miércoles, 13 de octubre de 2010

La crisis del PP gallego y el futuro e la derecha

info-Krisis.- Los resultados de las elecciones generales en Galicia fueron favorables para el PP. Quedó demostrado que todo el asunto del Prestige sirvió sólo para estrechar los vínculos entre Galia y el resto de España. Además, claro está, de un baño de dinero estatal para paliar la catástrofe. Y de paso se hundió el Bloque. Fraga demostró ser dueño de la situación… veinte meses después, todo ha cambiado. El PP está en la oposición y la propia posición de Fraga se tambalea. ¿Qué implica todo esto en el futuro de la derecha española?

EL PP GALLEGO, ¿DIFERENTE AL DEL RESTO DEL ESTADO?

La derecha gallega tiene unos “rasgos diferenciales” muy acusados en relación a la derecha del resto de España. De hecho, se trata de un partido que podría ser definido como “derecha regionalista”, más que como derecha-derecha. Pero en su interior coexisten dos líneas completamente diferentes: la rural y la urbana. La urbana es propia del actual ciclo democrático, la rural es la consuetudinaria, altamente tributaria de la Galicia atrasada y caciquil. Fraga, Rajoy, Núñez Feijó a un lado, los Cuiña, los Cacharro, los Baltar a otro. El centro-derecha-regionalista, frente a la arqueo-derecha-regionalista. No hay una derecha, hay dos derechas en Galicia.

Pero si ambas derechas tienen un denominador común con la derecha liberal estatal es precisamente su extrañeidad a una sensibilidad social mínima. En efecto, el aznarismo lo sacrificó todo a la estabilidad presupuestaria… incluso el Estado del Bienestar. Y no era necesario. La distribución de la riqueza sigue siendo un objetivo prioritario para la sociedad española. El PP no hizo gran cosa para conseguirlo. Para el PSOE se trata solo de un slogan electoral: sólo algún tonto como Zapatero se ha creído su propio programa. ZP aún no ha conseguido entender los mecanismos de la economía liberal, ni las clases de Jordi Sevilla parecen haber tenido excesivo éxito en la formación de los criterios económicos del presidente. La realidad se encarga de poner las cosas en su lugar y el voluntarismo del presidente en su entrevista bilbaína con los trabajadores de Izar, tardó 24 horas en ser desmentido por la realidad de una economía de mercado sometida a la legislación comunitaria.

El hecho de que el sector disidente del PP gallego sea llamado “los de la boina” no implica que se trate realmente de “clases populares”, sino que se trata de la típica estructura caciquil gallega en la que sectores desfavorecidos de la sociedad se articulan en torno a los poderosos del lugar… renunciando a la defensa de sus propios intereses y confiando en que los caciques les “otorguen” ventajas económico-sociales. Pero eso no es justicia social y no es así como se demuestra.

EL PP CENTRAL O COMO NO SOLUCIONAR LOS CONFLICTOS

En 1986 dimitió Oscar Alzaga de su militancia “popular”. El líder democristiano supo ganarse el dudoso honor de ser el “político más traidorzuelo” de España. Luego siguió la derrota electoral en el País Vasco. El “plan Verstrynge” para la sustitución de Fraga y finalmente su dimisión. La recuperación electoral del PP se inició en 1989, cuando Fraga alcanzó el poder en Galicia de manera arrolladora. Pero también el declive del PP puede empezar en Galicia a partir de 1995. Vale la pena recordar los hitos más importantes de esta trayectoria.

Hasta 2003, José Cuiña se perfilaba como el sucesor de Fraga. Era en las elecciones de 2005 cuando debía haberse producido el relevo a tenor de la edad del actual presidente de la Xunta. Pero los vientos no fueron favorables. Cuiña fue apartado de la dirección del partido. A partir de ese momento, cada peón se movilizó para ocupar el papel del delfín caído.

José Luís Baltar en Orense y Cacharro desde Lugo hicieron causa común ante las figuras gallegas emergentes, ligadas al sector “madrileño” del PP gallego emergente con Rajoy en la dirección central del partido. Cuiña, pasó pronto a segundo plano a causa de la colección de bypass que le deben implantar estos días. Ninguno de ellos se entendía bien con Alberto Núñez Feijó, hombre del aparato central del P, enviado por Fraga a resolver la crisis gallega. Pero Feijó, lejos de ser el hombre del consenso, era una parte del problema: en efecto, era él quien había sido elegido por Rajoy como sucesor de Fraga. Hasta no hace mucho, Feijó no tuvo la confianza de Rajoy y mantuvo un pulso con Ana Pastor, una de las exministras más sobrias y eficaces del gobierno Aznar. El pulso fue ganado por Feijó tras su alineamiento con Rajoy, pero no pudo evitar la rebelión de los caciques regionales.

En el momento de esribir estas líneas, la presencia de Núñez Feijó, lejos de haber resuelto los problemas, ha contribuido a “encabritar” a las partes.

LO QUE PUEDE OCURRIR EN BREVE

En el momento de escribir estas líneas, una gastroenteritis ha impedido que la reunión entre Fraga y los disidentes pudiera terminar en una solución definitiva del conflicto. Veremos en los próximos días. El fantasma de la escisión no se ha conjurado. Todo lo contrario.

Como en cualquier otro conflicto de este estilo, da la sensación de que, sea cual sea el resultado del conflicto, las dos partes van a perder. En primer lugar, si los disidentes deciden irse del partido y logran arrastrar entre 5 y 7 diputados (5 parece probable, 7 algo aventurado) forzarán la disolución del parlamento y la convocatoria de nuevas elecciones.

En esa situación, no parece claro que los disidentes, sin el aparato del partido, logren un resultado particularmente favorable. Probablemente se conviertan en una opción marginal. Sería una buena señal para Galicia: el caciquismo existe… pero sus efectos no son capitalizables más allá de los partidos tradicionales. Parece extremadamente difícil que con Fraga encabezando la candidatura los disidentes logren un resultado apreciable. Lo más probable es que no obtuvieran diputados (o un número mínimo, desde luego inferior a los que se vayan), o bien que terminaran integrándose en el PSOE si éste les ofrece alguna garantía de mantener unas mínimas áreas de poder provinciales. En cualquiera de los dos casos, los disidentes se ahogarán, como se han ahogado hasta ahora todos los disidentes de los partidos tradicionales: empezando por el PADE, continuando con los Pimentel, por no hablar de los disidentes del PSOE de los que no queda ni el recuerdo.

Pero la escisión puede tener otro efecto colateral: difícilmente, con la merma de votos que generará la escisión, el PP con Fraga incluso, logrará revalidar su mayoría absoluta. Los disidentes cuentan con ello. Saben que unos pocos diputados se cotizarán caros en el nuevo parlamento gallego y, decidan apoyar a unos o a otros, su colaboración se venderá cara.

A decir verdad, la tendencia anterior al “conflicto Baltar” era preocupante para el PP gallego y muy parecido a la tendencia que viven otros partidos nacionalistas (PNV) o nacionalistas-regionalista (CiU): su voto se ruraliza progresivamente, pero es cada vez más minoritario en las ciudades. En Galicia, el PP pierde el voto joven en las ciudades que se orienta hacia el Bloque. Esto, unido a la rebelión de “los de la boina” hace que la situación sea extremadamente peligrosa para el PP.

RAJOY, EL GALLEGO, EN EL PP ESPAÑOL

La crisis no se ha desatado por casualidad en el retorno de las vacaciones. El PP tiene el próximo fin de semana su congreso nacional. Y vale la pena dedicar unas líneas a este congreso.

Rajoy fue elegido candidato unilateralmente por Aznar. Pero había otros candidatos. Descabalgado Rato gracias a su patada para arriba, callado Mayor Oreja (especialmente por las malas perspectivas que tiene el PP en las próximas elecciones autonómicas vascas), falta saber si Rajoy logra ser reelegido netamente, sin grandes oposiciones. Y lo que va a ser más significativo: hace falta ver si la dirección de la que se rodea tiende a la continuidad o a la renovación. Tenemos la convicción íntima de que optará por el camino equivocado, esto es, por la continuidad a ultranza. De momento ya lo ha demostrado: el ministro bajo cuyo mando murieron 200 personas, nombrado segundo de abordo… Aznar propuesto para una presidencia honoraria. LA FAES, predivido precisamente por Aznar, como sustituto de la Comisión de Estudio y Propaganda del PP. La ausencia de declaraciones que evidencien una renovación en la línea política del PP en relación al giro proamericano de Aznar, el silencio de Rajoy ante las declaraciones realizadas por Aznar en el exterior… todo ello da que pensar: es la continuidad la que está llamada a triunfar en el próximo congreso del PP. Y la continuidad es el fracaso.

El PP parece olvidar que perdió las elecciones a causa del giro proamericano de Aznar, actualizado por los atentados del 11-M. La opción belicista y proamericana de Aznar fue ampliamente rechazado por el pueblo español. El problema es que, dado que el PSOE tenía un candidato de perfil bajo –ZP, hoy presidente de perfil bajo…- que no suscitaba excesivos entusiasmos, el PP experimentó sólo una “dulce derrota” que, por lo demás, fue atenuada en las europeas. Si el PSOE hubiera presentado un candidato más atractivo, más agresivo y con mayor experiencia, la derrota del PP hubiera sido mayestática…

Cuando un partido pierde las elecciones es que la población rechaza su opción. Sólo que los partidos políticos españoles, tras perder el poder, siguen con el “sostenella y no enmendalla”: al PSOE le costó cuatro años quemar las naves del felipismo y algunos sectores minoritarios todavía siguen tributando una admiración patológica al tándem González-Guerra. El PP sufre ahora este mismo virus, pensando que no son sus errores en política exterior, su falta de sensibilidad social, su escasa capacidad para “comunicar”, la prepotencia de los últimos cuatro años de mayoría absoluta, sino solamente las bombas del 11-M lo que precipitaron su derrota.

Pero con las mismas armas y bagajes que antes del 11-M no volverán al poder, especialmente después de que el PSOE haya tomado las riendas de RTVE, y cuente con el apoyo de PRISA-Sogecable. El PP o se renueva o no recuperará la iniciativa social.

Rajoy no las tiene todas consigo. En este contexto, era él quien debía de ir a Galicia a intentar resolver el problema. Pero el congreso del partido está a la vuelta de la esquina y Rajoy no podría presentarse como “líder máximo, gran timonel y ayatolah del centro-derecha” con una escisión en Galicia. Por tanto, ha optado por actuar a la gallega, situarse fuera del conflicto y enviar a Núñez Feijó con el consiguiente fracaso.

Por el momento, la crisis del PP ha demostrado algo que intuíamos: que el poder une y la oposición divide. Solamente el PP tuvo una escisión en los primeros tiempos del poder: efectivamente, a los pocos meses se fue un pequeño grupo que había quedado fuera del reparto del poder, dando vida al PADE. Resulta curioso que unos militantes, durante años militante en un partido en su permanencia en la oposición y cuando ese partido llega al poder… se escindan. La cosa se explica por la humillación que supuso para algunos segundones del PP, autoconsiderados, “cabezas pensantes”, la humillación de ver como pasaban por encima suyo recién llegados de eficacia indemostrada, pero ambición probada. Caso único el del PADE en la historia de la democracia española.

ALGUNA CONCLUSION PARCIAL

La crisis dista mucho de estar cerrada. Los escisionistas deberían de saber que todos los beneficios que no arranquen ahora de Fraga y de la dirección nacional del PP, les costará mucho más sacarlos cuando se convoquen elecciones y, desde luego, mucho más cuando se conozcan los resultados de los comicios que, presumiblemente, los laminarán sin piedad.

La crisis es un torpedo en la línea de flotación de Rajoy y de su equipo. Fraga en cambio queda reforzado: si tuviera 20 años menos, probablemente volvería a ser el hombre clave de la derecha española, pero la edad es un handicap para el líder gallego. Fraga queda reforzado por que la crisis le da la razón cuando ha afirmado que él es el único candidato que garantiza la unidad del partido. De no ser por la mole de Fraga, Baltar, Cuiña y Cacharro habrían intentado hace más de un año hacerse con el control del partido en Galicia y elegir entre ellos al sucesor.

La derecha española tiene una vocación jerárquica y autoritaria: “el jefe nunca se equivoca”, “esperamos órdenes”, “haremos lo que diga Madrid”, “el jefe siempre tiene razón” son palabras de orden de la derecha española en cuyo interior el debate político jamás ha brillado.

Si se hubiera producido, Aznar no habría tenido tan fácil su giro proamericano de 2002. Pero ni un solo diputado, ni un solo alcalde, ni un solo concejal y ni un solo militante se atrevieron a espetar al “líder máximo” que esa opción podía suponer la pérdida del poder, con o sin bombas del 11-M. No hubo debate. Hubo fracaso imputable a los errores de una dirección y al silencio de unas bases.

La cosa no ha variado desde entonces. Lo que ha ocurrido en Galicia no es un debate sino el estallido de una situación propia de las partitocracias: lo que cuenta no es el proyecto político, sino el reparto del poder.

Las elecciones en el País Vasco a celebrar en mayo de 2004 supondrán un aumento del potencial de voto para el PSOE, un descenso (no cuantificable con seguridad por las encuestas) del PP y un aumento del voto nacionalista (no cuantificable tampoco por la duda que supone saber si el PNV estará en condiciones de recuperar una parte de los 150.000 votos batasunos que todavía no recuperó en las generales). En Galicia, sean las elecciones en otoño de 2004 o en otoño de 2005, tampoco parece que vayan a mejorar los resultados de 2001. El declive del PP es evidente.

En estas condiciones van a tener que realizar la segunda “travesía del desierto” que media entre hoy y las municipales del 2007. Por que, aun a pesar de la evidente incapacidad de ZP y de su equipo de “talantudos” y “chicas Vogue”, los medios de comunicación favorables al PSOE son mayoría, por tanto, los repetidos fracasos de ZP serán minimizados.

Por lo demás, da la sensación de que el PP alcanzó en las generales del 2000 su techo electoral. La derecha es lo que fue entonces… cuando los buenos resultados económicos del período 1996-2000 se pudieron de manifiesto en la mayoría absoluta obtenida entonces. Pero entre esos nuevos electores ganados entre 1996 y 2000 figuraban antiguos electores de centro-izquierda que la política posterior proamericana de Aznar se encargó de reorientar de nuevo hacia el PSOE o hacia la abstención en las generales de 2004. Esto, unido a la falta de sensibilidad social de la derecha, entraña su estancamiento electoral en la mejor de las hipótesis y una regresión peligrosa en la peor, que puede verse agravada por las crisis de Galicia y por la que estallará en el País Vasco tras las elecciones de mayo.

Acabemos: no hay salida a la derecha, tal como la derecha está configurada actualmente. Bastante va a tener la derecha en los próximos cuatro años si quiere conservar su parroquia. Rajoy, Fraga, Arenas, Baltar, Cuiña, Cacharro, Feijó… entre todos la mataron y Prisa-Sogecable les apuntilló. Tal es el futuro de la derecha española en los próximos cuatro años.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es- Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen