el “cuelging” (ejercer de politoxicómanos reiteradamente los meses que contengan una “e” ), realizar el “salto BASE” (deporte de la foto que ilustra este artículo) con un jersey de lana tejido por la abuela, etc, etc, etc.

Me quejo de que hay gente que es tan absolutamente corta de miras que ni siquiera se da cuenta de que el único bien preciado que posee es la vida y está dispuesto a sacrificarlo, simplemente para practicar un “deporte guay”.


lunes, 23 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (85) – OKUPAS


He oído todos los argumentos posibles para defender la causa de los okupas. Que si el precio de la vivienda, que si la rapacidad de los bancos y de las inmobiliarias, que si la mentira del derecho constitucional a la vivienda, que si hay pisos vacíos… Lo lamento, pero siendo cierto, todo esto, no es suficientemente convincente para dar una patada a un piso, entrar y decir, ya “tengo hogar”. He conocido a ocupas que, efectivamente, en las crisis económicas reiteradas que ha sufrido este país desde 1973, se han visto obligados a entrar en un piso y hacer de su capa un sayo por necesidad. Pero, estos no se preocupaban por airear de sus “ocupaciones”, sino que trataban, por el contrario, de pasar desapercibidos y sobrevivir. De lo que me quejo es de que con el rótulo de okupas se agrupan gentes de discutible moralidad y más discutibles medios de vida. Porque cuando la ocupación es un fin en sí mismo, lo que se llega es a una simple forma de parasitismo y a la ley del mínimo esfuerzo. Me quejo, por tanto, de la existencia de okupas y de que se les trate como a un “grupo social” que merece algo más que el resto. Me quejo de la política de paños calientes que se utiliza con ellos y de que lo mismo sirven para un roto que para un descosido.

Primera objeción: ¿Por qué todos los okupas están compuestos por bandas de colgados? Respuesta: porque hay un sector de juventud que es perfectamente consciente de su falta de competitividad y se resigna a ello; lo que tenían de combatividad se ha ido con el humo del canuto. Ni-nis que incluso sienten pereza de ser eso y que preferirían ser alimentados con un salario social que les cubriera especialmente las necesidades de porros y litrona. 

¿Qué se hacen “actividades” en los “centros sociales okupados”…? Hombre, llamar “actividades culturales” a cuatro tonterías parece excesivo. Buena parte de los que están cerca de un “centro social ocupado” son conscientes de que la primera actividad realizada,  a despecho de las molestias que se puedan producir a los vecinos, es el fiestorro, el botellón a cubierto. Malabares, cursos de macramé, clases de okupación, lo lamento pero se podrían dar en cualquier centro cívico municipal de los que languidecen por falta de actividad.

El problema es que los okupas quieren eternizarse siéndolo hasta tener un golpe de suerte que les permita dejar de serlo: un rasca-rasca, la herencia de papá o de los abuelos, el ser nombrados asesores de alguna concejalía o el formar parte de una candidatura alternativa en las municipales. Vamos, el mismo camino que siguieron los ecologistas de hace 30 años. Y mientras, vivir del cuento.

Que se venden por dos duros es algo suficientemente conocido. Si algún promotor inmobiliario quiere hacer moving a los últimos vecinos de una casa que quiere transformar en “apartamentos turísticos”, tiene en las grandes ciudades a legiones de okupas que se disputarán tal misión “social” por unos pocos euracos. Que su naturaleza de colgaos se pone de manifiesto en el estado en el que dejan las casas ocupadas es algo que también parece notable. Que la legislación española les ampara es otro de los elementos contradictorios con su naturaleza “rebelde y alternativa”.

Me quejo de que los que parecemos idiotas somos usted y yo pagando alquileres o hipotecas. Deberíamos ir de okupas por la vida y es incluso probable que el ayuntamiento nos diera agua, luz y gas por la patilla. Si no ocupamos es, sabe usted, por dignidad hacia nosotros mismos, hacia los vecinos y hacia algo tan elemental como el parecer indigna la pretensión de aprovecharse de lo que ni es nuestro ni nos hemos ganado.

La legislación española sobre el tema es de risa: una familia ha pasado veinte años ahorrando y decide comprarse una segunda vivienda en la costa. La acondicionan para vivir. Como no hay nadie empadronado, viene una tribu okupa, patada en la puerta y ya tienen casa. No se le ocurre desalojarlos a las bravas porque el que pagará será usted. Presente una denuncia, deje que los tiempos judiciales transcurran, que, al final, el juzgado correspondiente emitirá una sentencia clónica cambiando dirección y nombres como resultado de cientos de fotocopias y papeleo que le confirmará en lo que usted ya sabe: que esa es su propiedad y que se la han dejado para el arrastre. Los ocupas serán condenados a pagar los gastos… (Sería la primera vez que un okupa pagara algo más que el canuto y la xibeca).

Luego están los narcopisos. Si hasta ahora las okupaciones eran cosas de colgaos, ahora vienen las mafias de la droga (ninguna, por cierto, nórdico-germánica, ni siquiera galo-bretona, ni dinárico-danubiana... sino más bien llegadas del Magreb para abajo, mire usted por dónde), dan la consabida patada a la puerta y durante meses, la policía autonómica tarda en certificar lo que saben todos los vecinos desde el primer día: que allí se vende jaco y rulas. Entonces intervienen y desalojan el piso…

¿Quién dice que no sirven para mantener el “orden público”? También en esto hay que recordar que los okupas polarizan determinados ambientes delictivos. Así que con tener una “casa okupada” vigilada o con un chivatillo dentro (y todas tienen uno, al menos), la policía sabe de las actividades ilegales que se realizan en la zona, quien es quién y qué se cuece. Si hay algún episodio que genere alarma social, la policía rasca un poco en la casa okupada y ahí tendrán al delincuente ideal.

No resisto sin contar un detalle: el otro día voy a hacer una gestión a la comisaría del pueblo. Llegan dos moros, pasan los primeros delante de una larga cola. Venían ¡a pedir la llave de la “casa ocupada”! El poli dejó sus quehaceres, se levantó, buscó la llave y se la dio solícito, no fuera que tuvieran que esperar. Eran, por cierto, marroquíes. De los que vienen a pagar la pensión de los abuelos, claro.

Podríamos seguir hasta el infinito: me quejo de que las okupaciones de inmuebles sean otra de las muestras de “savoir faire” del gobierno de la nación, de la pericia de las autoridades de la España autonómica y del rigor de los gobiernos municipales. Que la izquierda transija y le haga gracia, me parece normal. Que los conservadores no hayan hecho nada absolutamente en siete años de gobierno, es acorde con su espíritu conejil y asustadizo. Unos por otros, la casa sin barrer. De eso me quejo: de que en este jodido país hay mucho que barrer y los okupas forman parte, acaso de lo más rastrero, del panorama social patrio.

365 QUEJÍOS (84) – CONSERVADORES ¿A CONSERVAR?


Por lo que parece, el PP celebró su congreso y dicen que tienen un  nuevo candidato. Reconozco que la noticia ni me ha interesado, ni siquiera la he leído en profundidad. Así que, lo que podría quejarme en primer lugar es de que el Partido Popular ni siquiera se ha esforzado en tener un congreso que suscitara interés por parte del público que ya nos hemos desinteresado completamente por la política y que vivimos de espaldas a la realidad política de nuestro país… convencidos de que no vale la pena perder el tiempo y de que nada cambiará porque este país es el que es y no hay más cera que la que arde. De lo que me voy a quejar es que, a la vista de los resultados, los congresistas no parecen haberse dado cuenta de que el sujeto ese que han elegido, aporta menos a la política española que una película de Esteso y Pajares a la historia de los Oscars.

Me explico: cuando, buscando alguna serie con la que encanar la sobremesa, me encuentro con el rostro sonriente del ganador del congreso, lo que veo es una fotocopia de Pedro Sánchez. Nada más. Creo recordar que el mismo sujeto ya fue acusado hace unos meses de falsificar historial y que la acusación se reveló falsa. El problema es que, la falsedad no fue registrada por los medios que lo acusaban, sino por sus defensores. Así que medio país sigue pensando que el tal Casado falsificó un máster o algo así… aunque no lo hizo. Así pues en las próximas elecciones vamos a tener como candidatos a tres tipos que tienen solamente tres puntos en común:

- pocas ideas políticas: uno de centro-derecha, otro de centro-izquierda y otro de centro-centro. Casado, Sánchez, Rivera.
- los tres tienen edades similares. Casado 37, Sánchez 46 y Rivera 38.
- los tres responden al mismo look.

Claro que entre ellos hay diferencias. O al menos, como el valor al soldado, se le suponen. De Rivera se sabe que no es independentista. De Casado que no es socialista y de Sánchez que sustituyó a Rajoy. Es todo. Ninguno de ellos parece tener una gran experiencia en la empresa privada. Los tres vieron que esto de la política ofrecía saludables condiciones de trabajo y salario aceptable, a condición de tener pocas ideas, edades intermedias y look agradable. No creemos que las cosas difieran mucho de votar a unos o a otros cuando toquen el pito para ir a votar.

¿Mi opinión personal? Que el PP ha perdido una ocasión extraordinaria en este congreso. Podía haber elegido a Soraya que, a fin de cuentas es mujer y hubiera sido un puntazo contra el PSOE el que fuera la derecha quien llevara a una candidata femenina a la Moncloa. Es más, puestos a marcar puntazos, incluso podían haber nombrado candidato a un gay reconocido o, lo que hubiera sido todavía más despiporrante, a un transexual recién operado. ¿Por qué no? Si hay gays en el PP e incluso un colectivo de este partido con esa tendencia, ¿por qué no se presenta a uno como candidato aunque solamente fuera para descolocar a la izquierda? A fin de cuentas que no me digan que les queda algo por conservar a los conservadores. Y, desde luego,  si el transex hubiera dado la primera rueda de prensa fumando un porro, mejor que mejor, todos los colgados se hubieran echado en brazos de la candidatura azul celeste.

¿Exageración? ¿incongruencias? Vamos a ver: ¿qué ha hecho el PP de Rajoy para explicar que el abuso del porro puede ser un gran problema social y que un colgado difícilmente pasará de los niveles salariales más bajos? Nada. No olvidemos que, en los EEUU, los cultivadores de cannabis –en EEUU se está produciendo la migración de los agricultores del cultivo de cereales al de cannabis- ha sido estimulado por el propio Donald Trumb en la campaña electoral y en su año y pico de gobierno, así que los conservadores del mundo van por ese camino. Y en cuento al transexualismo y a las opiniones del PP en la materia, si bien es cierto que el tal Casado ha lanzado una filípica contra las “ideologías de género”, lo cierto es que en sus siete años de gobierno, Mariano Rajoy, por lo que fuera, ni hizo nada a favor de la familia, de la paternidad, ni siquiera amplió la asistencia psiquiátrica con cargo a la seguridad para los que querían castrarse o fabricarse un pene con colgajos de aquí y de allí, simplemente les facilitó la entrada en el quirófano.

Lo peor de los conservadores es que ya ni siquiera saben qué conservar. Lo peor de los progres en su fuga hacia adelante es que no tienen muy claro donde llegarán, si a prohibir las relaciones heterosexuales o exigir presencia notarial para el consentimiento y, en cuanto a Rivera, lo mejor que puede hacer es opinar solo el independentismo, porque fuera del tema genera escalofríos. ¿Y luego me dirán que no es para quejarse?

sábado, 21 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (83) – EL DOGMA DE LA IGUALDAD


¿Cuál es el origen de todas las neurosis sociales que estamos viviendo en Europa Occidental? Respuesta inequívoca: el dogma de la igualdad. Detrás de las ideologías de género, detrás de la multiculturalidad, detrás de los promotores del mestizaje étnico, detrás del humanismo integral, detrás de la new-age y de todas sus variantes, lo que subyace es la idea de igualdad llevada al límite. Ni siquiera existe una respuesta unánime para la pregunta de ¿dónde se inició el mito de la igualdad? Me quejo de que no somos conscientes de a dónde conduce este dogma.

El lema “libertad, igualdad, fraternidad” con que irrumpieron las revoluciones liberales marca un antes y un después en la civilización occidental. Desde 1789 no hay forma de zafarse de ese lema: está presente en las democracias liberales, luego reapareció en la revolución de 1917 y más tarde en la nueva izquierda y en las revueltas de mayo del 68, para cuarenta años después ser heredada por los “indignados” y demás variedades taxonómicas de la izquierda. La excusa para este tránsito ha sido que en su anterior formulación, la igualdad no se ha hecho posible, así que los que han venido detrás de las revoluciones liberales, han intentado reactualizarlo. Dicho de otra manera: desde hace 230 años, los “revolucionarios” siempre han pedido “libertad, igualdad y fraternidad”. Ya saben: ¡Imaginación al poder!

Claro está que, desde el momento en que alguien se le ocurrió decir “todos somos iguales antes Dios”, cagada pastoret, porque ni ante Dios éramos iguales (laética del artesano no es la misma que la del guerrero, ni que la del monje, ni dentro de cada grupo todos cumplían exactamente igual y con el mismo celo, los preceptos de su gremio, de su orden militar o de su orden religiosa). Se dirá que el dogma tenía un sentido religioso… pero era evidente que, antes o después, existirían aquellos que lo considerarían realizable no en el “más allá”, sino en el “más acá”. Ese momento llegó en 1789.

Desde entonces ha sido imposible huir del dogma de la igualdad (es dogma en tanto que indemostrable, y si se nos apura, falso dogma, porque en la naturaleza lo que rige es el principio de la desigualdad y de la diferenciación progresiva). Y hoy, en Europa Occidental y entre los liberales norteamericanos se está llegando a la aplicación del dogma en sus últimos extremos (en el resto del mundo, este dogma ni se considera, salvo como una patraña para idiotas): ¿igualdad racial? El extremo es el mestizaje. Y se propone el mestizaje. En cuestión de cultura: todas las culturas son iguales y se propone la multiculturalidad y la “fusión cultural” (hip-hop + Betthoven = cacalavaca). En cuestión religiosa: ecumenismo y “nueva religión mundial” porque, como se sabe, todas las religiones “son iguales”. En cuestión sexual: igualdad hasta el extremo de restar toda la polaridad que pueda haber entre los dos sexos y trasladar la “lógica borrosa” al mundo de los sexos: no existe blanco y negro, sino una gama interminable de grises. Y luego está la “cuestión nacional”: cualquier puede reivindicar el cantonalismo porque las fronteras ya no importante en un mundo globalizado.

¿Cuál es la clave? El mundo globalizado dirigido por una pequeña élite que controla el capitalismo financiero y una gran masa que no se plegaría a ese dominio si formara grupos sociales homogéneos y poderosos. La clave es que toda esta ideología de la igualdad se ha establecido para atomizar la sociedad, evitar la existencia de clases o de élites con peso e influencia suficiente para oponerse a la globalización. Dicho de otra manera: los promotores de la globalización, a través de sus correas de transmisión (Bildelberg, Trilateral, Club de Roma, UNESCO, etc.) transmiten una ideología igualitaria destinada a convertirnos en granos de arena en una playa, absolutamente idénticos, absolutamente iguales, absolutamente minúsculos, incapaces de ser roca en el océano y de frenar las embestidas de la globalización.

No sea iluso: usted no es igual a nadie. Usted tiene su personalidad. Usted tiene sus rasgos diferenciales. Es más, usted debe tenerlos. Usted tiene rostro propio. No es un grano de arena. Usted pertenece a un grupo, usted tiene una Identidad. Usted tiene carácter propio: es hijo de una familia, es hijo de una cultura, es hijo de una tradición, ha bebido de las fuentes de todo esto y ahora se lo quieren amputar unos ideólogos enloquecidos al servicio de un proyecto globalizador cuyo paradigma es: “Todos sois iguales e insignificantes antes el capital financiero”.

De eso me quejo: de que en el país en el que he nacido –y que hoy por hoy, ya no considero “mío”- muy pocos piensan en estos términos. Rectifico: que en el país que fue el mío, casi nadie ejerce la funesta manía de pensar.

viernes, 20 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (82) – RESPETEN MI ESPACIO PERSONAL


Me voy a la playa. Es primera hora, así que la playa está desierta. Buen asunto, porque ni siquiera los choros están a esa hora para ir al descuido. No hay nadie en la bahía. Dejo la toalla extendida y la mochila de cabecero y me lanzo al agua (voy a la playa para nadar, para tomar el sol, rebozarme con protector y hacer méritos para el melanoma están otros, allá ellos). Me voy algo lejos y al volver veo que dos parejas de cierta edad que van juntas y un hijo afectado por el síndrome de down, se ponen a un metro de donde he dejado la toalla… ¡y trescientos metros de playa vacíos¡ Me quejo de que hay gente que no tiene ni siquiera instinto territorial suficiente como para saber lo que es el “espacio personal”.

Cada año me pasan situaciones parecidas. El año pasado, en las mismas circunstancias, se me puso a tres metros una buena mujer empeñada en que me enterara de todas sus miserias hablando a voz en grito por teléfono. No soporto que la gente no tenga el más mínimo decoro con su intimidad (especialmente cuando esta es miserable, aburrida e incolora, quizás si fuera intelectualmente exuberante o picante y estimulante en lo personal, o inspiradora, tendría algún aliciente, pero no…). Pero es hora de establecer algunas conclusiones. La primera de todas e inapelable es que la gente ha olvidado lo que es el “espacio personal”. No hace falta ser un etólogo reputado ni haberse leído toda la obra de Konrad Lorenz, para saber que uno de los instintos animales (y en el ser humano hay un sustrato animal de no te menees) es el instinto territorial: somos animales territoriales que precisamos un espacio propio que considerar “nuestro”.

Cuando ese espacio se ve “violado” nos sentimos incómodos. Si no recordad las veces que habéis estado en un ascensor repleto de personal sin saber ni qué hacer, ni a dónde mirar, ni siquiera que cara poner. Los grandes conflictos entre pueblos y especies son luchas por la conquista de espacios que pertenecen a otros. Miente quien diga que solamente los humanos se lían en guerras de conquista practicando violencias en el interior de la especie. He visto guerras de hormigueros contra hormigueros y cómo queda de cadáveres de uno y otro bando el campo de batalla. ¿Y por qué? Porque dos grupos de hormigas han construido sus nidos demasiado cerca.

El espacio personal es un concepto relativo. Es frecuente entre los campesinos el hablar a gritos: ¿Eh tú, como está la jaca…? Pregunta uno desde cinco metros de distancia y el otro responde: ¡La jaca ya ha parido! Todo a gritos. En el campo, el espacio personal es grande, no hace falta estar menos de un metro para iniciar una conversación. En la ciudad, en donde todo es más abigarrado, los espacios personales son reducidos, por tanto era normal –y lo digo en pasado- entre gente con un mínimo nivel de educación, que la voz se modulara en función de ese espacio y que las conversaciones fueran inaudibles para terceros. Sin embargo, hoy nos tenemos que enterar de las tristes intimidades y de lo gris y pálido de las vidas de la gente que nos rodea. Se diría que, uno de los rasgos de la modernidad es la pérdida de nuestros instintos animales: desaparece el instinto de reproducción (no tenemos hijos apenas), desaparece el instinto de agresividad (con un porro nos reímos mucho y todo pasa a importarnos una higa), desaparece el instinto territorial (y su modulación entre los humanos: la noción de intimidad, pudor y privacidad). Y para colmo tengo que aguantar que unos cretinos se pongan a un metro de mí en una playa vacía.

Alguien dirá: “Pero, hombre, esos instintos son animales, el ser humano es otra cosa…”. Error: el ser humano tiene una naturaleza biológica que es común a las especies de mamíferos superiores. Luego, otra parte de nuestra naturaleza deriva de tener conciencia de nosotros mismos que puede ser más o menos acusada, pero que ahí está y abre las puertas a lo que se conoce como “lo espiritual”. Pero el problema no es que quien demuestra haber renunciado a los instintos de los mamíferos superiores se comporte como “seres espirituales”, sino que han pasado a compartir los hábitos de las especies inferiores o de especies que están en vías de desaparición y parecen haber agotado sus posibilidades vitales. ¿Cómo evitar pensar en aquella película El planeta de los simios? Estamos evolucionando, pero no hacia el “punto Omega” al que aludía el teólogo Teilhard du Chardin, sino que más bien estamos involucionando hacia el punto alfa, aquel situado antes de la aparición del homo sapiens en la escena.

Eso es lo que temo y de eso es de lo que me quejo. Y si nos fijamos bien en lo que nos rodea y en la velocidad con que se está produciendo la decadencia, me daréis la razón.